El público espectador celebra la tortura. Alaba que los asesinos sean electrocutados. El deseo de justicia por Margarita se convierte en sed de venganza. Los medios de comunicación y la clase política entretienen la idea de reinstaurar la pena de muerte. Muere la transición a la democracia y la institucionalidad chilena.
Ha muerto Margarita Ancacoy Huircán y con ella muere Chile.
Margarita caminaba en la calle oscura del barrio República, apurada a tomar la micro para poder llegar a su lugar de trabajo. En su apremio, sola y a las cinco de la mañana, mueren el alumbrado y el transporte público chilenos.
Margarita camina en la madrugada para cumplir con hacer el aseo en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Ha muerto la Universidad de Chile y muere también la protección de la mujer trabajadora.
Margarita fue asesinada a palos a las cinco de la mañana por un grupo de hombres. Han muerto, una vez más en Chile, el respeto y la igualdad de la mujer.
Margarita necesitó ayuda. En la calle desolada nadie acude a su llamado. Mueren la confianza en la vida de barrio y la seguridad ciudadana.
Sus asesinos ingresan a la cárcel y las autoridades de Gendarmería los envían a una galería en la que sabe serán torturados. Muere el sistema de justicia, la reforma procesal penal y los gendarmes.
Los presos someten a los asesinos a corriente eléctrica y golpes. Muere la esperanza en la compasión y la clemencia. Muere la mueca triste de la reinserción social chilena.
En Chile empieza un carnaval desatado de xenofobia. Muere la esperanza de tener un país solidario, diverso y respetuoso de sus migrantes.
El público espectador celebra la tortura. Alaba que los asesinos sean electrocutados. El deseo de justicia por Margarita se convierte en sed de venganza. Los medios de comunicación y la clase política entretienen la idea de reinstaurar la pena de muerte. Muere la transición a la democracia y la institucionalidad chilena.
Con Margarita muere Chile.
Chile se ha convertido en un país poblado por puras mierdas. Hasta el arquero de la selección nacional, Claudio Bravo, justificó y celebró por twitter las torturas a que fueron sometidos en la cárcel los delincuentes ecuatorianos que cometieron el alevoso asesinato contra esta trabajadora.
Si fueran consecuentes todas estas mierdas con sus alegrones y celebraciones tuvieran que pedir a viva voz que a esos chacales criminales que están en Punta Peuco abría que sacarles los ojos y amputarles sus manos, a lo menos, para que recién empiecen a vivir en carne propia todas las crueldades que cometieron contra cuerpos indefensos de miles de chilenos.
Como la cuestión se trata de la ley del ojo por ojo y diente por diente, a lo menos tengan la consideración de ser más justos y democráticos en esa sed de venganza que ahora les salen por todos sus poros.
Pero no, sólo celebran para este caso, porque se trataba de delincuentes ecuatorianos, un estigma xenofóbico que se está adhiriendo a la piel de no pocos chilenos, desde la alta burguesía del barrio alto, pasando por una clase media burguesa, hasta los delincuentes que están en las cárceles.
Mal síntoma es éste la que está demostrando una incivilizada masa de chilenos, que no sólo demuestran una completa inhumanidad, amén de toda una ignorancia de lo que debe estar investido un verdadero ser humano..