¿Qué es lo que realmente interesa e importa a este personaje representante de una política ‘tartufa’ como es la que ha manchado al país?
Arturo Alejandro Muñoz
Acá en el campo es de uso habitual un término que tal vez resulte desconocido, e incluso cómico, para mucha gente citadina, pero grafica a la perfección lo que un agricultor o un trabajador agrícola quieren decir. “Colmatar”… por ejemplo: “la acequia viene ‘colmatada’ y es mejor cerrar la compuerta”.
En este caso, ‘colmatar’ no significa literal ni específicamente ‘colmar’, ‘’llenar’ o algo parecido, sino que viene a especificar que un determinado asunto (acequia, río, canal, lago, etc.) no sólo está lleno sino, además, no tiene ya capacidad para soportar ni transportar más líquido, el cual se saldrá de madre y estragará todo lo que se encuentre a su alrededor. ¿Quedó claro? Espero que sí.
La actividad política se desliza –en un país donde lo civilizado y lo verdaderamente democrático conforman la esencia del ser- por una especie de elegante y eficaz correa transportadora, pero no bien la corrupción, el amiguismo, el familisterio y la deshonestidad (sumadas a la soberbia y al clasismo) se hacen presente, tal actividad cambia de conducto, pues a partir de ese momento serán las alcantarillas su mejor transporte.
Y cuando quienes conducen la política aportan rutinariamente acciones deleznables y desvergonzadas, las alcantarillas ‘colmatan’ y lo peor de lo peor que puede sucederle a una sociedad se avizora sin necesidad de prismáticos ni bolas de cristal. ¿Cuándo, o cómo, ello es detectable sin lugar a error? Un simple ejemplo ha de bastar para entender la globalidad.
Hace algún tiempo, el ex Secretario General de la OEA (y ex ministro de estado) José Miguel Insulza, publicó una columna de opinión en el diario El Mercurio, periódico que ha sido perenne bergantín corsario de la sedición ultraderechista y ‘bombo’ de la fanaticada del neoliberalismo salvaje. Allí, Insulza derramó sus ideas respecto a cómo es la democracia que él, sus patrones y sus asociados duopólicos quieren para nuestro país. En esas líneas, la ley del embudo, del empate y de la frescura de nalgas, fueron protagonistas. No son culpables, según José Miguel, ni el empedrado, ni el cojo ni el almacenero ni el paco de la esquina. La culpa absoluta de todo lo que ocurre (siempre según Insulza) recae principalmente en las organizaciones y redes sociales, en los periodistas y en la ‘indignación pública’ (injusta, según él).
Antes de continuar, vea usted estimado lector, por favor, esta ‘perlita’ del ex OEA:
<<El ambiente que se ha creado en los últimos doce meses en este país es el más nocivo que recuerdo en mi vida política, con la obvia salvedad del período anterior al golpe militar de 1973. Es tiempo de reflexionar sobre cómo cambiar de rumbo. Y creo que muchos comunicadores, cuya libertad de expresión respeto plenamente, deberían jugar un papel más constructivo>>
Ahora, hace pocos días, don José Miguel se despachó otro comentario de aquellos: “El señor (Daniel) Jadue no me da confianza”. ¿No le da confianza…a usted? ¿Y usted da confianza a una mayoría de chilenos?
¿Y la autocrítica señor Insulza? ¿Qué es lo que realmente interesa a este personaje representante de una política ‘tartufa’ como es la que ha manchado al país? No hay duda respecto de cuál es el norte de Insulza y asociados, pues la corporación de intereses económicos y políticos que maneja el país tiene en el Parlamento, y en las tiendas del duopolio, a sus empleados defensores. Esa corporación observa con cierto temor –pánico, tal vez- cómo el sistema impuesto por la dictadura militar a sangre y fuego ha comenzado a desmoronarse, o al menos, a tambalear seriamente.
En un acto rayano en la desesperación tanto como en el ridículo público, el ex OEA siempre sale a disparar a la bandada, aunque, para ser precisos y certeros, cumple sin vacilar su rol de obsecuente empleado de las grandes transnacionales y, en la política cotidiana y local, de agradecido socio menor de las megaempresas transnacionales, la CPC, SOFOFA y Casa Piedra. Él, mejor que nadie, es consciente que la Concertación (hoy Nueva Mayoría) honró a cabalidad el compromiso contraído con los sectores pinochetistas los años 1988-89-90, cual fue darle al sistema económico de salvaje acción contra Chile y su gente, un ropaje de democracia…también “en la medida de lo posible”.
Los favores políticos que, por ejemplo, Pablo Longueira hizo a la Concertación años ha durante la administración de Ricardo Lagos, no salvaron a la democracia ni mucho menos, ya que ella –en términos ortodoxos- aún no existe en nuestro país. Sólo rescataron a tiempo un neoliberalismo profundo cuyo intento más serio no era sólo asentarse en Chile (y en el mundo occidental) como sistema sino, más bien, transformarse en una especie de civilización, tal cual lo explicara el periodista español Vicente Verdú.
