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Este es ‘Ramiro’: Las operaciones de la Unidad Especial de Valparaíso del FPMR.

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Por Manuel Salazar Salvo.

La aparición en escena del Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue a través de una acción de gran envegadura: volaron 12 torres de alta tensión que dejaron a oscuras la zona central del país a fines de 1983. En los dos años siguientes los rodriguistas se hicieron sentir mediante acciones que se cuentan en miles, entre las que se encuentran el controvertido secuestro del niño Gonzalo Cruzat y el rescate desde la Clínica Las Nieves de Fernando Larenas. En varias de estas ocasiones tomó parte Mauricio Hernández Norambuena, y su unidad porteña.

En junio de 1982 los primeros cinco chilenos formados militarmente en Cuba y que ya habían combatido en Nicaragua, fueron seleccionados para regresar a Chile y poner en marcha lo que sería el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Uno de ellos era Raúl Pellegrín, alias Benjamín, quien, además, había sido recomendado por Galvarino Apablaza, Salvador, para asumiese el mando de la nueva organización.

Ya en Santiago, se instaló en una casa de seguridad en Las Condes y eligió la nueva chapa de  José Miguel, al que se le agregó la nominación de comandante. Poco después se integró a la Comisión Militar del Partido Comunista (PC), que tenía tres miembros y que estaba dirigida por Guillermo Teillier, a quien daría cuenta en los años siguientes.

En esa omisión también estaba el economista Ignacio Valenzuela Pohorecky, encargado entonces del Frente Cero, el balbuceante aparato armado del PC que en los meses siguientes sería desmovilizado y la mayoría de sus miembros reasignados al FPMR.

Los meses de julio, agosto y septiembre sirvieron para organizar las nuevas estructuras, asignar recursos e iniciar pequeñas acciones de bajo impacto. En octubre ya se contaba con medio centenar de pelotones de tres o cuatro miembros, grupos que en una operación se unían y formaban destacamentos los que eran dirigidos por los primeros comandantes designados. Se distribuían principalmente en Santiago, Valparaíso y Concepción.

La Dirección del Frente planificó una acción de gran envergadura y alto impacto para darse a conocer a los chilenos y dar comienzo a su lucha contra la dictadura. Escogió provocar un apagón que sería realizado el 14 de diciembre de 1983 a las 22:30 horas.

Unos 50 militantes divididos en unos seis destacamentos recibieron la misión de volar una docena de torres de alta tensión entre las regiones de Valparaíso y O’Higgins. A la hora programada las luces empezaron a titilar y de pronto toda la zona central del país quedó a oscuras.

Una voz masculina llamó a la radio Cooperativa e informó: «Estas acciones de sabotaje que derribaron torres de alta tensión y apagaron la zona central corresponden a una operación del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Hemos comenzado una campaña de acciones combativas para ayudar a terminar con la dictadura de Pinochet. Este es el comienzo de un nuevo periodo en la lucha por la libertad de Chile».

Dos días después, un pelotón frentista ocupó la radio Carrera y transmitió un nuevo mensaje: «Aspiramos hoy a terminar de una vez con Pinochet, su régimen y su secuela de hambre, miseria y represión», para luego agregar que «la lucha emprendida por el pueblo continuará hasta la consecución de estos objetivos. Antes que éstos se concreten, no habrá paz ni tregua”.

José Miguel ya trabaja muy estrechamente con Ignacio Valenzuela y el comandante Daniel, Martín Pascual, quien había sido designado por el PC como una especie de comisario para supervisar la línea política del Frente.

El arrojo de los porteños

En 1982, Claudio Molina Donoso, el Rucio Molina, fue designado como secretario regional de las Juventudes Comunistas en Valparaíso y como tal le tocó dirigir el Frente Cero y luego armar las primeras estructura del FPMR en la zona. Molina había trabajado en la orgánica del Checho Weibel cuando este dirigía la Jota (Juventudes Comunistas: JJ.CC.) y estuvo  a un paso de ser detenido por el Comando Conjunto, uno de los órganos represores de la dictadura de Augusto Pinochet. Luego fue enviado a reorganizar la Jota en Concepción y de allí trasladado a Valparaíso.

Cecilia Magni Camino, 'Tamara'
Cecilia Magni Camino, ‘Tamara’

Molina era un cuadro experimentado y con un ojo notable para seleccionar gente. Él fue quien reclutó y formó una unidad especial de combatientes que se hicieron célebres en el Frente y en la Jota. La integraron, entre otros, Fernando Larenas Seguel, Braulio Loco; Mauricio Hernández Norambuena, Ramiro; Luis Arriagada, Bigote; Julio Guerra, Guido; y una joven y buenamoza profesora de la Escuela de Sociología en la Universidad de Playa Ancha: Cecilia Magni Camino, Tamara entre otros.

Larenas fue designado jefe de la unidad y muy pronto fue incluido en la primera lista de frentistas que salió hacia Cuba para seguir diversos cursos de capacitación guerrillera, siendo reemplazado en la ciudad por Bigote.

El secuestro del niño Cruzat

A su regreso de Cuba, Larenas fue designado a la Unidad Especial del FPMR en Santiago y como tal le correspondió organizar y dirigir el secuestro del niño Gonzalo Cruzat Valdés, uno de los 13 hijos del empresario Manuel Cruzat Infante, uno de los más poderosos empresarios chilenos de esa época, cabeza del grupo Cruzat Larraín.

Gonzalo Cruzat, de 11 años, fue secuestrado el 13 de abril de 1984 a la salida de su casa en la calle Charles Hamilton, en Las Condes, y conducido a una casa en Paine donde fue encerrado a la espera que su padre pagara el rescate de tres millones de dólares que se le exigió.

