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El triunfo de la estrategia de Andrés Manuel López Obrador

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Entre Andrés Manuel López Obrador y sus antecesores presidentes del PAN y del PRI  hay un abismo: con los primeros el gobierno de Estados Unidos hacía lo que quería, pues eran “los hijos de puta” predilectos del imperio, personajes ridículos que gobernaban para la oligarquía y sólo les importaba enriquecerse con el dinero fiscal.

En las últimas elecciones el pueblo redujo al PRI y al PAN  a una minoría, y el Presidente actual cuenta con un apoyo de la mayoría de los mexicanos a fin de enfrentar la arremetida del racista, xenófobo y reaccionario Donald Trump.

La estrategia de Trump está centrada en su único objetivo: ganar la reelección en noviembre de 2020 y, como carece de todo asomo de ética, recurre a la guerra de los aranceles, esta vez con México a sabiendas de que con estas medidas perjudica tanto a norteamericanos como mexicanos.

Trump, aliado con representantes del alto capital financiero, centró su ataque en las Bolsas de Comercio, las Calificadoras de Riesgo y la devaluación del peso mexicano. Las calificadoras de riesgo se encargaron de eliminar el grado de inversión para los Bonos de PEMEX, lo cual implicaba que quedaría fuera de los Fondos. A su vez, el peso mexicano respecto al dólar llegó a un máximo de 20 pesos por dólar.

Trump no las tenía todas consigo, pues junto a la amenaza por parte de los Demócratas de iniciar el juicio de impeachment, los senadores republicanos, que representan a los estados agrícolas, estaban dispuestos a aliarse con los demócratas, a fin de impedir la aplicación del arancel del 5% a todos los productos mexicanos de importación.

AMLO, que entendió bien el carácter político de la ofensiva de Trump, decidió jugarle con la misma moneda: convocó para el 8 de junio a una gran manifestación, en Tijuana, ciudad fronteriza. A su vez, ha logrado unificar a los mexicanos inmigrantes en Estados Unidos que, políticamente, representan una gran masa.

No hay que engañarse: el problema principal de este conflicto reside en la inmigración centroamericana, es decir, en la pobreza a la cual están sometidos los ciudadanos del “triángulo norte” – El Salvador, Honduras y Guatemala -. Estados Unidos tiene mucha culpa de esta situación, pues ha apoyado a gobiernos títeres y serviles al imperio, dejado la población en manos de las bandas criminales.

Por otra parte, los anteriores gobiernos de México carecían de una estrategia para tratar el tema de la inmigración centroamericana. Su presidente actual comprendió que el problema residía en impulsar el desarrollo de los países del triángulo norte y así evitar que los ciudadanos de estos países se vieran forzados a migrar para salvar su vida y la de sus familias.

El proyecto de desarrollo del sur de México, principalmente en Chiapas, promoviendo obras públicas, entre ellas el Ferrocarril Maya, haría posible el empleo de mano de obra centroamericana. A diferencia de Trump, que desprecia a los latinos, AMLO considera la inmigración como un derecho humano, pero privilegia el derecho de las personas de poder realizarse en su propio país.

El especialista en geopolítica Alfredo Jalife tiene razón al proponer la creación de un Ministerio que se dedique al tema de la migración. Dentro de las propuestas del mandatario mexicano se cuenta la realización de una gran Cumbre entre Estados Unidos, México y los países centroamericanos, a fin de tratar, cara a cara, temas de la inmigración.

Si bien la tregua acordada entre Trump y el gobierno mexicano ha evitado una  catástrofe económica en ambos países, y una segura recesión en México, el tema de la inmigración está muy lejos de ser solucionado, y la situación económica y social  de los países centroamericanos está al borde del colapso.

México y  los demás países de América Latina, en un mundo tripolar, tiene la salida de la alianza con China y, en menor medida, con Rusia. En el caso mexicano, los chinos han ofrecido al gobierno mexicano la inclusión de este país en la nueva “Ruta de la Seda”, que implica el ingreso a la tecnología de 5ª generación, sumado a un amplio plan de obras públicas, especialmente ferrocarriles de alta velocidad.

La insensatez, la codicia y el narcisismo de Trump están conduciendo a Estados Unidos a una gran derrota, y al mundo a una crisis económica de proporciones. Se da la paradoja de que los yanquis empleen el Estado para imponer el proteccionismo, y los comunistas chinos sean los grandes promotores del libre comercio.

Desgraciadamente, a causa de las reformas neoliberales de Enrique Peña Nieto, México destruyó su único recurso estratégico  frente al dominio de Estados Unidos: el petróleo, antes nacionalizado por el Presidente General, Lázaro Cárdenas. En América Latina existe un nacionalismo positivo, que consiste en nacionalización de las riquezas básicas. En este sentido, gobiernos populares – como el de Cárdenas, y hoy de Andrés Manuel López Obrador, constituye un oasis progresista en el desierto de Presidentes ladrones, corruptos y criminales que han asolado la historia de México.

Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)

08/09/2019    

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