Bryan Koulouris.
Socialist Alternative, Sección del Comité por una Internacional de los Trabajadores en Estados Unidos.
Una de las administraciones norteamericanas más reaccionaria, intolerante y depredadora de la historia moderna ha tomado oficialmente el poder. La presidencia entrante de Trump, con sus tuits incendiarios y conferencias de prensa estrafalarias, y con nombramientos de su gabinete y órdenes ejecutivas reaccionarias, comprensiblemente hacen sentir a millones de personas que se encuentran dentro de una pesadilla. Trump ha horrorizado a muchos al proponer un aumento de las deportaciones y ataques a los derechos reproductivos de las mujeres y a los sindicatos, mientras el nuevo congreso con mayoría republicana está ocupado desmantelando el Obamacare.
Trump ya ha revertido la decisión de Obama y ha dado el visto bueno a los oleoductos “Dakota Access” y “Keystone XL”, con lo que ha dejado claro que las regulaciones medioambientales serán generalmente ignoradas para animar a los industriales a construir fábricas en los EEUU. También ha dado la orden de dar luz verde a la construcción de una “muralla” en la frontera con México y ha preparado el escenario para un número de deportaciones sin precedentes de trabajadores indocumentados.
Sin embargo, el miedo no es la única reacción hacia el “Depredador en Jefe”. A su toma de posesión le siguió el día de mayores protestas en la historia de los EEUU, con una marcha de mujeres el 21 de enero que movilizó a más de 3 millones de personas. Este movimiento debe continuar, profundizarse y escalar para detener la agenda reaccionaria de Trump. Podemos detener sus políticas, pero esto requerirá una resistencia decidida, un masivo movimiento de desobediencia civil y la ruptura con la “normalidad”.
Porque es la normalidad del sistema actual la que ha dado como resultado que ocho personas tengan la misma riqueza que la mitad de la población más pobres (3.600 millones de personas). El mantenimiento de la normalidad bajo los Demócratas y Republicanos ha perpetuado la destrucción del clima, la guerra, la desigualdad salarial, el racismo y el machismo. Y esta normalidad ayudó a abrir la puerta a la demagogia populista de Trump. La mayoría de la clase dirigente americana no ven a Trump como un defensor fiable de sus intereses, pero para la clase trabajadora, Trump y su gabinete de multimillonarios son sus absolutos enemigos.
Una clase dirigente profundamente dividida
Las clase dirigente multimillonaria en EEUU e internacionalmente está dividida en cuanto a cómo lidiar con el ascenso de Trump a la posición de mayor poder en el mundo.
La retórica nacionalista y proteccionista de Trump está creando una profunda ansiedad entre los “aliados” internacionales de los multimillonarios estadounidenses. Trump ha enfadado a la mayoría del “establishment” europeo al declarar que la Unión Europea desaparecerá y que la alianza militar de la OTAN está “obsoleta”.
Las tensiones entre EEUU y China se están incrementado rápidamente. Los líderes chinos han amenazado con “quitarse los guantes” en sus interacciones con Trump.
Nuestro movimiento no debe responder al nacionalismo de Trump con los ecos anti-rusos de la Guerra Fría. La lucha será mucho más efectiva si nos concentramos en pelear contra el racismo, el sexismo, y las políticas contra la clase trabajadora que proponga la derecha.
Los Demócratas y el movimiento
Necesitamos basar nuestro movimiento en las necesidades de la gente trabajadora y no limitar nuestras demandas a lo que sería aceptable por los líderes del Partido Demócrata.
Necesitamos la unidad y solidaridad de todas las personas que se oponen activamente a Trump para detener sus ataques. Cada persona que esté contra Trump debe apoyar a las mujeres que se enfrentan a los recortes en Planificación Familiar; y lo mismo es cierto para los inmigrantes o para cualquier otro grupo que sufra sus políticas. Los sindicatos, grupos locales, organizaciones feministas, activistas de “Black Lives Matter” (Las Vidas Negras Importan) y los socialistas deben movilizarse juntos con demandas claras y acciones decididas.
Al mismo tiempo, los nuevos movimientos de masas necesitan invitar a la gente que están participando en sus primeras protestas o reuniones organizativas. Esto significa que las nuevas coaliciones contra Trump incluirán a personas que frecuentemente miran al Partido Demócrata en busca de liderazgo.
Desde Alternativa Socialista proponemos la necesidad de un nuevo partido del 99% que sea una fuerza que luche contra la agenda de Trump sin reservas. La dirección del Partido Demócrata preparó el camino para la victoria de Trump, y sus políticas han estado aplastantemente controladas por las élites corporativas.
Alternativa Socialista trabajará con aquellos Demócratas progresivas alrededor de demandas claras que puedan movilizar a la gente, pero no limitará su programa, estrategia o tácticas a lo que sea aceptable para los Demócratas pro-grandes empresas. Por el contrario, nos basaremos en las necesidades de la gente trabajadora para resistir un sistema y un presidente adictos a la destrucción.