El Clarín de Chile. 02 Octubre 2017.
ESCRITO POR CLAUDIA KOROL (PF)
Todos los días y a cada hora, surgen nuevas informaciones y des informaciones alrededor del hecho que tiene en vilo a Argentina desde el 1° de agosto de este año, cuando en el marco de la represión contra la comunidad mapuche de la Pu Lof en Resistencia del departamento Cushamen, en la provincia de Chubut, fue desaparecido Santiago Maldonado.
Con el correr del tiempo, ya más de 50 días, fuimos sabiendo que Santiago, un joven artesano libertario, fue detenido por la Gendarmería. Se supo también que se encontraba en esos días compartiendo con la comunidad la lucha por la libertad del lonkoFacundo Jones Huala, detenido a petición del gobierno chileno que demanda su extradición.
El 1º de septiembre, cuando se cumplió un mes de su desaparición, más de 250.000 personas nos concentramos en Plaza de Mayo y otras cientos de miles en todas las plazas de Argentina con una exigencia: “¡Aparición con vida de Santiago Maldonado ya!”. Previamente, se multiplicaron actos micropolíticos de resistencia. El día de las elecciones, en muchos pizarrones de las escuelas donde se votaba manos anónimas escribieron con tiza: “¿Dónde está Santiago?”. Trabajadores de distintas líneas aéreas han hecho acciones en los aeropuertos, como llamar por altoparlantes para embarcar al “pasajero Santiago Maldonado”. “¿Dónde está Santiago?” se pregunta en cualquier recital, en cualquier espacio laboral, político, cultural, y las voces responden: “Se lo llevó Gendarmería”.
Estos gestos fueron repetidos por médicos/as que en salas de esperas de los hospitales llamaban a la consulta a Santiago Maldonado: “Santiago Maldonado. ¿Está Santiago Maldonado?”, provocando debates en esos lugares tan sensibles. Maestros y maestras organizados en CTERA (Central de Trabajadores de la Educación de la República Argentina), llevaron adelante una campaña en las escuelas explicando a los estudiantes que Santiago fue desaparecido y que lo estamos buscando. Recitales de música, las paredes, redes sociales, medios de comunicación comunitarios, e incluso algunos de los grandes medios multiplicaron la pregunta, de la que emerge la conciencia íntima de que esto no puede suceder en un pueblo que ha dicho Nunca Más a los detenidos desaparecidos.
La movilización social fue desarmando la trama de mentiras desplegadas desde el gobierno nacional para encubrir un crimen de Estado. Porque no es Santiago Maldonado el primer desaparecido en democracia, pero es el primero de esta etapa, desaparecido por una fuerza represiva del Estado en el contexto de represión a una lucha social.
Esta desaparición forzada además, se enmarca en el proceso de criminalización y judicialización del pueblo mapuche, de la creación ficticia de un “enemigo interno”, en este caso el terrorismo indígena, en otros casos el activismo anarquista, que justificaría el regreso de las prácticas estatales de violencia sin ley.
La desaparición de Santiago Maldonado se inscribe en lo que Rita Segato ha nombrado “pedagogía de la crueldad”. Toda la violencia es posible para un poder que, al modo de la Conquista, gobierna sin respetar siquiera el derecho burgués, patriarcal, colonial, creado por el sistema para mantener y reproducir el orden dominante. En esa trama, toda persona solidaria con otras luchas también queda bajo la sospecha de ser parte de la organización terrorista que la mala imaginación del poder racista ha inventado para naturalizar su desaparición, frente a una sociedad maleducada en el miedo.
EL COMPAÑERO SANTIAGO MALDONADO
El 1º de agosto Santiago Maldonado estaba en la comunidad mapuche de Cushamen, que viene siendo amenazada y agredida por un poder político aliado con la transnacional Benetton. Su lonko, Facundo Jones Huala, se encuentra en una prisión ilegal, que responde a los acuerdos realizados entre los gobiernos de Argentina y Chile.
