Inicio Formación Política 1968: AÑO DE REVOLUCIÓN – ¿POR QUÉ ESTALLÓ FRANCIA? (Parte 2)

1968: AÑO DE REVOLUCIÓN – ¿POR QUÉ ESTALLÓ FRANCIA? (Parte 2)

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No estaban solos. En el año Nuevo de 1967, de Gaulle, el anciano presidente de Francia de 78 años, declaró: «Recibo el año de 1968 con serenidad». Reflejando la confianza del capitalismo francés, continuó: «Es imposible ver como Francia actualmente puede ser paralizada por una crisis, como ha ocurrido en el pasado». Como Sean O’Hagan en el Observer comenta: «Seis meses después, de Gaulle estaba luchando por su vida política y la capital francesa estaba paralizada después de semanas de revueltas estudiantiles seguidas por una súbita huelga general. El paso de Francia de ‘serenidad’ a una cuasi-revolución en las primeras semanas de Mayo es el evento decisivo de «1968», un año en que las protestas multitudinarias estallaron alrededor de la tierra, de Paris a Praga, de la Ciudad de México a Madrid, de Chicago a Londres». (‘Todos a las barricadas’, The Observer, 20 de Enero, 2008).

No fue un accidente que Francia estallará en una revolución, mientras que países vecinos como Alemania no lo hicieron. Si la teoría de moda en ese tiempo sobre el papel de los estudiantes como ‘detonador’ –esa es una política conciente de confrontación con el estado burgués para encender una revuelta de la clase obrera- fuese correcta, esto se hubiese desarrollado primero en Alemania. Ahí, el movimiento estudiantil estaba en el mismo o más alto nivel que en Francia, en donde el asesinato en 1967 de Benno Ohnesorg, un estudiante rebelde, por un oficial de policía había producido una gran revuelta que dio prominencia a la Sozialistische Deutsche Studentenbund (SDS – Liga Estudiantil Socialista Alemana). Uno de los líderes de la SDS, Rudi Dutschke, fue también herido en la cabeza en Abril de 1968, y nunca se recuperó por completo de la herida.

Esto era tan amenazador como el movimiento que se iba a desarrollar en Francia. Sin embargo, las condiciones sociales subyacentes eran diferentes. El periodo completo que precedió al régimen semi-dictatorial de la Quinta República, bajo de Gaulle, había producido una insoportable tensión en los rangos de la clase obrera. Hasta había guardias armados en algunas de las fábricas, utilizados como medios para intimidar a la clase obrera. Francia era un país en donde, como la inteligencia zarista comentó en 1917 al inició de la revolución, «un cerillo que se cayese por accidente» podría iniciar una explosión.

Este ingrediente fue provisto por la represión brutal y golpizas a los estudiantes, que llevaron a millones de obreros a una huelga general. –convocada a regañadientes por los lideres sindicales- que llevó a que los obreros ocuparan las fábricas y la consiguiente revolución. Fueron las condiciones específicas de Francia las que colocaron al país y a la clase obrera a la vanguardia de la revolución en esa etapa. Debido a que las condiciones eran diferentes en Alemania, e Inglaterra y aún en Italia –que en un sentido, subsecuentemente se desarrollaron en un nivel mayor que en Francia- en ese tiempo, la «chispa» de la revuelta estudiantil no provocó la misma reacción que en Francia

Pero si Francia hubiese tenido éxito –y lo hubiera podido tener, como lo demuestra el tremendo y revelador libro «Francia 1968 – Mes de Revolución» de Clare Doyle- entonces Berlín, Milán y Turín, y aún Londres se hubiesen sumado al movimiento. Aún aquellos «de 1968», como Tariq Ali, subestimaron la situación en Inglaterra en esa etapa. El comentó recientemente: «Comparada con la fermentación en todas partes, Inglaterra era un caso aparte. (¿A dónde se fue toda la rabia? Tariq Ali, El Guardian, 22 de Marzo de 2008). Haciendo eco de esto, aún Mike Jagger, en su canción ‘Peleador Callejero’, canta «en el pueblo dormilón de Londres, no hay espacio para un peleador callejero».

INGLATERRA E IRLANDA DEL NORTE EN CONFUSIÓN

Esto es para subestimar completamente el sentimiento subrayado que se estaba desarrollando en Inglaterra en esa etapa, no sólo en el proceso en contra de la guerra de Vietnam culminando con los choques en la embajada de Estados Unidos en Grosvenor Square, pero entre la clase obrera. La marcha en Grosvenor Square convocó 100,000 personas. En la semana precedente, la prensa capitalista, particularmente el periódico The Times, creyó su propia propaganda y dio la impresión de que Inglaterra estaba en vísperas de una insurrección. Esto era una exageración, pero el sentido de incomodidad y oposición al capitalismo no estaba limitado a los estudiantes. Rompió una serie de huelgas de operarios de máquinas de coser en la Ford, envolviendo obreras, sintomático de lo que había de suceder después. En nuestra revista Militant de Octubre de 1968, publicamos un artículo llamado «Ola de Huelgas en Liverpool». En Irlanda del Norte, el movimiento de derechos civiles, que explotó en Octubre en Derry, era un reflejo directo de la revuelta mundial en 1968, afectando particularmente a los jóvenes, tanto católicos como protestantes, los cuáles chocaron con el estado sectarista Unionista en esa etapa.

