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Entrevista: Sofia acusada de quemar municipalidad de Buin

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Habla Sofía Arévalo, acusada de incendiar la Municipalidad de Buin: “Una mañana salí de mi casa y al otro día estaba en el Sename”

LA VOZ DE LOS QUE SOBRAN

JOSEFA BARRAZA. DICIEMBRE 16, 2020 

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Sofía y Joaquín tenían 17 años cuando fueron detenidos e imputados por el incendio de la Municipalidad de Buin en noviembre del 2019. El Juzgado de Garantía de San Bernardo decretó la medida cautelar de internación provisoria y estuvieron 78 días en el Sename en el CIP de Santiago. Sofía, ahora de 18 años, estudia Trabajo Social mientras espera el juicio oral y trata de salir adelante con el estigma de ser considerada “un peligro para la sociedad”.


Son las cuatro de la tarde del viernes 11 de diciembre. Sofía Arévalo (18) luce relajada ante la cámara- en medio de una entrevista a través de Zoom- mientras explica entre risas que las palmas de sus manos están negras por la tintura que se aplicó en el pelo un día antes. Su voz es suave y conversa de forma pausada. Y esos destellos de vanidad hablan de su adolescencia truncada tras la revuelta social.   

A ratos guarda silencio, tratando de recordar lo que vivió hace exactamente un año.

A las 19 horas del lunes cuatro de noviembre del 2019, luego de asistir a una manifestación en la Plaza de Armas de Buin, junto a Joaquín Cáceres fueron detenidos por Carabineros acusados de incendiar la Municipalidad de la comuna. Ambos eran estudiantes secundarios y se conocían por uno y que otro encuentro. No eran amigos.

Sofía días antes de su detención había egresado del colegio y se preparaba para rendir la PSU; Joaquín seguía cursando tercero medio con mención en contabilidad en un liceo técnico de la comuna. Desde el 18 de octubre los adolescentes participaron en distintas actividades en el centro de la comuna, organizaron conversatorios y confeccionaron lienzos.

A ambos también les cambió la vida de un día para otro.

En la mañana del cinco de noviembre se llevó a cabo la formalización de los estudiantes por el delito de incendio en el Juzgado de Garantía de San Bernardo.

“Arrojaron cartones y una bolsa grande con contenido desconocido, agregando un líquido transparente para luego encender fuego a esos cartones y la bolsa y huyeron hacia la plaza de Buin quedándose en dicho lugar observando cómo se incendiaba”, se lee en un extracto de los antecedentes recabados por el Ministerio Público.

Finalmente el Tribunal aceptó la solicitud de dicho organismo y decretó la medida cautelar de internación provisoria en un centro del Sename para los jóvenes, por ser considerados un peligro para la sociedad. Además, les informaron que arriesgaban hasta diez años de cárcel.

Joaquín fue enviado al Centro de Internación Provisoria de San Joaquín, mientras que Sofía al Centro de Internación Provisoria (Femenino) Cip de Santiago.

-Una mañana salí de mi casa y al otro día estaba en el Sename-, relata Sofía, quien conversa desde la casa de su mamá.

En enero pasado, para revocar la medida cautelar ante la Corte de Apelaciones, la Defensoría de la Niñez presentó un informe “amicus”, en el que se explicaban los estándares internacionales de la Convención sobre los Derechos del Niño y las reglas de Beijing que regulan el tratamiento de adolescentes privados de libertad.

El 22 de enero la internación provisoria fue revocada a arresto domiciliario total. Estuvieron exactamente 78 días en el Sename.

Luego de eso, la vida de Sofía no volvió a ser la misma.

-Sofía ¿Cómo han sido estos meses?

-Muy extraños. Gracias a la pandemia no fue tan fuerte lo de mi arresto domiciliario, porque estábamos todos en lo mismo. Sentí que tenía una vida normal, aunque siempre con la ansiedad de qué viene ahora en cuanto a mi caso. He sentido mucha rabia, porque me pregunto por qué estoy pasando por esto, debería estar preocupada de otras cosas, no de este proceso.

