por El Porteño
Nuestra publicación nace en octubre de 2016 y fue parte del convulsivo proceso político que acompañó la emergencia de Sharp como Alcalde de Valparaíso, los tiempos del ciudadanismo (La Matriz, Valparaíso Ciudadano, etc.), de la debacle de la Nueva Mayoría y la caída del UDI Jorge Castro de la alcaldía porteña. Nacimos -lo dice nuestra presentación y reiteradas editoriales- como un espacio para la izquierda de Valparaíso que se reclama del marxismo y el socialismo revolucionario.
Durante estos dos años y siete meses, hemos intentado servir de altavoz para las luchas de los trabajadores y para las principales discusiones de la izquierda, las que inclusive alcanzan el poco pacífico espectro del equipo editorial de El Porteño. Somos un medio abierto a las concepciones revolucionarias, pero no somos ni pretendemos ser un medio pluralista. La línea editorial de El Porteño está marcada por límites de clase, por una concepción de la política como lucha de clases con una proyección revolucionaria. Las formas como eso se exprese, la intervención electoral, la caracterización del período, las tareas del momento deben ser vistas en función de la capacidad de servir de puente entre el programa, la teoría socialista y el accionar diario y cotidiano de los trabajadores.
Visto de esta forma El Porteño forma parte además de una gran de medios de comunicación que la izquierda revolucionaria ha ido construyendo en los últimos años. La diáspora y la fragmentación de las principales corrientes marxistas en Chile (socialistas, comunistas, trotskistas, maoístas, etc.-), las del anarquismo y algunas corrientes de izquierda del llamado “posmarxismo”, ha resultado determinante en esta proliferación de medios cuyo contexto general se encuentra marcado por una aguda inorganicidad.
De forma un tanto intuitiva hemos ido ocupando un espacio en las redes sociales y ampliado nuestro espectro comunicacional a la radio, manifestado en el programa “El Porteño en Portales” que actualmente sale por Radio Portales, 89.5 FM, de lunes a viernes de 17:30 a 18:00. En este espacio hemos dado cobertura a organizaciones sindicales a cuyo trabajo esperamos apoyar: la ANEF, el Sindicato Nº1 de la PUCV, Confusam Valparaíso, las que semana a semana proyectan su accionar a través del programa radial.
Bajo estas premisas, hemos definido la intervención en diversos sectores de trabajadores. Esta intervención, condicionada por el accionar objetivo del movimiento social han encontrado en el Movimiento No+AFP, la lucha portuaria del 2018 y las movilizaciones que se han protagonizado durante este año un espacio natural de desarrollo de nuestra actividad. Es lo que hacen diversos colectivos y organizaciones que ocupan un espacio en la lucha y nosotros no somos una excepción.
Sin embargo, tres particularidades de la que como porteños, como habitantes políticos del Gran Valparaíso hemos de hacernos cargo, junto al resto del activismo del puerto. Todas están imbricadas y forman parte de un mismo proceso.
En primer lugar, las transformaciones sociales operadas en la región han prefigurado el desarrollo del resto del país, anticipando sus crisis y prefigurando la decadencia general del capitalismo chileno. La desindustrialización, la cesantía crónica, la miseria masiva que sale a las calles como comercio ambulante, mendicidad y hasta delincuencia, son rasgos que en Valparaíso han adoptado una escala superior en intensidad. Esto ha ido de la mano del desarrollo de un modelo de servicios y comercio, cuya propiedad se radica en los grandes grupos económicos y el capital financiero. Las únicas actividades económicamente relevantes están ligadas a la llamada Zona de Castigo Quintero-Puchuncaví que –como dramáticamente ha quedado demostrado el año recién pasado- resultan incompatibles con toda otra actividad económica, con la pequeña propiedad, con el medio ambiente y –lo más importante- con la vida y la integridad de comunidades enteras.
Lo que vive Valparaíso representa el futuro del país. Valparaíso marca la senda de miseria y decadencia en que será hundido el país entero en tanto siga desplegándose el plan imperialista en Chile. El desarrollo capitalista –consecuencia de la global destrucción de fuerzas productivas a escala mundial- se sustenta en la destrucción de la pequeña propiedad rural, de fundamental relevancia en la región y de la que la crisis del agua es su expresión más evidente; de la pequeña propiedad e industria urbana, algo visible en las zonas comerciales ahogadas por los mall y cadenas comerciales (Cencosud, Líder, farmacias) y –lo fundamental- por la masiva precarización laboral y erosión sin precedente de los derechos del trabajo. El crecimiento cosmético de la región se ha hecho a costa de la hiperexplotación de la mayoría. Para comprobar esto, basta con recorrer Av. Pedro Montt un día laboral cualquiera.
