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El círculo vicioso del bipartidismo

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El círculo vicioso del bipartidismo

 

Mario R. Fernández

 

Los procesos electorales nunca han sido ni muy limpios ni muy participativos en los países occidentales, ni en el resto de los países del mundo, pero en el período que va desde la Primera Guerra Mundial hasta fines de los años 70 había opciones.  Para principio de los años 80  del siglo 20, justamente después de la crisis económica de 1981 y antes de la caída de la Unión Soviética y de sus países satélites en Europa, los ricos, sus corporaciones y sus servidores más directos buscaron acrecentar sus espacios impulsando un proyecto suyo antiguo; el neoliberalismo económico.  El proyecto neoliberal les permitiría ampliar el saqueo al tiempo que se presentaba como una innovación, aunque falsa, y se concretaba gracias al trabajo de agencias secretas y  de una propaganda excepcional que había sido desarrollada por décadas en los Estados Unidos. El papel que juega la propaganda es fundamental porque penetra el sistema político electoral, los conceptos y valores sociales y la vida diaria en Norteamérica, Europa, América Latina e incluso en otras regiones del mundo.

Se implementa una “americanización” mundial en lo que respecta a la política y como se practican las campañas, se presentan los partidos e incluso cuales son los temas a tratar entre políticos. La americanización termina con el pensamiento crítico y la racionalidad, que es remplazado con un discurso impuesto en los gestores de la política que es a-histórico, individualista, e incluso ególatra y petulante. Se imponen crecientemente temas banales, no relevantes a las realidades nacionales, y aumenta el desprecio y la burla por quienes intentan o levantan una voz disidente.  Hoy el contenido principal de la política oficial no es ni siquiera la economía, sino es simplemente justificar la fuerza militar imperialista y defender la corporación como indispensable, al tiempo que se alaga en el discurso y en la práctica a la riqueza y a los ricos. Por más de treinta años las campañas electorales en la mayoría de los países occidentales son un costoso y grotesco show, que incluye desde ridículos y falsos debates entre candidatos hasta bufonadas con sus familias y partidarios donde fingen un júbilo que no sientes para que así los veamos desde la televisión.

Impera en el mundo occidental ese monstruo de dos cabezas, el bipartidismo político, que ha dominado toda la historia política de los Estados Unidos y la historia política del siglo 19 en el resto de occidente, hoy casi universal.  Vivimos la falsa contienda entre demócratas o republicanos, liberales o conservadores, que no son sino  dos mafias con diferentes nombres, símbolos y colores, que se retroalimentan para seguir engañando pero que representan un  patrón único, los ricos y sus instituciones.  El bipartidismo, como una fuerza centrífuga, se ha ido tragando todo lo demás, desde liberales de izquierda, social demócratas, verdes, variantes de nacionalismos, y hasta partidarios y partidos que fueron de la izquierda marxista y no marxista que, en su mayoría han ido a parar en el lado liberal de este dualismo artificial. Se ha dado también un salto al lado conservador y a su prójimo, él fascismo.

Los social demócratas, que eran los más importantes en Europa y nacieron en el siglo 19 como reformadores de un sistema explotador y criminal, incluso aunque apoyaron las guerras imperialistas, fueron referente de la clase trabajadora hasta la década de los 80 del siglo 20.  Por ejemplo en Europa,  Francois Mitterrant que gobernó Francia desde 1981 hasta 1995, su gobierno resultó que los socialistas franceses como él aceptaron el neoliberalismo y se conformaron solo con el nombre de socialistas  para seguir engañando e igual fue durante el reinado de Felipe González en España que desde 1982 hasta 1995 convirtió a su partido Socialista Obrero Español, en un partido liberal que fue gracias al Estado de Bienestar Social  impuesto por la constitución española en 1978,  que le garantizó respaldo popular. Para que decir del destino que le dieron la mayoría de sus líderes y partidarios desde 1991 al Partido Comunista Italiano, vigilado por años por los servicios secretos imperialista, este partido pasó por diferentes nominaciones hasta llegar a ser el partido Demócrata para parecerse más a su par de Estados Unidos.

Mientras que las centrales sindicales europeas perdieron toda lealtad con la clase trabajadora con diferentes excusas, quedando solo algunos sindicatos en la lucha reivindicativa. También han reaparecido engendros más fascistas en todos los países, incluso algunos son gobiernos como en Polonia, Ucrania o Hungría que cuentan con el beneplácito de todos los otros “demócratas” europeos.