-Saliste del colegio el año pasado ¿Qué planes tienes ahora?

-Luego de dar la PSU en el Sename, lo que fue muy raro, porque estábamos en la sala dando la prueba y las otras niñas que estaban también rindiendo le preguntaban a la supervisora las respuestas, porque no sabían. También me preguntaron y no les podía decir. La prueba de ciencias la di sola. Pensé que me iba a ir mejor. Entré a estudiar Trabajo Social a la Universidad Andrés Bello. No pude empezar normalmente mi primer año por la pandemia. Lo bueno es que no tenía que estar preocupada por los horarios, como salir tarde de la universidad y no llegar a tiempo a la casa por el arresto domiciliario nocturno.

Sofía hace una pausa y explica que antes de su detención sus planes eran estudiar pedagogía en alemán. Sin embargo, al estar en un centros cerrado de Sename, le preguntó a las educadoras de trato directo a qué se dedicaban porque quería realizar la misma labor que ellas. Finalmente decidió estudiar Trabajo Social y ayudar a otras niñas.

El día del incendio

Aquel cuatro de noviembre del 2019, Sofía Arévalo salió de su casa por la mañana siguiendo la rutina que tenía desde hace dos semanas: ir a la Plaza de Buin, para ayudar en conversatorios sobre las condiciones de los colegios de la comuna. A pesar de que el sector es tranquilo, Sofía se dio cuenta que por la tarde el ambiente estaba enrarecido.

En las imágenes de las cámaras de seguridad, se observa a Joaquín lanzando una bolsa de basura hacia la entrada de la municipalidad, mientras que Sofía solo mira la escena a un par de metros. Segundos después, se van.

La adolescente evita hablar sobre el incendio, pero continúa con la conversación.

-Estábamos llegando a nuestras casas y nos detuvieron. Llegó una patrulla y me dicen que estaba detenida y no nos decían el porqué. Cuando nos tenían rodeados nos dijeron que era por el delito de incendio. Les dije que yo no había hecho nada. Nos subieron a la camioneta, y le decía a Joaquín que en la comisaría se iban a dar cuenta que no habíamos sido nosotros-, cuenta la joven.

-¿Qué pasó al llegar a la comisaría?

-Un carabinero nos dijo que nosotros andábamos haciendo destrozos, y me mostró un vídeo diciendo “¡Acaso esta no erís tú!” donde salgo literalmente parada viendo mi celular. Si quieren acusarme, que tengan vídeos válidos. Me trataron como si fuese la peor persona, me dijeron que pasaría la noche ahí y que iba a pasar a tribunales. Esa noche fue horrible, hacía mucho frío y dormí con una niña que jamás había visto en mi vida, abrazadas en el suelo (del calabozo). Tenía como 15 años y estaba ahí por hurto. Toda la noche me interrumpieron pidiéndome las contraseñas de mi celular, amenazándome.

-¿Qué recuerdos tienes de la formalización?

-En los calabozos del tribunal había gendarmes que nos trataron muy mal, nos dijeron cosas feas, y antes de entrar a la sala a Joaquín le pasó algo con ellos. Pero cuando entramos la jueza hablaba y yo no entendía nada. Yo no paraba de llorar, solo entendí “Sename” y “Diez años”, y las mentiras de la fiscal diciendo que yo había hecho cosas, que era la autora intelectual, lo que no es así. Cuando me dijeron que me iba a ir al Sename sentí como la sangre me bajó por todo el cuerpo. Todo el rato pensé en mi mamá, y me daba pena, por cómo se sentía en ese momento.

Según antecedentes de la investigación que posee Marlen Quintanilla, abogada de Joaquín, en el Juzgado el adolescente fue desnudado y obligado a realizar sentadillas, mientras que personal de Gendarmería lo agredía verbalmente. También les negaron el consumo de agua a pesar del intenso calor.

¿Cómo fueron tus primeras semanas en el centro de Sename?

