- Izquierda Revolucionaria. Catalunya
¡Por los derechos democráticos y la República: Huelga general!
Dos días después del 1 de octubre, la indignación de la población catalana se desbordó en una huelga general histórica. Un pueblo en pie paralizó la vida económica de Catalunya y abarrotó las calles de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida en la movilización más masiva en cuarenta años en territorio catalán. Al final de esta jornada memorable, y como parte de una provocación planificada al milímetro, Felipe VI pronunciaba un discurso belicoso, cerrando filas con el gobierno de Rajoy y amenazando al pueblo catalán con nuevas medidas de excepción, con más represión y golpes aún más duros para aplastar su legítimo derecho a decidir.
La crisis política en Catalunya y en el Estado español se ha agudizado de manera explosiva. Por un lado, la acción directa de las masas en Catalunya, de la juventud y de amplios sectores de la clase obrera y las capas medias empobrecidas exigiendo la República y luchando contra las políticas autoritarias del Estado centralista y del gobierno del PP, ha dado un salto cualitativo transformándose en un movimiento de carácter revolucionario. Por otro, la derecha reaccionaria de siempre, el Estado heredado del franquismo, la judicatura, las fuerzas de represión y los medios de comunicación, intentan aplastar a sangre y fuego este movimiento, utilizando todos los recursos a su alcance.
Nacionalismo españolista rabioso
Hasta el momento, Rajoy y sus secuaces, incluido el partido de Albert Rivera, no han sido capaces de movilizar una masa social suficiente que respaldara sus atropellos autoritarios. Por eso han decidido utilizar la carta de Felipe VI e implicar a la monarquía en una campaña del miedo masiva.
En su discurso, Felipe VI acusó a la Generalitat de “deslealtad institucional intolerable” y de haber “quebrantado los principios democráticos de todo Estado de Derecho, la armonía y la convivencia de la sociedad catalana”.
Las palabras del rey son de una hipocresía lacerante, viniendo de un monarca al que nadie ha elegido y cuya casa, la de los Borbones, fue restaurada por Francisco Franco. Felipe VI miente descaradamente cuando dice defender la paz y la convivencia ciudadana. ¿Por qué el rey no mencionó ni una sola vez la violencia desmedida de la policía y la Guardia Civil contra gente pacífica que sólo quería votar? ¿Por qué no mostró el más mínimo sentimiento hacia los cerca de mil heridos por esta intervención represiva? ¿Por qué no condenó a los dirigentes del PP y Ciudadanos que calificaron la huelga del 3 de octubre de “nazi” y “xenófoba”, y acusaron a ERC y las CUP de buscar muertos en las calles?
Felipe VI denunció con vehemencia el intento de “quebrar la unidad de España y la soberanía nacional”, e instó a “los legítimos poderes del Estado a asegurar el orden constitucional y la vigencia del Estado de Derecho”.
Pero, ¿qué Estado y qué derecho? ¿El de un gobierno lleno de corruptos y ladrones que han saqueado los recursos públicos, ahogándonos en el paro masivo, la precariedad, los bajos salarios y la pobreza? ¿El de los banqueros que han robado a manos llenas miles de millones de euros? ¿Y qué unidad de España? ¿La que es fruto de una imposición forzosa y vigilada por un ejército que en cada ocasión que ha podido ha suprimido violentamente las aspiraciones democrático-nacionales de Catalunya, Euskal Herria o Galiza?
La campaña de propaganda que se ha puesto en marcha desde el Estado y los medios de comunicación capitalistas constituye un auténtico carnaval de mentiras, infamias, manipulación y españolismo bombeados sin cesar, ideada para allanar el terreno a un golpe represivo de gran envergadura.
