por Richard Kostelanetz //
Richard Kostelanetz: ¿Qué es lo que uno toma en serio?
John Cage: Nuestra situación social, sabe, es algo tan acuciante que las disputas entre dos músicos no pueden resultar demasiado interesantes; ¿qué podría ser más frívolo? En realidad, la cuestión ahora, lo más urgente, es conseguir que pasemos de una economía de escasez a una economía de abundancia; y esto significará un cambio total de mentalidad respecto a la moral y respecto a todo. Si decimos “No hagas eso”, entonces no importa que Nerón toque el violín o no, ni el tipo de música que toque.
RK: Lo que está usted diciendo entonces es que la música ha pasado a ser menos importante para usted.
JC: Al contrario, la música ha servido para introducirme en el verdadero mundo en que vivimos.
RK: ¿Y aún continúa haciéndolo?
JC: Por supuesto, por supuesto. Pienso todas estas cosas de las que hemos estado hablando. No me intereso por estas cosas en función de un desinterés por la música, sino más bien en función de un interés intensificado por ella.
Si quiere que le diga la verdad sobre el asunto, la música que yo prefiero, incluso para mí mismo o para cualquier otro, es la que oímos si, sencillamente, nos quedamos quietos. Y ahora volvemos a mi pieza silenciosa. Yo realmente prefiero eso a cualquier otra cosa, aunque no la considero “mi pieza”.
RK: ¿No es una prolongación de su “4´33´´”?
JC: No, es mi experiencia actual. Yo escribí esa pieza en 1952. Ahora estamos en 1966. No necesito esa pieza hoy.
RK: En cierto modo, sin embargo, tiene usted la suerte de poder oírla todo el tiempo.
JC: Cierto, ahora no tiene ya tres partes como tenía originalmente. Recordará que tenía tres movimientos que estaban determinados por operaciones casuales. Ahora no tengo que utilizar esas operaciones casuales, pues ya no tenemos que pensar en función de movimientos.
RK: ¿Diría usted, entonces, que su propia vida ha llegado a apreciar más su medio a través de su trabajo con la música?
JC: Desde luego. ¿Y quiere que le diga algo interesante? La música dio esto mismo a Charles Ives, también, antes de mí. En 113 Songs, él prevé que cualquier hombre —no una comunidad—, sentado en su porche mirando hacia las montañas con el sol poniente, puede oír su propia sinfonía. Podría decir que yo interpreté mal esto; que se trata de una interpretación errónea. Él podría haber querido decir que había sonidos en su cabeza, pero yo quiero decir que hay sonidos en el medio.
RK: ¿Es usted partidario entonces del arte anónimo?
JC: Esa pregunta no me parece completamente adecuada, porque uno puede tener arte sin siquiera hacerlo. Lo único que debe hacer es cambiar de mentalidad. Ni siquiera se precisa una habilidad especial.
RK: ¿Y le molesta eso, el admitir que cualquiera puede ser un artista, independientemente de su talento?
JC: No. No, en absoluto, en absoluto. Ese es un problema europeo, europeo, ¿sabe?, no un problema norteamericano. Todo ese asunto de la jerarquía… de querer hacer lo mejor de lo mejor. Y lleva siglos, relativamente hablando, liberarse de ese asunto europeo. Pero ahora hay gente que se ha librado de él.
RK: Si dice usted que la música es una experiencia sonora casual, ¿por qué compone usted música?
JC: Bueno, lo primero que tiene que hacer es no plantear la pregunta “por qué”. Mire a su alrededor, las cosas de que está gozando, y vea si ellas le preguntan por qué. Se dará cuenta de que no. Esta costumbre de preguntar por qué es lo mismo que lo de preguntar qué es lo mejor o lo más importante. Son preguntas estrechamente relacionadas que le permiten a uno desconectarse de su propia experiencia, en vez de identificarse con ella. Esa es la verdadera respuesta. La respuesta práctica es que cuando yo era joven y no conocía nada mejor, decidí dedicarme a la música. El por qué fue contestado entonces, allí atrás, históricamente. Yo prometí a Schönberg que haría eso. Él me dio lecciones gratuitas. Lo hubiese hecho igual, aunque no le hubiera prometido nada.
RK: Si tuviese que hacer otra vez aquello ahora, ¿se dedicaría a la música?
JC: Oh no, desde luego que no. Una vez le dije a Alexander Smith, que es una de las primeras autoridades del mundo en hongos, que si pudiese empezar de nuevo mi vida, sería botánico.
Él me preguntó por qué. Yo dije que así evitaría la competencia y las envidias y demás plagas del mundo del arte. Él me dijo: “Bueno, eso demuestra lo poco que sabes de la botánica”. Era cierto, le mencioné el nombre de otro micólogo: se puso hecho una furia y me dijo “No pronuncies nunca más ese nombre en mi casa”.
RK: ¿En todos los campos se encuentran los mismos conflictos?