El empresario pagó finalmente cerca de un millón 200 mil dólares y el niño le fue devuelto. No obstante que había sido advertido que no avisara a la policía, Cruzat sí lo hizo aunque se opuso a que ésta interviniera en la operación. No lo hicieron, pero sí filmaron a quienes acudieron en busca del dinero.

El secuestro fue considerado un éxito, aunque a muchos frentistas y comunistas no les gustó para nada aquella acción.

En 1984 la Comisión Militar del PC y José Miguel conformaron la Dirección Nacional del FPMR, quedando constituida por varios comandantes. A ese grupo se sumaban ocasionalmente los jefes regionales de Santiago, Valparaíso y Concepción, y el jefe de las Fuerzas Especiales o Unidad Especial. Se reunían periódicamente a rostro descubierto y se trataban entre ellos por sus chapas.

El 20 de octubre de 1984 Larenas, ya casi de noche, manejaba un Datsun azul por la avenida Santa Rosa, en dirección al sur de la capital. Sabía que el día anterior había caído una casa de seguridad del Frente en La Reina, y había sido capturado Francisco Peña Riveros, quien fue parte de la unidad en el secuestro de Gonzalo Cruzat.

Larenas se dio cuenta que era seguido, trató de mantenerse tranquilo, pero no logró evitar ser interceptado por tres vehículos de donde bajaron una decena de agentes de la Central Nacional de Inteligencia (CNI). Se bajó de su auto y corrió hacia una calle que resultó ser sin salida. Sacó su arma y se dispuso a morir combatiendo, como siempre lo había dicho. Al instante recibió un disparo en la cabeza. Fue llevado a un hospital y encausado junto a varios militantes detenidos, entre ellos uno que lo había delatado.

A mediados de diciembre de 1984, un comando del FPMR dirigido por Mauricio Arenas Bejas, el otro gran amigo de Ramiro, ex jugador del Orompello del cerro Esperanza, el futuro comandante Joaquín, secuestró al periodista Sebastiano Bertolone, subdirector del oficialista diario La Nación.

Bertolone fue tratado con guante blanco y mantenido en cautiverio siete días. Para liberarlo se pidió la publicación de una foto donde aparecía junto a la bandera del FPMR y dos militantes encapuchados y armados, y de una proclama del movimiento. Lo primero lo consiguieron, lo segundo, no. Les bastó con las fotos exigidas en las portadas de La Nación La Segunda. El periodista fue liberado en una población cercana a lo que hoy es la estación Grecia del Metro.

Por esos días, la CNI hizo público un resumen de las actividades del Frente en 1984 en todo el país: “1.889 acciones desestabilizadoras, algunas de una envergadura técnica muy superior a las que hasta entonces había realizado la militancia comunista: en total, se realizaron 1.138 atentados con explosivo, 229 sabotajes, 163 asaltos a mano armada, 36 atentados selectivos y 47 sabotajes”.

El rescate del Loco Larenas

José Miguel se le puso entre ceja y ceja rescatar a Fernando Larenas y, tras varios debates, convenció a la Comisión Militar del PC. Decidió encargarle la tarea a quienes se los habían propuesto: los miembros del Destacamento Especial de Valparaíso. Como se contó más arriba el grupo lo había formado el Rucio Molina y su combatiente más arrojado había sido el Loco, y lo integraban Mauricio Arenas Bejas, Mauricio Hernández Norambuena y Cecilia Magni, entre otros.

El rescate fue planificado y dirigido por Claudio Molina, Ignacio Valenzuela, y el grupo operativo lo integraron Hernández, Arenas, Magni, Ricardo Palma Salamanca y Patricio González. Todos, excepto Palma, eran parte de las unidades especiales.

Larenas se encontraba recluido en una habitación del segundo piso de la Clínica Las Nieves, ubicada a la altura del paradero 10 de la Gran Avenida, en la comuna de San Miguel. Tras dos operaciones, por esos días recibía tratamiento de kinesioterapia y estimulación psicosensorial. A pesar de su estado semi-vegetal y su severa pérdida de memoria, no sólo accedían a él enfermeras y médicos, sino también dos gendarmes que lo custodiaban día y noche. Su estado había mejorado en algo desde su captura y la CNI no perdía la esperanza de sacarle información.

El 1 de junio de 1985, a las 21:30 horas, la esposa de Larenas, Mónica Álvarez, se detuvo en el exterior de la clínica. Era la única autorizada para visitarlo y ella entregó los datos que permitieron el rescate.

A una señal de la mujer, tres hombres ingresaron y dijeron en la recepción ser detectives. Como la mujer dijo conocerlos, la enfermera accedió a acompañarlos al segundo piso. Redujeron a un gendarme, pero el otro, al resistirse, recibió un disparo en el estómago y más tarde murió. Con la ayuda de la esposa de Larenas, lo vistieron y sentaron en una silla de ruedas y salieron del lugar.

Lo llevaron a una clínica clandestina del Frente y luego lo sacaron a Argentina y de allí a Cuba. Días después salieron en la prensa chilena las fotos de Larenas con su esposa en la isla caribeña.

La operación fue un éxito rotundo. El Frente y José Miguel se llenaron de elogios. También los miembros de aquella unidad especial, tanto que casi todos muy pronto serían ascendidos y el Rucio Molina sería enviado a cumplir una tarea clave en el contrabando de armas por Carrizal.

23 de Agosto, 2019.

Fuente: https://interferencia.cl/articulos/este-es-ramiro-las-operaciones-de-la-unidad-especial-de-valparaiso-del-fpmr

Reproducido de Nuevo Correo de los Trabajadores

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