Arturo Alejandro Muñoz
L’État c’est moi (“el Estado soy yo”), gritó a los cuatro vientos y a la Historia el absolutista rey francés Luis XIV. Años más tarde, su sucesor, Luis XV, tan absolutista como él, diría muy campante:“Après moi, le déluge” (“después de mí, el diluvio”). Si de algo carecían esos muchachos, era de sencillez, y si algo les sobraba, era clasismo.
Cuesta separar aquella veleidad monárquica de la actual soberbia de la derecha política existente en todos los países de habla hispana, incluyendo a la madre patria ubicada en la península del puño, ya que allí campean el clasismo y la fuerte influencia de un clero desprestigiado que en el resto del planeta va en caída progresiva… sin dejar de mencionar la existencia en España de una familia “real” que, en estricto rigor, sólo impetra onerosos gastos que ningún régimen realmente democrático y republicano –con dos dedos de frente en sus Parlamentos o Congresos- estaría dispuesto a sufragar.
Para qué andamos con cuentos; pues si n nuestro amado Chile nunca hubiese existido la izquierda, lo que de seguro habría ocurrido es que jamás hubiera existido tampoco ese bloque político llamado pomposamente Concertación de Partidos por la Democracia, el cual tuvo vida y presencia merced a que un amplio sector ciudadano –de pensamiento y alma izquierdista- le entregó su apoyo no bien terminó exitosamente el plebiscito de octubre de 1988 que puso fin a 17 años de dictadura explícita (porque la otra, la implícita, aún continuamos experimentándola a diario).
Por ello uno se pregunta, tal vez inocentemente, si aquellos concertacionistas que sirvieron de mayordomos a los patroncitos neoliberales, ¿le habrán sacado molde a la espantosa situación socioeconómica y política que generaron y administraron durante 20 años? Pareciera que todavía no logran dimensionar el nivel y profundidad de la traición cometida contra el mismo pueblo concertacionista, ya que el propio Camilo Escalona (uno de los destacados con luces propias dentro de la pandilla de pillastres políticos) aseguró hace años atrás que “hacer oposición fuerte, no conduce a nada a un Chile que sigue estando bien administrado” (por el ‘amito’ gringo de los actuales socios–listos, le faltó decir).
¿Y quiénes administran Chile? Los mismos de siempre, si le echamos un rápido ojo a nuestra Historia. «Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio». Lo dijo hace más de un siglo Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, mandamás de una de las escasas familias que continúan controlando el grueso del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile.
Si la realidad actual no es tan cruel como pudo haber sido, se debe exclusivamente a que un grupo de hombres y mujeres se alzó sobre sus propias debilidades y carencias para crear andamiajes que hablaran por sus pares, por sus compañeros, por los sin voz, por los explotados silentes, por las grandes mayorías..
Ellos hubieron de comenzar estructurando organizaciones algo anodinas, de auto apoyo, llamadas Mutuales, única forma de evadir el garrote patronal y la bayoneta militar (esta última siempre dispuesta masacrar al desarmado, al pacífico, al inocente), para constituir el primer paso del largo camino que conduciría no sólo al desarrollo del sindicalismo sino, además, al nacimiento de los antiguamente llamados ‘partidos obreros’, mismos que hoy forman parte de la mafia neoliberal comandada por los patrones habituales, como sucede, específicamente, con socialistas, pepedeístas y muchos socialdemócratas ya entregados en total complacencia a los libidinosos deseos de la derecha empresarial… al menos es lo que ocurre en Chile, territorio predilecto y regalón de los predadores transnacionales convertidos en amos indiscutidos de los empresarios criollos, militares, policías y editores periodísticos de la llamada ‘prensa oficial’.
Es que –salvo ‘la oficial’- no hay otra prensa en Chile, pues todos los diarios pertenecen a dos cadenas ultraderechistas –EMOL y COPESA- cuyos dueños comparten completamente el mismo ideario fascista, sedicioso, expoliador y entreguista (se trata de una prensa ‘oficial’ que niega la identidad nacional, la cual es reemplazada, venal e interesadamente, por conceptos, hábitos, lenguaje e idearios norteamericanos).
