El Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha revelado un déficit de 779.000 millones de dólares, el más alto de los últimos seis años y un aumento de casi el 17% con respecto al año anterior, en comparación con los 666.000 millones de dólares del ejercicio fiscal de 2017.
Curiosamente, el Presidente Donald Trump se comprometió a eliminar toda la deuda estadounidense en ocho años. Y aunque quizá es pronto para hacer conclusiones, visto el resultado del primer año y las actuales proyecciones que más adelante comentaremos, no parece que su política esté orientada precisamente a la estabilidad presupuestaria y la reducción de la deuda pública.
El descuadre de las cuentas
En Estados Unidos en ejercicio fiscal finaliza en el mes de setiembre con los datos en mano, el primer déficit del Donald Trump es del 3,9% o del PIB frente al 3,5% del ejercicio anterior, siendo el mayor desde 2012. La razón que subyace a este mayor déficit residente los ingresos públicos se incrementaron 0,4% frente al 3,2% de subida del gasto público.
Tras un ejercicio fiscal marcado por la bajada de impuestos, los ingresos aumentaron en 14.000 millones, o el 0,4%, esta tasa de crecimiento de los ingresos es la octava más baja en los últimos 50 años (aunque más adelante veremos que este ligero aumento no ha sido tal).
Por el lado de los gastos y buscando un presupuesto expansivo, el gasto público aumentó 127.000 millones con respecto al ejercicio fiscal 2017. Los intereses fueron la parte del presupuesto con mayor crecimiento, con un aumento de casi el 24% desde el año pasado. Otras áreas de gasto que crecieron significativamente fueron la Seguridad Social (4,5%) y la defensa (5,6%).
La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) estimó en abril que el déficit del año fiscal 2019 alcanzará casi el billón de dólares y que a partir de ahí, nunca bajará de ese nivel en los años siguientes. Ahora se proyecta que los déficits alcancen niveles vistos por última vez durante la Gran Recesión, y eso es con la economía en o cerca de su potencial.
Este año destaca un número… 2,4 billones de dólares. Eso es lo que los legisladores añadieron a la deuda hasta 2027 al promulgar legislación fiscalmente irresponsable con bajadas de impuestos y más gasto público.
En conjunto, la legislación promulgada en el año fiscal 2018 añadirá 445.000 millones de dólares al déficit del próximo año, lo suficiente para explicar casi la mitad de los déficits de casi un billón de dólares a los que probablemente se enfrentará la primera economía del mundo. Con estos datos, la deuda federal del gobierno estadounidense pasaría del 86% del PIB hasta el 94%.
¿Ha subido realmente la recaudación tras la bajada de impuestos?
Aquello de que las bajadas de impuestos se pagan solas, pues no corresponde con la realidad. Si bien es cierto que los ingresos nominales son algo superiores del año fiscal 2017 al año fiscal del 2018, los ingresos han caído en dólares reales al comparar el año fiscal con el año fiscal y han caído proporción al PIB bajo cualquier escenario.
Los ingresos totales por impuestos federales son un 0,6% más altos en los primeros 11 meses del año fiscal 2018 (octubre a agosto) que en los primeros 11 meses del año fiscal 2017. Pero la trampa está en que este aumento nominal está muy por debajo de la tasa de inflación, lo que significa que el valor de la recaudación de ingresos ha disminuido en términos reales.
Los ingresos totales durante el período en cuestión han disminuido en un 1,6% en términos reales (ajustados por inflación). Medido en relación con el PIB -una forma sensata de medir porque se espera que un sistema tributario estable capture aproximadamente la misma parte de la economía cada año-, las estimaciones actuales muestran que los ingresos han caído un 4,1%.
En relación con los aumentos de ingresos que se esperaban anteriormente del crecimiento de la población, la inflación, el crecimiento de los salarios, los elementos estructurales del código tributario y otros factores, los ingresos tributarios disminuyeron en un 5,5%.
Sólo Estados Unidos puede hacerlo
La política fiscal de bajar impuestos sin la correspondiente compensación de recorte del gasto público es una política errónea para cualquier país porque se deja en manos del déficit público el exceso de necesidades presupuestarias.
No obstante, siempre se vende de la misma manera… En base a una estimación de ingresos se presupuesta un nivel de gasto y dado que esos ingresos no llegan y los gastos se ejecutan, salta el déficit público.
A falta de políticas para contrarrestar la dinámica fiscal adversa, la carga de la deuda federal ha aumentado y seguirá aumentando, lo que debería dar lugar a una posición fiscal globalmente más débil para los Estados Unidos.
Pero hay un detalle… Estados Unidos es el punto central del patrón dólar, lo que le permite imprimir 100 dólares para financiarse, mientras que el mundo debe producir bienes y servicios por un importe equivalente (el privilegio exorbitante). El dólar es demandado para la gran mayoría de transacciones internacionales, y dado que la rentabilidad se busca en dólares, en el supuesto de «crisis global» la deuda estadounidense se considera refugio por lo que el Tesoro puede financiarse sin complicaciones.