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El dolor por lo vivido sigue nítido a 47 años del golpe de estado y así se mantendrá por siempre

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PULSO SINDICAL DIARIO DE LA CGT CHILE 

11 SEPTIEMBRE 2020

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«..Estoy aquí donde jamás me fui, estoy aquí y a veces canto, te puedo ver sola bailando, para que nadie pierda la memoria porque soy parte de esta historia, están mis hijos, mi mañana, mi mañana..».                                             Illapu

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1.-
 Marcaba el reloj las 22.30 del 10 de setiembre de 1973. Me habían integrado a la dirección del comité local y entregado la tarea de resguardar los carné del Séptimo Congreso, que serían entregados en algunas semanas.

Caminamos, un compañero y yo, por Urmeneta hasta San José, subimos hacia el oriente y al llegar a J.J. Pérez los vimos avanzando, lentamente, de norte a sur.

Un Jeep con 2 militares armados en la cabina, una ametralladora punto 30 en el techo y el servidor de la misma en posición de tiro.

Todos lucen un brazalete blanco en uno de sus brazos. En la calle no se ve un alma, es el golpe que ya ha comenzado en San Bernardo.

2.- A las 6.30 horas del 11 golpean con fuerzas  la puerta de la casa de mis padres. Hay movimiento de militares en Valparaíso dicen, vamos a ver si podemos ayudar en algo. Salí de ahí para no volver hasta después de ser liberado del campo de prisioneros de Chena.

Llegamos a un local del partido en calle Primero de Mayo, cerca de la Maestranza. En un gran tambor se queman cientos de documentos y se envían recados e indicaciones a distintos compañeros. El golpe es una dolorosa constatación y duele no poder hacer más, pero no tenemos con que.

Las horas que siguen son una voragine de sensaciones y acciones. Un acto en la entrada del Liceo de Hombres, abrazos y compromisos con lágrimas en los ojos mientras cantamos el Venceremos y la Internacional. Corremos hacia el centro por calle Bulnes, mientras en radio Magallanes se escuchan las últimas palabras del presidente Allende y aparecen los primeros camiones con tropas.

Se habla de detenidos aquí y allá, de los camiones de milicos que se meten a los barrios. Anuncian el toque de queda a las 2 de la tarde y luego lo corren para las 6. El equipo de dirección se reúne lentamente en una casa de seguridad que está frente a la cárcel de San Bernardo, por Urmeneta entre O’Higgins y Arturo Prat.

El sol de setiembre muto en nubes ya entrada la tarde  y los balazos arrecian en distintos lugares de la comuna. No hay teléfonos. Solo el resumen de lo que cada uno de quienes estamos ahí ha vivido en este día aciago, nos permite constatar lo grave de la situación. Cae una lluvia tenue y a las puertas de la cárcel comienzan a llegar camiones del SIDUCAM (los camioneros en paro) desde dónde bajan a la gente, a punta de patadas y golpes de fusil.  Los gritos y las imprecaciones son audibles pero nada podemos hacer sino mirar y lamentarlo.

¿Cuántos de los nuestros  habrán llegado ahí esa noche, cuántos de estos no volvieron a ver la luz del sol?

Es el golpe militar que tanto se temía, los milicos se han sublevado, mataron al presidente y el terror se instala desde ahí en adelante en nuestra tierra.

3.-
 Esa noche del 11 mientras revisaba mis bolsillos para descubrir cualquier cosa que pudiera complicarme en caso de salir a la calle, encontré muy bien doblada mi insignia de la BRP. Estuve mucho rato manipulandola con mis dedos, hasta que la hice una bolita que guarde en el bolsillo del pantalon, bolita que volví a encontrar cuando me llevaron al cerro Chena y que trague para no agravar más mi situación.

El 12 de septiembre, mientras aún se mantiene el toque de queda, fui mandatado para salir de la casa y cruzar la linea del tren para llegar hasta el sector de Antonio Varas. Era el inicio del chequeo y búsqueda de novedades. La gente se reúne en las esquinas y se oculta cuando aparece una patrulla militar. Supe de los detenidos en el CEMI, los pobladores llevados a la comisaria, los muertos en las calles y el enorme dolor que embarga a millares en todo Chile.

4.- Con solo 17 años y siendo un modesto jotoso que a última hora del 10 de setiembre recibió una tarea, anduve por varios dias con mi bolsita plástica y los carné de la jota, que finalmente mi abuelo enterró en alguna parte de su gran patio, sin darme nunca la ubicación exacta. Ignoro de quién era la bicicleta que en algún momento me pasaron pero agradezco haber contado con ella, pues así supe de muchos y pude llevar y traer información, simple pero valiosa.

El dolor por lo vivido sigue nítido a 47 años del golpe de estado y así se mantendrá por siempre.

A todos los sambernardinos, a los compatriotas, hombres y mujeres que dieron su vida desde este día maldito, así como a los que aportaron un granito de arena para que la causa no muriera, mi sentido homenaje y la reiteración del compromiso que tomé con los 11 ferroviarios fusilados en el campo de prisioneros del Cerro Chena, que no es otro que mantener siempre en alto las banderas de la clase trabajadora y del pueblo. 


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Nuestra fuerza la Unidad

Nuestra meta la Victoria

Manuel Ahumada Lillo

Secretario C.G.T. CHILE

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