En su momento, Longueira coadyuvó con eficacia a Ricardo Lagos y al duopolio para ‘salvar’ el modelo, favor que el propio Pablito cobró (a nombre de las transnacionales) mediante la entrega del los excedentes del cobre a manos privadas, al igual que el mar chileno, la ley de pesca, y otras maravillas “para ir en beneficio de la gente”. José Miguel los abe, pero lo soslaya y, peor todavía, pretende que nadie lo recuerde apostando a la histórica ‘mala memoria’ de los chilenos.
El viejo tango ‘Mano a mano’, compuesto por Razzano y Gardel, en una de las estrofas escritas por Celedonio Flores, reza: “los favores recibidos creo habértelos pagado”, y es lo que algunos dirigentes de la ex Concertación les dicen a los de tiendas ex pinochetistas, como la UDI y parte gruesa de RN. Claro que en ese mismo tango la letra continúa: “y si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado, a la cuenta del otario que tenés, se la cargás”. En este caso, el ’otario’ no es otro que la cofradía formada por la CPC, SOFOFA y SQM.
En tales idas y venidas, Insulza se permitió meses atrás a amenazar al público advirtiéndole –cuestión que a ciertos quintacolumnistas insertos en la Nueva Mayoría les encanta- cuán posible es una intervención militar totalitaria si la “indignación popular” insiste en cambiar el sistema, o gran parte de él. Lo anterior incluye las críticas a los parlamentarios y dirigentes de partidos, ya que según Insulza ello también atenta contra la democracia, la dignidad de Chile y de sus líderes.
“Con todas sus limitaciones, la política chilena no es corrupta”, escribió el ex OEA (lo que debe leerse: “yo no soy corrupto, y mis amigotes y socios tampoco lo son”). Pese a ser consciente de cuál es la verdadera opinión de la ciudadanía al respecto, dirigentes como el que ha convocado estas líneas insisten en negar sus responsabilidades en la actual situación de desmérito y descrédito de la política nacional, endilgándole a la gente, a las organizaciones sociales y a algunos comunicadores la culpa de la mala vibra y peor realidad que distingue al accionar público y administrativo de la nación.
Esos individuos, con Insulza a la cabeza, olvidan que en el pre golpe de 1973 muchos de ellos fueron quienes abandonaron a Salvador Allende impetrando cambios más revolucionarios, más profundos, aislando al gobierno y dejándolo sin oxígeno para llegar a acuerdos válidos con los sediciosos dirigentes de la CODE, confederación, corporación o central conformada por derechistas y democristianos el año 1972, precursora e impulsora del golpe de estado.
Entre esos revolucionarios excedidos, estaba el joven exMAPU dirigente universitario en la FECH, José Miguel, salvador de Pinochet, … pero ahora, convenientemente travestido en ‘centroizquierdista de orilla’, olvida su pasado. Sin embargo, no es un hombre sin cultura ni carencia de formación política, por lo que debe conocer muy bien la frase de Carlos Marx, quien en su obra “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” escribió: “la Historia se repite primero como tragedia y después como comedia”.
El accionar de varios individuos que hoy fungen de líderes, o de ‘figuras’, en la Nueva Mayoría, terminó siendo para la Unidad Popular una tragedia (en especial para el sobrio y demócrata Allende). Hoy, muchos de esos mismos individuos son actores de una infumable comedia, la que interpreta a diario la Nueva Mayoría con personajes como el ex OEA, que pretende dar cátedra y pontificar respecto de quiénes pueden y no pueden (o deben y no deben) ser candidatos a la presidencia de la nación, ya que para él y para sus socios lo importante, lo vital, es no tocarle al modelo neoliberal ningún nervio importante.
Todo ello, todo lo relatado en estas líneas, al menos a quienes en la ciudadanía cuentan con buena memoria y con más de medio siglo de vida, ya los ha “colmatado”.
ACERTADO COMENTARIO QUE COMPARTO EN SU TOTALIDAD.
AGREGARIA QUE EL GRUPO DE INFILTRADOS DEL MAPU QUE ENTRO POR LA VENTANA AL PSCH,LO HIZO A INSTANCIAS DEL MALFAMADO RICARDO NUñEZ,VERDADERO ENTERRADOR DEL PARTIDO,Y SUJETO CUYA INCAPACIDAD POLITICA LO HIZO INSTRUMENTO DE TODAS LAS TENDENCIAS QUE SOSTENIAN LA TRANSFORMACION DEL SOCIALISMO CHILENO,EN UNA EMPRESA AL SERVICIO DE LAS CORPORACIONES MINERAS QUE SAQUEAN EL PAìS.NI HABLAR DEL ESCALONA CUYAS AVENTURAS EN LA ARTEZA DOMESTICA,DEJAN EL TIEMPO QUE ENCUENTRA.