Sin embargo, dentro del Parido Laborista, la creciente militancia y apoyo a las ideas marxistas se reflejó en la conferencia del partido de 1968. Había en palabras de la revista Militant de Noviembre de ese año, «Casi tres millones de votos por las políticas de la alternativa socialista». Esta fue una época en que el partido Laborista en el fondo era aún un partido de obreros, con un liderazgo pro-capitalista. Ahora, bajo Blair y Brown es por completo una herramienta en las manos de los capitalistas.

Entonces, el rango y archivo democrático existían, lo que permitía a los partidos locales ordinarios promover resoluciones que podían volverse políticas oficiales del partido. Una vez promovidas por el Partido Laborista Municipal de Liverpool y secundadas por la circunscripción electoral del Noroeste de Bristol se convocó a «que el público tome los 300 monopolios, bancos privados, compañías financieras y de seguros que ahora dominan la economía, y… produciendo un plan nacional positivo anclado en la producción socialista». Esta conferencia produjo cinco millones de votos a uno «la derogación de la legislación contra los sindicatos» de la Política de Precios e Ingresos.

La resolución de la propiedad pública fue el ejemplo más destacado del aumento de apoyo al Militant, que se convirtió en una marca en los 80s. Además, este sentimiento resultó en la confrontación frente a frente entre los sindicatos y el ala izquierda del Partido Laborista por un lado y el gabinete del Partido Laborista de Harold Wilson en el otro acerca de la infame proposición en contra de los sindicatos «En lugar de Contienda». Estas medidas, aún cuando fueron derrotadas sentaron las bases para la introducción de medidas similares por los Tories, primero por Heath en los 70s., y después por Thatcher. Está legislación proponía «huelgas obligatorias de votaciones» y «períodos de enfriamiento», y otras medidas para reducir el poder del trabajo organizado. Fue recibido con protestas por los trabajadores, provocando una serie de huelgas de advertencia a nivel local, regional y nacional. Si el gobierno de Wilson no se hubiese retractado de estas medidas, se habría roto, con una grieta abierta en el gabinete, similar a lo que ocurrió en 1932, que llevó a la formación del Gobierno Nacional.

El solo recordar los eventos de esa época nos muestra cuán lejano está el partido Laborista de ese período. La situación subyacente en Inglaterra era tal que una revolución exitosa en Francia se hubiese propagado como fuego en la pradera a través de Europa y el mundo. La sociedad británica estaba conmocionada, mientras los ministros laborales eran abucheados e interrumpidos, el automóvil de Wilson fue dañado «apaleado en el cofre, y las antenas rotas». (Harold Wilson, The Labour Goverment 1964-70 (1971), p567). El Secretario de Asuntos Exteriores Michael Stewart, cuándo trató de hablar en Oxford en apoyo a la posición gubernamental se encontró con una fuerte oposición, en sus propias palabras: «Tan pronto como me levanté a hablar, ellos brincaron y empezaron a cantar ‘¡Ho, Ho, Ho Chi Minh!» y no dieron signos de detenerse. El director apeló a su líder Christopher Hitchens, pero esté replicó que si uno sabe lo que alguien va a decir, y sabe que está equivocado, uno está en el derecho de proteger a la audiencia de ser engañada» (Michael Stewart, Life and Labour: An Autobiography (1980) p155). Este mismo Christopher Hitchens, entonces miembro de la Internacional Socialista ahora escribe artículos insultantes en revistas capitalistas en defensa de la guerra de Bush en Irak.

La oposición a la Guerra de Vietnam, sin embargo, como comentamos anteriormente, culminó con las marchas colectivas en 1968. Además, una indicación de los efectos de los eventos de Mayo-Junio se sintió en las conferencias generales del Partido Laborista de la época. Richard Crossman, por ejemplo, que por periodos estuvo en la izquierda del partido, comentó: «¿No es verdad que estamos en una revolución, la cuál puede realmente tener éxito? Siempre pensé que hubiese sido muy emocionante el haber vivido en 1948 y ahora siento que estamos viviendo el año más trascendental que puedo recordar desde la guerra… Al este y Oeste de la cortina de hierro, los sistemas están siendo retados por nuevas fuerzas desde abajo, a los que no les importa el concepto de democracia parlamentaria como nosotros la conocemos. Están en rebeldía en contra de la democracia parlamentaria que fue un ideal en 1848, pero que es ahora parte de la oligarquía establecida, parte del sistema del Occidente, así como el comunismo es parte del sistema del Oriente. Los levantamientos de este año son en ambos casos levantamientos anti-sistema. Extrañamente, cuándo pienso acerca de esto, mi depresión desaparece». (Richard Crossman, The Diaries of a Cabinet Minister, vol. III (1977), pp76-77)

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