En lo que respecta a América Latina, a finales de los años 80 muchos de los nuevos liberales fueron los conversos que dejaron de ser herejes de izquierda, estos fueron numerosos en todos los países, pero el epicentro estuvo en Chile donde la mayoría de influyentes ex militantes de la Unidad Popular y de otros grupos más radicales volvieron del exilio purificados. El pueblo chileno creyó que los retornados eran los mismos izquierdistas de antes y así después del fin de la dictadura cívico-militar cuando las elecciones fueron posibles, muchos votantes les dieron su apoyo a estos nuevos liberales agrupados en la Concertación y después Mueva Mayoría, que además ganaron gran parte del poder político desde 1990.  Lo primero que hicieron estos conversos  fue tratar de desmovilizar el movimiento popular que los apoyó, así lograron con los años domesticar a gran parte del pueblo chileno y defender un neoliberalismo extremo. Estos nuevos liberales chilenos tuvieron desde afuera muchos que los observaron y terminaron admirándolos e imitándolos, este fue precisamente el Frente Amplio de Uruguay que también llegó al poder en el año 2005 con un programa de izquierda que lo abandonó el mismo día que ganó las elecciones generales.

Ambos gobiernos de Chile y Uruguay recibieron o reciben la admiración y la confianza de toda la élite corporativa de Norteamérica y Europa por que cumplen correctamente sus deberes. Algunos despistados todavía  llaman a estos liberales chilenos y uruguayos con el epíteto de centro-izquierda sin mayores críticas,  en comparación por ejemplo con el gobierno que lideró  Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, principalmente compuesto de fuerzas peronistas, que fue duramente criticada por altivos izquierdistas, aunque el gobierno de Cristina Fernández desafió en su medida al neoliberalismo y sus instituciones de agio, considerando que estos gobiernos peronistas y sus aliados  nunca prometieron hacer la revolución o grandes reformas a diferencia del antiguo discurso incendiario de conversos chilenos y uruguayos.

Latinoamérica todavía es sorprendente a diferencia del resto de occidente, tiene  a los gobiernos del ALBA que desafían al imperialismo diariamente en una supervivencia difícil pero e igual viva, incluso aparecen nuevos proyectos como el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México. También al estilo de golpes que han sufrido muchos líderes populares en la cruel historia de América Latina, Luiz Inácio Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores en Brasil, aunque gobernaron en forma ambigua la oligarquía brasileña corrupta y ladrona  no los perdonó y al estilo fascista a su líder Lula lo llevaron a la cárcel. De “yapa” la mayoría de los brasileños eligieron como nuevo presidente a Jair Bolsonaro otro engendro que junto a los gobiernos actuales electos por mayoría en Argentina, Chile, Colombia  son las nuevas perlas del imperialismo occidental en América Latina, aunque muchos se cuidan de no demostrarle a estos incómodos gobiernos cariño muy afable y abierto por su mala fama de comegentes.

Aquí en Canadá desde que se fundó la Confederación Canadiense en 1867, este país ha vivido en un sistema político que obedece a la oligarquía con sus dos representantes tradicionales en el parlamento federal,  estos han sido los liberales y los conservadores que ni siquiera se han dado el trabajo de cambiarse de nombre por 151 años. El bipartidismo canadiense en los años 30 y 40 del siglo pasado como en muchos países del mundo se vio desafiado por fuerzas organizadas de izquierda, que pese a la marcada represión estas fuerzas lograron su espacio político y social e incluso tener representación parlamentaria y municipal y un gobierno local cuando el Partido Progresista-Laborista que era el nombre que usara el Partido Comunista ya que estaba prohibido en ese tiempo, ganó un gobierno municipal en el pueblo minero de Blairmore en Alberta en el año 1933.

Después de la Segunda Guerra Mundial con la implantación del Estado de Bienestar Social, a la oligarquía canadiense  se le abrió una oportunidad para perseguir y eliminar la fuerte influencia que tenían anarquistas y marxistas en el movimiento sindical y el movimiento de bases y por lo tanto se coparon las centrales sindicales seguido de purgas y persecuciones contra activistas de izquierda. Logró sobrevivir en la representación parlamentaria un partido socialista-laborista el CCF (Co-operative Commonwealth Federation). Este partido se unió en 1961 a la principal central sindical Canadian Labour Congress y fundaron el NDP (New Democratic Party) este partido socialdemócrata nunca ha sido gobierno federal, aunque si gobierna y ha gobernado varias provincias, pero desde hace algunas décadas su ideología está cada vez más a la derecha, pasando ser hoy otro partido liberal.

También en Canadá han existido gobiernos de extrema derecha tanto federal como gobiernos provinciales, unos de los más recordados fue el de Ralph Klein llamado el Rey, que gobernó la provincia de Alberta desde 1993 hasta el 2006, en su gobierno se eliminaron miles de trabajos públicos, quería privatizar hasta los parques provinciales. Klein como persona era a veces grosero y además era adicto al alcohol, violó casi todos los límites éticos como funcionario público, sin embargo recibió todos los honores del país y cuando falleció el año 2013  fue como duelo nacional, su funeral fue el más concurrido y publicado de un político en toda la historia de Canadá.

