por Sophie Lamberts
Australia arde. Es un fenómeno completamente sano, normal, orgánico. El país alberga una vegetación combustible y especies animales y vegetales adaptadas al fuego. Claro que estas especies no están aclimatadas a un fuego de esta magnitud y esta intensidad. Los incendios a los que se enfrenta Australia actualmente no tienen precedentes. En pocas semanas, cerca de 10,3 millones de hectáreas, una extensión casi equivalente a la del Reino Unido, han sido pasto de las llamas. Han muerto por lo menos 28 personas, así como 1.250 millones de animales. Mientras que cada vez más gente en Australia condena la gestión de esta crisis sin precedentes por parte de la coalición conservadora del primer ministro Scott Morrison y reclama medidas urgentes en defensa del clima, el gobierno, por su parte, esconde la cabeza.