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Emmy Noether, la matemática judía que se sobrepuso al machismo académico y al nazismo

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SU GRAN LEGADO

En una época en la que las mujeres no podían acceder a la universidad, ella acabó superando a sus coetáneos y siendo reverenciada por grandes figuras como Einstein o David Hilbert

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Retrato de Emmy Noether, la única forma con la que podemos intuir su rostro.

Por E. Zamorano

https://www.elconfidencial.com/

EL CONFIDENCIAL 02/09/2021

«Si se hubiera de juzgar la labor de los matemáticos vivos más competentes, la señorita Noether ha sido de lejos el genio matemático más significativo producido desde que comenzó la educación superior de las mujeres». Con esta frase, el mismísimo Albert Einstein repasaba la vida y el legado de la que es una de las mayores revolucionarias en el mundo de las matemáticas, cuyos hallazgos se siguen estudiando hoy en día. Emny Noether, nacida en 1882 en el estado alemán de Baviera, es sin duda uno de los iconos feministas más relevantes de la historia y de la ciencia, pues luchó incansablemente para hacerse un hueco en el siempre masculino mundo de las matemáticas, siendo además adulada y reconocida por su labor a posteriori por nombres tan importantes como David Hilbert (padre del formalismo) o por el algebrista holandés B. L. van der Waerden, quien dijo también de ella que su originalidad matemática «estaba absolutamente más allá de cualquier comparación».

A Noether se le pusieron muchas cosas en contra cuando decidió dedicarse a la vocación de su vida: el álgebra y la física teórica. En primer lugar, el hecho de ser mujer en una época en la que estaba prohibido su acceso a la universidad y, segundo, provenir de una familia judía ubicada en la ciudad bávara de Erlangen, por lo que tuvo que dejar atrás su Alemania natal para partir a Estados Unidos, como a su vez tuvieron que hacer otros genios como Kurt Gödel, de cuya vida marcada por las paradojas ya hablamos en otra ocasión.

«Caballeros, el Consejo no es una casa de baños, así es que no veo por qué una mujer no puede formar parte de él», pronunció Hilbert

Cuando Noether ya descubrió su verdadera vocación, las mujeres estaban apartadas de la academia. No fue hasta 1903, año en el que la joven ya alcanzaba los 21 años de edad, cuando la Universidad de Erlangen comenzó a permitir que las mujeres se matricularan en sus distintas carreras. Entonces, decidió hacer un doctorado que no le serviría para dar clase, pues aunque podían estudiar, todavía no se les permitía llegar a la docencia. Ello no le desanimó ni le hizo desistir de su empeño de enseñar, pues comenzó a dar clases extraoficiales a los alumnos del doctorado sin poder cobrar.

Una universidad nada femenina

«Creo que el cerebro femenino no es adecuado para la producción matemática». Esta fue la frase del entonces decano de la Universidad de Gotinga cuando Noether solicitó una plaza de profesorado en 1915, según recoge ‘Proving It Her Way: Emmy Noether, a Life in Mathematics‘, una biografía escrita por David E. Rowe y Mechthild Koreuber. Sin embargo, se mostró favorable a acogerle en el claustro como si fuera una excepción. Desafortunadamente, el Ministerio de Educación de Prusia no le concedió el permiso para tener plaza en la facultad y, de nuevo, Noether se las apañó para seguir en la vida académica por sus propios medios, enseñando bajo un seudónimo masculino.

Foto: Foto: Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

Kurt Gödel, el matemático de las paradojas que ‘hackeó’ la Constitución americana Enrique Zamorano

Cuatro años después, y tras muchos infructuosos esfuerzos por intentar dedicarse profesionalmente a la investigación matemática, la joven entusiasta seguía sin plaza en la universidad, pero lo que sí que había conseguido era haberse hecho un nombre entre sus coetáneos, como David Hilbert y Felix Klein, quienes intentaron por todos los medios conseguirle un puesto como Privatdozent, los tutores privados de aquellos alumnos a los que ningún profesor quería dar clase, según relata Capi Corrales Rodrigáñez, profesora del Departamento de Álgebra de la Universidad Complutense de Madrid.

El gran talento de Noether y su incipiente fama dentro de los cenáculos matemáticos (siempre masculinos) le encumbraron a postularse como profesora y miembro del Consejo de la Universidad de Gotinga. «Caballeros, el Consejo no es una casa de baños, así es que no veo por qué una mujer no puede formar parte de él», adujo Hilbert cuando comenzó a sonar su nombre como próxima admisión en dicho órgano universitario. No fue hasta 1919 cuando finalmente consiguió su derecho a enseñar en las aulas, pero el éxito y lo bueno estaba aún por llegar.