-Llegué de noche al centro y tenía tres compañeras más en la casa (número dos), quiénes estaban por otros delitos. Una de ellas era súper tierna, me enseñó a hacer mi cama. La casa estaba cerrada por fuera y solo comíamos con cuchara. A las ocho nos levantábamos, hacíamos nuestros quehaceres, y desde las 11 teníamos talleres como repostería. A las cuatro de la tarde teníamos la once y a las siete la cena. Éramos poquitas niñas en el centro, en mi casa nunca superamos las cinco niñas. Como tenía que dar la PSU, trataba de estudiar con otras compañeras. Algunas estaban por homicidio, pero jamás me alejé de ellas porque quizás mataron a una persona, no las juzgué. Éramos todas iguales y ellas se dieron cuenta que nunca intenté sentirme más que ellas y por eso me aceptaron. Me decían “Chofi”.

-¿Cuál fue la experiencia que más te marcó dentro del centro?

-Tuve que aprender a tener mucha paciencia, porque cuando hablábamos con las niñas se equivocaban al decir palabras, y yo las corregía como una forma de ayudarlas y se enojaban, me decían “Ay si tú sabís todo”, o cuando hablaban mal de otras mujeres, les explicaba que no tenían que hablar así. Soy feminista, sentía la necesidad de hacerlo. Pero, de verdad pensé que nunca saldría del Sename, veía que todas mis compañeras se iban, hasta las que estaban por homicidio y yo seguía ahí, me sentía botada. Tampoco pude ir a mi licenciatura.

Pero hay otro recuerdo que a Sofía le pesa: Estuvo engrillada de pies y manos en su formalización. La joven dice que en cierto sentido fue correcto estar engrillados con Joaquín, porque los otros imputados se iban a dar cuenta que no tenían un trato distinto. Que eran igual que todos.

-Fue muy doloroso. Fue muy fuerte el no poder caminar. Cuando fui a declarar (engrillada), pudieron haberme soltado, pero no fue así-, confiesa.

-¿Cómo fue el día que saliste del centro?

-Estaba en el taller repostería, y me dicen que tenía que ir a la oficina. Pensé que era por un control dental, pero mis compañeras me gritaron “¡Te vai para la casa!”, y yo les decía que no. Llegué a la oficina y me dijeron que me iba. Me puse a llorar y les pregunté si era en serio. No lo podía creer. Una compañera con la que tuve un problema, se escapó de la casa para abrazarme y despedirse. Fue muy emocionante.

-¿Cuánto cambio tu vida tras esta vivencia?

-Me da miedo salir. Cada vez que escucho una sirena me dan ganas de vomitar, puede que esté en mi casa haciendo nada y si escucho una sirena pienso que me pueden venir a buscar. Me pongo muy nerviosa, me pongo a tiritar, el proceso en general me estresa. Creo que en cualquier momento me pueden detener, me cuesta dormir. Incluso, cuando aún tenía arresto domiciliario nocturno (hasta el dos de diciembre), los carabineros venían en la madrugada a controlar. Nunca más volveré a ir a una manifestación. No quiero volver a pasar por lo mismo.

-¿Cómo te sientes después de todo lo que pasaste durante este proceso?

-Siento que hay un grado de persecución hacia nosotros, insisten en culparnos de algo que no hicimos. Me he sentido mal, me pregunto por qué nos hacen tanto daño. Siento que llevo una carga muy pesada para la edad que tengo. No me avergüenzo, algunos compañeros de carrera saben mi historia, me han preguntado y yo les cuento. Los profes también saben. Con Joaquín seguimos hablando. Solo pienso que Miguel Araya, el alcalde de Buin, es una mala persona, porque insiste en culparnos. En julio me fui a vivir a Puente Alto, ya que en Buin me sentía muy perseguida. Ya no me sentía segura.

*Actualmente, Sofía y Joaquín siguen en espera de su juicio oral y en una posible reformalización de sus causas. Mientras tanto, se encuentran con arraigo nacional, prohibición de acercarse a la Municipalidad de Buin y supervisión de un programa del Sename.

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