Y sobre este último punto, un alcance. Hace algunos años el gobierno derechista del señor Piñera determinó que el diario “La Nación” dejase de ser editado ‘en papel’ y se transformara en diario virtual, ergo, subido a internet. Hasta hoy, ningún supuesto opositor exconcertacionista y actual NuevaMayoría reclamó en serio -y con fuerza- por esa decisión neoliberal…sin embargo, si tal decisión hubiese sido tomada, por ejemplo, por el presidente de Venezuela, toda la prostituida clase política parlamentaria chilensis actual ya habría rasgado vestiduras y se habría cortado las venas protestando a favor de «la libertad de prensa venezolana”.
Muy hijos de la gran puta neoliberal han sido nuestros politicastros del duopolio ChileVamos-NuevaMayoría, ¿no? Y vivarachos además, porque la derecha se asegura de esa forma que ningún gobierno futuro pueda contar con un diario impreso en papel que se oponga o compita con los fascistas El Mercurio, La Segunda, Las Últimas Noticias (todos de EMOL), La Tercera y La Cuarta (de COPESA). ¿Qué tal? ¿Y eso no es un atentado grave contra las libertades del ser humano? Por el contrario, quienes gobiernan en Pelotillehue llaman a ello ‘Libertad de Prensa’.
Sin embargo, no todo está perdido; en nuestro país aun quedan espacios, bolsones, donde subyacen grupos reacios a la imposición de idiosincrasias foráneas, algunas de ellas francamente atentatorias contra nuestra propia identidad –nuestra vieja y casi difuminada identidad- de chilenos. Esos individuos son catalogados como ‘anarquistas’, ‘locos, e incluso ‘comunistas’.
No quedan dudas entonces respecto a la importancia que han tenido, políticamente, los sectores de izquierda en nuestro país y en el mundo. Sin ellos, es un hecho cierto que las sociedades del planeta estarían todavía sumidas en realidades similares a las que vivieron los europeos durante el absolutismo.
Gracias a los estudios y publicaciones de personajes como Karl Marx, Federico Engels, Louis Althousser, Vladimir Ilich Ulianov, Mao Tse Tung, y otros (incluyendo por cierto a varias Encíclicas Papales, como Rerum Novarum, Mater et Magistra, Populorum Progresum, Laborem Excercens, etc.), la derecha económica, militar y empresarial -más allá de sus actuales construcciones legislativas antidemocráticas- no logró avanzar nuevas imposiciones en beneficio del capital y en detrimento cierto de la humanidad misma.
Si jamás hubiese existido una izquierda política y social, hoy día el mundo estaría asfixiado por la miseria, hambruna y racismo profundo. ¿Leyes laborales? ¿Sistemas de previsión social? ¿Justicia medianamente imparcial? ¿Sufragio universal?
¿Preocupación por los derechos humanos, por el medio ambiente, por la niñez? ¿Liberación femenina? Nada de eso interesó a los dueños del capital durante la época victoriana cuando comenzó la revolución industrial…y ello tampoco preocuparía hoy alos ultra capitalistas si no existiese una izquierda que cautele los mínimos derechos de la mayoría de los humanos.
A nuestros más distinguidos y conspicuos derechistas, enriquecidos seudo aristócratas descendientes de individuos provenientes de Europa que fueron lanzados al mar frente a nuestras costas por haber sido piratas sin ambages, sólo les interesa que se les considere «gente noble y de estirpe» porque poseen más dinero que el resto, pero…
Alguna vez lo dije, lo escribí, y ahora lo reitero y ratifico: ¡¡En Chile TODO empresario multimillonario o enriquecido, así como todo poderoso latifundista terrateniente (sea él o su familia), ha logrado su fortuna robando, expoliando, evadiendo impuestos e incluso asesinando (por mano propia o por medio de sicarios como jueces venales, militares y policías)!! Insisto: todos esos enriquecidos megaempresarios y latifundistas provienen de familias clasistas, sediciosas, ladronas y asesinas…¡¡todos!!
Y es fácil comprobarlo recurriendo a la Historia. Afortunadamente, para muchos de ellos, lo heredado no se hurta.
Por ello la izquierda es más que necesaria, es vital. Ojalá, además, ella pueda también ser gobierno…pero me refiero a la verdadera, a la izquierda-izquierda, y no a esa mescolanza avinagrada de retazos politicastros reconvertidos al capitalismo, dispuestos a transformarse en ‘hijos pródigos’ de sus antiguos adversarios y, por ende, en traidores al pueblo, sin asco y sin ambages ni remordimientos.