Pepe Gutiérrez-Álvarez
La posibilidad re revisar por este sistema la magnífica adaptación de “Veinte mil leguas de viaje submarino” de Richard Fleischer e interpretada por James Mason, Kirk Douglas y Paul Lukas, me ha traído nuevamente a la memoria al célebre autor de novelas de «aventuras» (Nantes, 1828-Amiens, 1905) sobre el que escribió Raymond Roussel en 1921: «Es, y con mucho, el mayor genio literario de todos los tiempos, perdurará cuando todos los demás autores de nuestra época hayan sido olvidados. Es, por otra parte, tan monstruoso el dárselo a leer a los niños como el hacerles aprender las fábulas de La Fontaine, tan profundas, ya que muy pocos adultos tienen capacidad para apreciarlas».
Sus relatos aparecieron originalmente en el Musée des Familles, y entre los más célebres se encuentran Cinco semanas en globo (1863), Viaje al centro de la tierra (1864) —del que hay otra excelente versión cinematográfica de 1959 realizada por Henry Levin con un pletórico James Mason-, obras convertidas en best sellers constantes aunque en una clave «juvenil», una posibilidad clave en la muy limitadas posibilidades de evolución del escribe como hijo de trabajadores en la España de los cincuenta donde solamente los más ricos y mejor situados parecían habilitados para leer.
La crítica más avanzada ha hecho de que se pueda hablar de un Verne desconocido, de un «anarquista» subterráneo al igual que se puede hablar de otros aspectos como su antiimperialismo. Verne fue en este sentido un hijo de la revolución de 1848, un amigo de los pueblos oprimidos como Irlanda, al tiempo que hizo una predicción muy dura del imperialismo norteamericano. Su vinculación a la masonería y su fe sansimoniana le llevan a creer en las virtudes del desarrollo industrial y económico. Hombre contradictorio puede ser considerado sin problemas como un conservador e incluso como un reaccionario (se postergó ante el Papa, contrario a la Comuna, pero también contrario de la condena a Dreyfus…), sin embargo al lado de estas actitudes coexiste un Verne enemigo del matrimonio, latentemente homosexual y amigo de algunos anarquistas como Reclús y Kropotkin. Su héroe más conocido, el capitán Nemo, se sitúa al margen de la sociedad: «yo no soy lo que vosotros llamáis un hombre civilizado. He roto con la sociedad entera por razones que yo sólo tengo derecho a apreciar. No obedezco a sus reglas, y os exijo que no las invoquéis nunca ante mí…»
Nemo planta la bandera negra en el Polo Norte. Otra obra suya que evoca el sueño anarquista es Los náufragos del Jonatham, donde establece una diferencia su en entre el anarquismo violento y ruin y el de los «verdaderos poetas que suenan con una humanidad quimérica donde el mal sería eliminado para siempre». Miguel Salabert, El desconocido Jules Verne (Alianza, Madrid, 1985); Jean Chesnaux, Una lectura política de Verne (Siglo XXI, Madrid, 1978); Jules Verne, pero quienes quieren disfrutar de la lectura de Verne podrá encontrar ejemplares de sus obras en cualquier biblioteca pública así como en cualquier librería grande o pequeña (en esta normalmente por encargo) Personalmente me remito a mi trabajo: Jules Verne, una (posible) lectura anarquista – Kaos en la red | Kaos .
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