Arturo Alejandro Muñoz
Algunas veces conviene dar una vueltita por la Historia para recordar ciertas anécdotas, chascarros y asuntos que muestran a esas ‘autoridades’ que sólo logramos ver en estatuas, monumentos, pinturas y fotografías desvaídas. Es algo así como el “lado B” de nuestros políticos, de nuestros inefables hombres públicos (artistas incluidos) …sí, hombres…porque a ese género pertenecen los individuos que mostraremos en esta caleidoscópica nota.
Comencemos, si les parece, el año 1831, cuando Chile recién comenzaba a respirar un tímido aire de nación independiente, y el caos, el desorden, el desbarajuste rondaba de norte a sur poniendo en evidente peligro la soberanía y el territorio, así como mantenía bailando sobre una cuerda a los gobiernos de entonces. . Un comerciante, Diego Portales Palazuelos, de clara tendencia conservadora, puso finalmente lo que faltaba: una columna vertebral a lo largo del país, un estilo de administración que satisfizo plenamente a los poderosos de la época. El “espíritu portaliano” se ha mantenido, hasta hoy día, arraigado en algunos sectores de nuestro país, especialmente aquellos que se confiesan derechistas, amantes del orden a nivel de toques de queda y estados de excepción; son los mismos que insisten en predicar que Portales era la encarnación de la república, del buen gobierno y del respeto al prójimo. ¡¡Craso error!! Portales nunca fue nada de aquello. Demostrado queda que Portales consideraba también de muy mala manera a los aristócratas santiaguinos y pencones. En buen chileno, los “puteaba”. Demostrado queda ello en una de sus cartas enviadas a su amigo Antonio Garfias. Hela aquí:
10 de Diciembre de 1831.
Señor don Antonio Garfias.
Mi don Antonio:
Dígale Ud. a los cojudos que creen que conmigo solo puede haber Gobierno y orden que yo estoy muy lejos de pensar así y que si un día me agarré los fundillos y tomé un palo para dar tranquilidad al país, fue sólo para que los jodidos y las putas de Santiago me dejaran trabajar en paz. Huevones y putas son los que joden al Gobierno y son ellos los que ponen piedras al buen camino de éste. Nadie quiere vivir sin el apoyo del elefante blanco del Gobierno y cuando los hijos de putas no son satisfechos en sus caprichos, los pipiolos son unos dignos caballeros al lado de estos cojudos. Las familias de rango de la capital, todas jodidas, beatas y malas, obran con un peso enorme para la buena marcha de la administración. Dígales que si en mala hora se me antoja volver al Gobierno, colgaré de un coco a los huevones y a las putas les sacaré la chucha. ¡Hasta cuándo… estos mierdas! Y Ud., mi don Antonio, no vuelva a escribirme cartas de empeño, si no desea una frisca que no olvidará fácilmente.
No desea escribirle más su amigo
- Portales
¿Qué tal? Parece que los “dueños del país” siempre han sido exactamente lo que de ellos opinaba Portales: “Las familias de rango de la capital, todas jodidas, beatas y malas, obran con un peso enorme para la buena marcha de la administración. Dígales que si en mala hora se me antoja volver al Gobierno, colgaré de un coco a los huevones y a las putas les sacaré la chucha”.
En otra carta anterior (del 06 de diciembre del mismo año 1831), Portales le confiesa a Garfias lo siguiente (sobre la Constitución propuesta por Mariano Egaña):
<<Escribí a Tocornal sobre este mismo asunto, y dígale usted ahora lo que pienso. A Egaña que se vaya al carajo con sus citas y demostraciones legales. Que la ley la hace uno procediendo con honradez y sin espíritu de favor. A los tontos les caerá bien la defensa del delincuente; a mí me parece mal el que se les pueda amparar en nombre de esa Constitución, cuya majestad no es otra cosa que una burla ridícula de la monarquía en nuestros días. Hable usted con Tocornal , porque él ya está en autos de lo que pienso hacer. Pero a Egaña dígale que sus filosofías no venían al caso. ¡¡Pobre diablo!!>>
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Ah, es que la política siempre permite desahogos como aquellos, y en cualquier época. Mire usted lo que ocurrió el año 1955 –pleno siglo veinte- en una conferencia de prensa dada por el entonces presidente Carlos Ibáñez del Campo. El país venia saliendo de la dura e inefable administración del gobierno de Gabriel González Videla quien puso fuera de la ley a su antiguo aliado, el partido comunista (Ley de Defensa Permanente de la Democracia, o “Ley maldita”). Un periodista le preguntó a Ibáñez:
-En su gabinete destacan con luces propias sus grandes amigos, Presidente… ¿qué puede decir al respecto?
-No entiendo a dónde quiere usted llegar con esa pregunta, señor…
-Excelencia, es simple y directa…usted ha nombrado en su gabinete solamente a amigos suyos.
-Claro que sí, tiene razón, he nombrado a mis amigos solamente.
-¿Y por qué lo ha hecho, excelencia?
– ¿Por qué? ¡¡Porque no voy nombrar ministros a mis enemigos, pues hombre!!
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Durante mucho tiempo se habló (se rumoreó, en realidad) respecto de una supuesta misoginia del expresidente Jorge Alessandri Rodriguez, un ingeniero millonario, empresario, conservador a ultranza y reconocido como persona austera y solitaria. Incluso su propio padre, Arturo Alessandri Palma, innegable enamoradizo político liberal, había declarado alguna vez a uno de sus amigos que su hijo Jorge estaba estudiando “para ser dios”, ya que no bebía, no fumaba, no trasnochaba ni gustaba de las fiestas, de las jaranas ni de nada parecido (como contrariamente eran atracciones personales de don Arturo).