La teoría del anillo

En 1921, dos años después de cumplir el sueño de impartir de clase, Noether publicó su teoría del anillo, la cual todavía sigue suscitando grandes reflexiones e interpretaciones entre la comunidad matemática y, de la que por cierto, se cumple un siglo de su formulación. Al fin y al cabo, la erudita había dado a luz a lo que hoy conocemos como álgebra abstracta, basada en dos conceptos: los grupos y los anillos. Como el lector intuirá, no nos referimos a las joyas que se ponen en los dedos, sino a un conjunto de dos operaciones de dos números enteros positivos o negativos (0, 1, 2, 3, 4…). ¿A qué viene este nombre? Porque si sumas, restas o multiplicas uno de estos números, siempre vas a obtener otro número entero. Esta teoría, que podría parecer muy lógica y obvia, se vuelve más compleja si tenemos en cuenta que dichos anillos pueden estar formados por números, funciones, matrices, polinomios u otros elementos, siempre y cuando haya una manera de sumar, restar o multiplicar.

Con la llegada de Hitler al poder se aprobó una ley que prohibía a los judíos impartir clase en las universidades alemanas, por lo que tuvo que huir a Estados Unidos

«Una de las razones por las que los anillos son tan interesantes para los matemáticos es porque a menudo es muy fácil saber que se trata de uno, pero es muy difícil conocer los detalles de ese anillo en particular», explica Tamar Lichter Blanks, matemática, en un reciente artículo publicado en ‘Live Science’ en el que repasa la vida y obra de Noether. «Es como ver un cruasán en una pastelería. Sabes que es un cruasán, pero no si está relleno de chocolate, lleva almendras o cualquier otro ingrediente. Noether demostró que toda una clase de anillos fácilmente identificables comparten una misma estructura interna común. Estos anillos se llaman ahora noetherianos y aparecen todo el tiempo en las matemáticas modernas al ser muy usados en las teorías de números y la geometría algebraica».

Aunque por fin parecía estar establecida en Gotinga, la vida de Noether estaba a punto de volver a cambiar. Con la llegada de Hitler al poder se aprobó una ley que prohibía a los judíos impartir clase en las universidades alemanas, por lo que tuvo que huir a Estados Unidos. Así es como Gotinga recibió un telegrama en el que se solicitaba que seis profesores debían abandonar la docencia de forma inmediata. Según asegura un artículo publicado en el sitio web ‘Math’s Story’, esto no fue un problema para la académica. A pesar de que toda su vida había luchado por conseguir un puesto en la universidad y de la noche a la mañana se quedó sin él, estaba acostumbrada a bregar entre la incertidumbre y el desprecio de sus iguales. Antes por ser mujer, y para entonces por ser judía.

Foto: Mary Astell junto a la tercera edición de su libro. (Wikipedia)

Mary Astell: la filósofa feminista del siglo XVII silenciada por la historia Enrique Zamorano

Entonces, partió rumbo a Estados Unidos gracias a una cátedra ofrecida por la universidad para mujeres Bryn Marw, localizada en Pensilvania, donde también impartían clase más académicos alemanes exiliados. Así, fue mentora de cuatro mujeres más jóvenes que aspiraban a ser un día como ella y dedicarse al estudio de las matemáticas. En aquel momento, Albert Einstein enseñaba en el Instituto de Estudios Avanzados de Pricenton junto a otros intelectuales como Abraham Flexner o Oswald Weblen, quienes le invitaron a dar clases allí en 1934.

Una muerte repentina

Desgraciadamente, su trayectoria académica se truncó cuando en abril de 1935 los médicos le detectaron un tumor pélvico muy avanzado que debía ser extirpado cuanto antes. Apenas cuatro días después de la intervención quirúrgica, murió de forma inesperada a raíz de una fiebre muy alta que le entró. «No es fácil saber qué le sucedió», describió uno de los médicos en declaraciones recogidas en otra biografía de la matemática. «Es posible que le entrara alguna infección inusual y grave que afectó a la base del cerebro, donde se localizan los centros termorreguladores».

En su funeral, el también matemático Hermann Weyl dedicó unas emocionadas palabras de despedida a su admirada profesora y compañera, que sin duda sirven de colofón perfecto para este breve repaso a su vida y legado: «En su corta vida, Noether revolucionó las matemáticas. Siguió enseñando y aprendiendo incluso cuando ni las mujeres ni los judíos eran bienvenidos en las universidades. Nos dejaste en tu mejor momento creativo como el eco de un trueno. Adiós, Emmy Noether, gran matemática y gran mujer. Aunque tus restos mortales se descompongan, siempre apreciaremos el legado que nos dejaste».

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