JC: No sólo eso, sino que se consiguen las mismas percepciones, pues se están desvaneciendo ya todas las fronteras entre las distintas disciplinas. La cuestión primaria será la de cómo es que uno alcanza el estadio de disciplinado. Debe comprenderse entonces cuál es el significado, el contenido, de la disciplina. Tal como yo fui educado, no se me dio el significado de disciplina. Se me dijo que si quería ser compositor debía saber armonía, contrapunto y todas esas cosas. Te dicen que tienes que estudiar todas esas cosas, aunque en último término no te sirven para nada, y que debes aprenderlas con el fin de dejarlas a un lado cuando logres alcanzar la autoexpresión. Pero esta no es la esencia de la disciplina. La verdadera disciplina no es aprender con el fin de dejar de lado, sino más bien con el fin de dejarse de lado a uno mismo.
Bueno, la mayoría de la gente no aprende jamás lo que es disciplina. Eso es precisamente lo que el Señor quiso decir cuando dijo deja a tu padre y a tu madre y sígueme. Significa dejar las cosas que están más próximas a ti, significa dejarte a ti mismo, dejarlo todo, y hacer lo que debes hacer. En este punto, ¿qué es lo que has abandonado? Tus gustos, tus aversiones, etc. Cuando se hace patente, como ya está empezando a hacerse para algunos, que ya no hay por qué tomar en serio las viejas disciplinas, ¿qué será lo que nos muestre el camino para abandonarnos a nosotros mismos?
RK: ¿No estimulan las drogas alucinógenas este abandono de sí mismo?
JC: Cuando centran la atención, me opongo a ellas. Yo bebo vino y fumo y demás. Ahí es hasta donde yo llego. Hay mucha gente que no estaría de acuerdo conmigo sobre esta cuestión. A todas partes donde voy observo un gran interés por la droga, y luego descubro que mis amigos más íntimos, sin que yo lo hubiese imaginado, están tomando drogas. Es un fenómeno común ya.
RK: ¿Es quizás que encuentra usted suficiente placer en la vida como para no tener necesidad de utilizar algo distinto.. escapar de ella?
JC: La idea de escapar me parece insustancial, igual que me parecía insustancial la idea de un arte que fuese un escape de la vida. Esto lo aprendí hace años del I Ching, en el que el arte se ve, en el hexagrama de la gracia, como una luz que brilla en la cúspide de una montaña penetrando hasta un cierto punto la oscuridad que hay alrededor. Por tanto, el arte no puede responder a las preguntas importantes, pues esas preguntas importantes se plantean en la zona de oscuridad donde el arte no penetra.
RK: ¿Significa eso que está usted intentando apartarse del arte?
JC: No, esto significa que estamos intentando identificar vida con arte, y que comenzamos en la oscuridad.
RK: ¿En qué se convierte el artista si no es alguien que busca la luz?
JC: Se convierte en un oyente.
RK: Tengo la impresión de que hemos hablado menos de teatro y de música que de filosofía.
JC: Eso se debe a que se han eliminado las barreras.
RK: Yo veo muchos paralelos con el existencialismo.
JC: Suzuki reconoce también esto. En realidad yo no he leído mucho sobre existencialismo, pero entiendo que la gran diferencia entre existencialismo y Zen es la que existe entre pesimismo y optimismo. Si se quiere un existencialismo utópico, entonces tendríamos a McLuhan y a Fuiler y…
RK: Si uno no puede decir que una pieza teatral sea buena o mala, entonces no hay ninguna base para la crítica.
JC: Bueno, la mejor crítica será el hacer tu propio trabajo. En lugar de dedicar tiempo a atacar lo que ha hecho otro, lo que uno debe hacer, si se siente crítico, es contestar con una obra propia.
RK: Digamos que yo soy un crítico, y únicamente asisto a un happening y decido que simplemente no me gusta.
JC: Bueno, utiliza ese hecho para hacer algo propio.
RK: Según la nueva moral, entonces, la crítica debe transformarse en creación.
JC: Antes teníamos barreras entre las artes, y podías decir entonces, si quiere usted decir lo que estoy diciendo ahora, que la mejor crítica de un poema es un poema. Ahora tenemos una tan maravillosa destrucción de barreras que su crítica de un happening podría ser una pieza musical o un experimento científico, o un viaje al Japón o también un viaje a su supermercado local.
RK: Así pues, mi crítica es una expresión de mí mismo y de mi medio.
JC: No una expresión de usted mismo. Eso es algo que ha muerto, también.
RK: Mi crítica, entonces, es tomar algo que yo capté en un happening, y luego hacer algo distinto.
JC: Creo que sería eso. ¿Conoce usted, por ejemplo, alguna crítica que pueda utilizar? Yo cada vez dudo más de la función profesional del crítico. No me parece que lo que tienen que decir sea interesante. Lo que ellos hacen no parece cambiar lo que yo tengo. Lo que cambia lo que yo hago es lo que yo hago. Lo que hacen los artistas cambia lo que yo hago. No sé de ningún caso en que lo que haya hecho un crítico haya cambiado lo que yo hago.
*Entrevista publicada en Theatre of Mixed Means (1970).