Santiago había ido a la comunidad de la Pu Lof en Resistencia, para ser parte de su lucha. Tras su desaparición, aparece ante los ojos de una sociedad que había estado indiferente a estas resistencias un pueblo vulnerado en sus derechos, y sistemáticamente estigmatizado. Un pueblo que recupera sus territorios ancestrales, y con ellos su identidad, sus raíces, su cultura. Un pueblo que es reprimido en ambos lados de la cordillera, porque los intereses que mandan y gobiernan en nuestros países no parecen tener fronteras. Sin embargo, a la hora de perseguir de este lado a las comunidades, se las estigmatiza acusándolas de “chilenas”. Varios artículos de los medios de comunicación hegemónicos han dado explicaciones burdas y xenófobas de ese calibre. Incluso uno de los primeros argumentos desde el poder fue que Santiago no estaba desaparecido, sino que había “regresado” a Chile, identificando su ingreso y salida del país de manera ilegal, tal como hacen los “terroristas mapuches” que acompañaba.
En esa línea de pensamiento, tan cercana al fascismo, el diario Clarínde Buenos Aires ha viralizado las acusaciones del gobernador de Chubut, Mario Das Neves, que acusaba al juez federal de Esquel, Guido Otranto, de estar en connivencia con delincuentes por no hacer lugar al pedido del gobierno chileno de extraditar a Facundo Jones Huala, en noviembre de 2016. Entre las razones del juez se encontraban que en el proceso judicial en Chile se incluían confesiones obtenidas bajo tortura. Estamos en territorios en los que se juzga con la Ley Antiterrorista en mano. Estamos también en regiones que han sido saqueadas y ocupadas desde la mal llamada Conquista del Desierto, una política genocida de ocupación de los territorios indígenas realizada a fines del siglo XIX, y profundizada actualmente en la medida en que avanza la frontera extractivista, debido a la agricultura transgénica, el fracking, la minería a cielo abierto, etc. Al momento del cierre de esta nota, el juez Guido Otranto fue recusado por diferentes organizaciones de derechos humanos y por el fiscal, acusado de complicidades con el poder desaparecedor. La Cámara Federal de Apelaciones de Comodoro Rivadavia admitió el planteamiento recusatorio, con fundamento en el temor de parcialidad evidenciado por la familia de Santiago Maldonado y nombró otro juez, al que se le exige que se dedique a tiempo completo a esta causa. De algún modo esto da cuenta de que la presión de la movilización popular está haciéndose sentir en las esferas del poder.
¿QUIÉN DESAPARECIÓ
A SANTIAGO MALDONADO?
Todas las hipótesis confluyen en mostrar la responsabilidad de la Gendarmería en este hecho. El operativo en el que lo detuvieron estaba conducido de manera directa por el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti. Ya la noche anterior, 31 de julio, Noceti había estado al frente de la represión de quienes se manifestaban frente al Juzgado Federal de Bariloche, reclamando la libertad de Facundo Jones Huala, desatando una cacería en la que detuvieron a 9 personas que fueron brutalmente golpeadas. También la movilización masiva realizada el 1º de septiembre en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, terminó con una cacería en la que detuvieron a 31 personas, a partir de un conflicto generado por efectivos policiales. Esta modalidad represiva busca aislar a las comunidades que defienden territorios y bienes comunes, y dejarlas en la indefensión.
Los memoriosos recuerdan que Pablo Noceti, actual jefe de seguridad de la Nación, integró un estudio de abogados que defendió al genocida Leopoldo Galtieri en el juicio a las juntas militares. En esos juicios Noceti defendió también a Fabio Iriart, ex comandante de la subzona militar 14, en La Pampa -condenado por 31 privaciones ilegales de libertad y 26 casos de tormentos-, y a otros genocidas. El tipo está seguro de que los métodos utilizados en la dictadura son eficaces para combatir al terrorismo que están inventando…
También en estos días se ha vivido una ofensiva de allanamientos y prisiones contra las comunidades mapuches, que incluyen el incendio de una de sus casas, en un intento claro de amedrentamiento y de establecimiento de un estado de sitio de hecho. La represión “al modo chileno” contra los pueblos originarios se instaló con fuerza a este lado de la cordillera.