Dos de las provincias más importantes de Canadá, Ontario y Québec este año han elegido a gobiernos de extrema derecha, cuyos premieres son  Doug Ford y  Francois Legault respectivamente. Pero algo poco usual pasó en la última elección provincial de Québec, situación que no se daba desde los años 40 del siglo pasado; una coalición de izquierda llamada Québec solidaire aumentó significantemente su votación logrando más de un 16 por ciento de los votos y 10 parlamentarios electos, la reacción no se hizo esperar, los medios oficiales en Canadá usualmente  hacen invisible a cualquier organización de izquierda, pero esto era mucho y notorio, esta vez esta prensa canadiense usó su vocabulario histórico para mencionar que Québec solidaire es extremista y de poco confiar.

El bipartidismo político al servicio de los  ricos deja en una posición difícil a una mayoría de los habitantes de un país, aunque para algunos son irrelevantes las decisiones que toma el poder político y están dispuestos a no preocuparse de nada más que su persona o se identifican con la clase dominante, pero la realidad es que estos indiferentes son consecuencia misma de la dominación y la propaganda. Por otro lado están los que ven o pretender ver que se vive en democracia y aceptan lo que está en la mesa. Mientras  los que piensan que las respuestas a ciertas situaciones económicas, sociales y geopolíticas tienen como único instrumento para los cambios  la política partidista, a estos les va quedando solo salir a la calle en forma masiva juntos con los que están conscientes pero no creen en el sistema político. Las alternativas de Izquierda son la resistencia, aunque en la gran mayoría de los países al parecer nunca alcanzan el tamaño para ser gobiernos y quedan vulnerables a sufrir deformaciones ideológicas. Hay que recordar también que gobiernos elegidos por ser izquierdistas y alternativas como Lenín Moreno en Ecuador en 2017 y Alexis Tsipras en Grecia en 2015, ya que ambos traicionaron completamente sus programas y a sus pueblos y se pasaron con todo al bando de los ricos. También hay situaciones temporales como en Portugal, donde la colaboración de la Izquierda con el gobierno de los “socialistas” se hizo a cambio de algunas resoluciones en favor del pueblo portugués.

La historia de los liberales y él liberalismo como ideología nació en época de la Ilustración, en oposición al conservadurismo, aunque pronto esta filosofía liberal se encontró limitada en su capacidad de desarrollarse y adaptarse a la liberación de los pueblos, en cambio se hizo fiel y obediente a las élites. Estas élites saben que los liberales son indispensables para mantener el engaño de las dos caras, por ejemplo aquí en Canadá los gobiernos liberales en los años 70 apoyaron los golpes de estado y sus programas económicos impuestos por las dictaduras en Chile, Argentina,  Uruguay y otros países, pero después de algún tiempo que se consolidaron estos golpes jugaron a defender los derechos humanos de las víctimas de las dictaduras.         Las élites están conscientes que las sociedades se asfixian con gobiernos de extrema derecha o dictaduras fascistas aunque las consideran indispensables  en ciertas circunstancias pero también ven la necesidad de recambio, para eso está el bipartidismo. Aunque a estas élites de ricos y poderosos para sentirse protegidos les fascina ver a gobiernos represivos y antisociales como se vive en el presente en América Latina, con los de Brasil, Colombia, Paraguay, Honduras, Chile o Argentina y en Europa con Ucrania, que humillen, que destruyen, que reprimen y que asesinen a sus oponentes e incluso a personas comunes, con el beneplácito de conservadores y liberales de todos los pelajes y apelativos del resto del mundo occidental.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 COMENTARIO

  1. ¿Qué diferencia puede haber en EE.UU. entre el partido Republicano y el Demócrata?… En estricto sentido, todo obedece a un pensamiento similar, no existen opciones que sean diferentes como expresión de lo que debe ser en sí la posibilidad democrática.

    Sabido es que la democracia norteamericana se encuentra muy lejos del pluralismo político, del momento que no existen allí grandes movimientos ideológicos que hayan dado lugar a la fundación de grandes partidos que muestren alternativas distintas a una bipolaridad que muestran distinciones sólo en los márgenes,, en la superficie, pro no en el fondo que, en su aspecto general no se diferencian una de otra.

    En este cuadro, el bipartidismo tradicional en los EEUU, no va mucho más allá de ser un mero mecanismo electoral, el elemento principal de la idea que tienen las élites de ese país sobre la democracia política. Es decir, como se decía en su tiempo, respecto de liberales y conservadores, no hay nada más parecido hoy a un demócrata en EEUU que un republicano. Y si se supone que un republicano se distingue de un demócrata, no por las determinantes básicas de su ideología, sino por el tono de su agresividad y dureza respecto de algunos temas, sin embargo, ese tono, puede ser intercambiable entre uno y otro de acuerdo a las circunstancias. Valgan como ejemplos, la invasión a Cuba, cuya operación aceptada, estimulada y financiada por un prominente demócrata John Kennedy; la Guerra de Corea iniciada por Truman y terminada por Eisonhower, la agresión a Viet Nam, los primeros acuerdos sobre desarme, el reconocimiento de la República Popular China, etc.

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