Pues bien, en 1960 llegó a Chile la actriz y diva española Sara Montiel. Dos años antes –en 1958- se había estrenado en nuestro país el film “El último cuplé” protagonizado por esa actriz. Una visita a radio Corporación, u show en el restaurante “Waldorf” y un té organizado por la revista “Ecran” fueron parte de su itinerario. Pero, antes se reunió con el Presidente Jorge Alessandri Rodríguez, quien según las crónicas de la época había visto “El Último Cuplé” y “La Violetera” en más de diez ocasiones cada una.
Nadie sabe nada respecto de lo acaecido en esa reunión de Sarita con Jorge. Un viejo periodista de espectáculos, ya fallecido, compañero de correrías hípicas junto a mi propio padre (en el Hipódromo Chile y en el Club Hípico), confidenció a mi progenitor que el presidente Alessandri esa tarde-noche le habría insinuado matrimonio a la diva española, la que rechazó la solicitud con el tacto y diplomacia requeridas. Como se sabe, Alessandri Rodríguez murió soltero y sin haber engendrado hijas ni hijos…lo que nadie sabe es si alguna vez logró “verle el ojo a la papa”, como decimos acá en el campo.
Aunque, cuidado, ojo…porque el maledicente rumor populachero (que por lo general es sólo comidillo sin una sola pizca de veracidad), a comienzos de la controvertida década de 1970 señaló en más de un momento que nuestro querido cantante José Alfredo “Pollo” Fuentes, sería hijo de don Jorge. Obviamente, es un rumor desagradable al cual le doy cero veracidad…además, recordemos que más tarde se le atribuyó al mismo Alessandri Rodríguez la paternidad de, nada menos, “Coco” Legrand. ¡Qué manera de hablar estupideces tenía la gente en esos años!…en fin…mejor sigamos con lo que nos convoca.
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En 1965 ingresé a estudiar Pedagogía en Historia y Geografía en el Instituto Pedagógico de la inigualable Universidad de Chile. Allí conocí a muchos genios de la política, el arte y el saber, como Clodomiro Almeyda, Nicanor Parra, Olga Poblete, Marta Harnecker, Armando Cassigoli, Antono Skármeta y muchos más. Pero, también conocí a muchos alumnos que merecieron mis respetos y admiración. El “Chico” Pérez fue uno de ellos. Él era “mirista” de verdad…de esos que hacían del MIR (/Movimiento de Izquierda Revolucionaria) un compendio de coherencia, consecuencia y ejemplo de vida política.
En 1966 Eduardo Frei Montalva entregaba su cuenta pública ante el Congreso Nacional. Las graderías del hemiciclo, sede del poder legislativo, estaban abarrotadas de público. Entre ese público se encontraba Chico Pérez. En un momento de la alocución de Frei Montalva (registrado en directo por la TV y algunas radioemisoras), mi querido compañero de estudios se desgañitó acusando a todo pulmón al Presidente por el asesinato de trabajadores en el campamento minero de CODELCO “El Salvador”. “¡¡Usted es el responsable principal de esa masacre, asesino inmoral!!!, gritó el Chico…y carabineros se le echó encima como siempre, con mamporras y botas. “¡¡Usted y el capitán Alvarado Gamboa…asesinos!!”. Pérez fue apresado y lo mantuvieron detenido en la Primera Comisaría, en pleno centro de Santiago. Al caer la tarde, una orden presidencial emitida por el ministro del interior dejaba en libertad a mi compañero y, además, le invitaba a conversar con el mismísimo Presidente en el palacio de la Moneda.
Desconozco si Pérez aceptó el convite…supongo que no lo hizo, pues nunca se refirió a ello cuando regresó al Instituto Pedagógico dos días después.
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En 1970 yo era dirigente del Centro de Alumnos de la Escuela de Servicio Social de la “U”, y en esa misma calidad era también dirigente en la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile). El primer síntoma de la decisión confrontacional y bélica que había decidido tomar el PDC contra la UP; (Unidad Popular) se dio el año 1971 en una elección, en la cual, una vez más, triunfó finalmente la izquierda que dirigía el militante comunista Alejandro Rojas. Pero, la noche del recuento final de votos fue digna de una película de Sergio Leone, director de filmes como “El bueno, el malo y el feo”.
En el segundo piso del viejo edificio de la Alameda, casi esquina de San Isidro (al lado del desaparecido cine Santa Lucía), y que servía de casa central a la asociación estudiantil, se abarrotó con gente venida de todas las facultades y escuelas. El griterío era ensordecedor, pero entre las exclamaciones, órdenes y quejas se escuchó claramente: “¡¡Los de la DC se robaron una urna!!” Se armó la tremolina…hubo golpes, silletazos, mandobles, patadas…y a la Jenny (democristiana que pegaba y pegaba confiando en su género), le llegó finalmente un “upper cut”, de un mirista de la escuela de Ingeniería, en pleno rostro, mandándola ‘groggy’ al piso. Jamás lo he olvidado…y jamás Jenny regresó a la FECH.
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Tengo mucho, pero mucho más que contar. De ustedes depende que lo haga. ¿Están de acuerdo…o callo? De ustedes, y sólo de ustedes, depende.