Señalamos algunos ejemplos, pero hay muchos más. Desde la Fiscalía del Estado se emite un comunicado que afirma que la actuación de las fuerzas policiales el 1 de octubre “fue proporcionada y no alteró la normal convivencia de Catalunya”. La Audiencia Nacional cita al mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluis Trapero, a Jordi Sánchez, presidente de la ANC, y a Jordi Cuixart, de Òmnium, por supuestos delitos de sedición. Los medios televisivos y la prensa, da igual cual, repiten cada minuto que la policía y la Guardia Civil sufren un acoso brutal en Catalunya por parte de “turbas”. Xavier García Albiol, presidente del PP en Catalunya, el mismo que comparó las urnas de referéndum con “el cubo de la ropa sucia que tiene mi mujer en casa”, pasa revista a las fuerzas policiales desplazadas en Pineda de Mar (Barcelona), mientras decenas de policías se cuadran y le saludan marcialmente, y otros cientos se manifiestan al grito de “Viva España”, “Que nos dejen actuar” o “Asesinos”.
Hay que responder a la reacción con la huelga general
La anulación de la autonomía catalana aplicando el 155, el recurso a más violencia policial, o el encarcelamiento de cuantos dirigentes políticos se opongan a estas medidas, provocarán una resistencia poderosa en Catalunya y estimularán aún más el apoyo a la independencia y a la república catalana.
Para lograr imponer estos objetivos, el PP y sus aliados pretenden jugar con la enorme consternación, y confusión, que hay en estos momentos entre la población del resto del Estado español, incluido capas de la clase obrera que no simpatizan con la idea de la independencia. Por eso Felipe VI, el aparato del Estado, Rajoy, Albert Rivera y los medios de comunicación a su servicio, han echado el resto para levantar un frente político capaz de movilizar a la población en “defensa de la democracia”. En ese frente una pieza clave es el PSOE de Pedro Sánchez, al que quieren sumar a toda costa en esta ofensiva golpista.
Hasta el momento Pedro Sánchez se ha arrastrado detrás de Rajoy respaldando todas sus medidas y, aunque apele al diálogo, en la práctica contribuye a que el nacionalismo españolista se siga propagando. Dentro del PSOE, los sectores que combatieron a Pedro Sánchez en las primarias están reclamando a gritos la mano dura que exige Felipe VI y el PP. Si finalmente la dirección socialista apoya el 155 y el resto del menú que cocina la reacción, lo hará contra los intereses de su base social, de los trabajadores, la juventud y el pueblo de Catalunya, y también del resto del Estado.
La opresión del gobierno del PP y del aparato del Estado sobre el pueblo de Catalunya muestra su auténtico ADN y la herencia del franquismo que pervive en ellos. Por eso es necesario impulsar la movilización de masas contra esta ofensiva, y lograr convencer a aquellos sectores que dudan, o están influenciados por la propaganda de la reacción, que lo que se prepara realmente no es sólo un golpe contra los derechos democráticos del pueblo catalán, sino contra las libertades democráticas del conjunto de la población del Estado.
Es necesario que Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Ada Colau, y las organizaciones de la izquierda que ha denunciado esta estrategia, Podemos, Izquierda Unida, CUP, ERC, Bildu, Catalunya en Comú…, junto con todos los sindicatos de clase, propongan inmediatamente la convocatoria de una huelga general en todo el Estado si el gobierno de Rajoy da un paso más y decide aplicar el 155. Es imprescindible que la base militante de CCOO y UGT se mueva también en esta dirección, y exija a las direcciones de ambos sindicatos que rompan su política de subordinación al PP y llamen enérgicamente a esta huelga general.
Estamos en un momento crucial de la lucha de clases. Todos los acontecimientos de estos años, desde las grandes movilizaciones del 15M, las huelgas generales, las marchas de la dignidad, la Marea Blanca y Verde, Gamonal, las manifestaciones de masas por el derecho a decidir… toda la rebelión social que hemos vivido y que ha puesto contra las cuerdas al régimen del 78, está llamado a la puerta y ha provocado la reacción colérica y desesperada de la clase dominante. Es el momento de tomar ejemplo del pueblo, la juventud y los trabajadores de Catalunya, y defender nuestros derechos democráticos con la movilización, derribar al gobierno de Rajoy, y abrir el camino a la república socialista federal, basada en la unión libre y voluntaria de las naciones y pueblos que componen el Estado español actualmente.