LOS BRILLANTES
COLORES DE BENETTON
Los testimonios implican también a la transnacional Benetton en la represión del 1º de agosto. Soraya Maicoño, vocera de la comunidad (fue detenida ese día), ha relatado que vio a las camionetas de Gendarmería y a las camionetas de Benetton llegar y salir de la comisaría privada que se encuentra a la altura de la estancia de Benetton. También vio a Noceti en el retén. Soraya dice que desde ese puesto policial en varias oportunidades han baleado el territorio, y que en la región manda Benetton, compañía transnacional propietaria de la mayor cantidad de tierras en Argentina.
En los últimos días, la comunidad de Cushamen decidió aportar otro testimonio. Se trata de Matías Santana, de la Pu Lof en Resistencia, que vio cómo Gendarmería se llevaba a Santiago Maldonado. En su declaración ante el juez, Santana explicó cómo el personal de Gendarmería detenía y golpeaba a Santiago, y se lo llevaban en una camioneta. “Ellos vinieron a matar. Entraron a punta de pistola, disparando. Gritaban ‘tírales y agarren a uno’”. No hay la menor duda de que se lo llevó Gendarmería. Ellos lo tienen y son responsables de que el compañero no aparezca. Ellos y todos los medios de comunicación que también han aportado a la difamación no sólo de la comunidad sino de nuestro proyecto de vida”. Días después, en un allanamiento ordenado por el juez Otranto, Matías fue detenido y torturado. Isabel Huala, mamá de Facundo Jones Huala y tía de Matías dijo: “A Matías Santana, mi sobrino, que es el testigo que vio por última vez a Santiago, lo ataron a las 6 de la mañana y lo tuvieron 12 horas con precinto y no lo dejaron ni siquiera ir al baño. No lo dejaron tomar su medicina, no lo dejaron comer. El pidió por favor porque le dolían las manos y le dijeron que no… Eso se llama tortura, violencia institucional… La Conquista del Desierto sigue. Nos quieren borrar del mapa”.
En estos días la pugna por verdad y justicia, se ha tensado. Las últimas declaraciones, y la presión nacional e internacional ponen al gobierno de Macri y a su ministra, Patricia Bullrich, contra las cuerdas. Es posible que el juicio dé un giro, buscando algún responsable material que sirva como chivo expiatorio, pero sin cuestionar las política represivas. Hay que seguir exigiendo la aparición con vida de Santiago Maldonado, desmontar la cadena de mentiras con la que se encubrió su secuestro, lograr la libertad y la no extradición a Chile del lonkoFacundo Jones Huala, y permitir a la comunidad mapuche de la Pu Lof en Resistencia, poder vivir y crear un tiempo de libertad.
CLAUDIA KOROL
En Buenos Aires
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 885, 29 de septiembre 2017.
Se reeditan las viejas fórmulas de los años 70. Ahora el enemigo interno son los mapuches, a quienes acusan de terroristas. No creo que sea casualidad que luego de la reunión entre Bachelet y Macri en Chile se comenzara la persecución sistemática de las comunidades Mapuches en Argentina, situación que ya venía de larga data. En una acción coordinada (como lo fué el «Plan Condor en los años 70) se aplican los mismos operativos de represión ordenados por instituciónes del estado, con el pretexto de combatir acciónes terroristas perpretrados por un sector de las comunidades Mapuches nucleados en la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). Esta realidad ya la vivimos, sabemos que detrás de estas políticas hay intereses económicos muy concretos que cuentan con la complicidad de políticos corruptos, justicia corrupta y medios de comunicación al servicio de estos intereses…