En segundo lugar, consecuencia necesaria de lo descrito, la quiebra de las bases económicas tradicionales de la región –repetimos, hablamos de la región o Gran Valparaíso- ha determinado la quiebra también de los tradicionales instrumentos políticos de dominación. Los partidos del régimen, aquellos comprometidos con la gestión y administración del gobierno local en sus diversas manifestaciones, han desarrollado una crisis sin parangón a nivel nacional: la Derecha ha culminado un proceso de putrefacción con las gestiones en los municipios de Valparaíso y Viña del Mar y el conflicto Piñera/Chahuán; por su parte, la Concertación/Nueva Mayoría se derrumbó en la zona bajo el efecto Sharp, quien llegó a la alcaldía porteña principalmente como consecuencia del masivo rechazo a la candidatura bufonesca de DJ Méndez. La DC, el PS e inclusive el PC regionales han quedado vaciados de su capacidad de incidir en la política regional y en algunos casos han perdido su militancia (PPD), acostumbrados como estaban a una relación clientelar quebrada por la pérdida del Gobierno.
Hay un elemento adicional de esta crisis política. Mientras a nivel nacional Beatriz Sánchez (Frente Amplio) lidera las encuestas para las próximas presidenciales, en Valparaíso el Frente Amplio ya es Gobierno, prefigurando igualmente uno de los posibles escenarios nacionales. Eso ha dado curso a un natural desgaste, de modo laboratorio, del Frente Amplio. En efecto, durante su gestión el Alcalde Sharp ha peleado tercamente por ubicarse como un actor institucional, dando prioritarias demostraciones de su sentido de responsabilidad y buena administración. Esto lo ha llevado a trenzarse en enfrentamientos no sólo con el piñerismo y El Mercurio sino que con actores políticos importantes para la burguesía porteña, como el grupo Ibáñez, TP2, etc.. En este conflicto Sharp no se ha puesto del lado de los trabajadores, por el contrario ha desarrollado una estrategia que lo ubica invariablemente del lado de un modelo de desarrollo de la ciudad que se apoya en la actividad turística y el desarrollo de proyectos inmobiliarios que preserven el patrimonio intangible, visual y arquitectónico de la ciudad. Este es el espacio que ha ocupado al punto que uno de sus proyectos de hermoseamiento del Nudo Barón y Av. Argentina –al menos discursivamente- fue tomado como propio, como tarea de Gobierno, por el mismísimo Piñera. Su espacio político -esto no es un anatema sino la constatación de un hercho- es el de la pequeñaburguesía. En lugar de usar su autoridad para encabezar movilizaciones y desafiar el orden institucional, actúa en sentido inverso y pierde toda posibilidad de actuar como un referente para los explotados.
En definitiva, este contexto general de decadencia económica, de hiperconcentración de capital, precarización laboral y cesantía masiva, de crisis de los partidos y de limitada capacidad del Frente Amplio de resolver esta crisis, son los elementos distintivos de la crisis del régimen en Valparaíso.
El día de hoy El Mercurio de Santiago hacía un diagnóstico de esta situación –haciendo una mirada más amplia- recogiendo el análisis de Ricardo Lagos (PS), Carlos Peña (liberal), Daniel Mansuy (piñerista) y Carlos Ruiz (Frente Amplio). Haciendo gala de una impotencia proverbial, estas cuatro figuras de la política oficial concordaron en que el problema político del país pasa por la desafección ciudadana respecto a los partidos y que tal desafección tendría relación con transformaciones estructurales en nuestra sociedad. El desafío planteado para el régimen desde las lúgubres páginas de El Mercurio es recuperar la ilusión democrática y legitimar con ello el orden social, porque la estructura social de explotación nadie la quiere tocar.
En Valparaíso podemos comprobar que tal tarea está condenada de antemano al fracaso. Mientras los dirigentes burgueses e inclusive de la pequeña burguesía y de las capas medias mantengan una disposición meramente discursiva –se llega a hablar de “relato”- sobre la crisis política y esté todo centrado en las formas de participación ante el poder capitalista, podríamos decir que no hay salida democrática a esta crisis. La burguesía sólo podrá restablecer su completo dominio sobre la sociedad mediando acciones autoritarias, como lo insinúan Kast y sus gorilas.
No hay en todo Chile, ni en Valparaíso por cierto, un referente o dirección política que interprete los intereses de la mayoría trabajadora explotada. Tal dirección no existe porque las direcciones de las existentes (PC,PS y Frente Amplio) han determinado actuar en el marco institucional y demostrar en él capacidad para gobernar el orden burgués. La crisis que atraviesa a nuestra sociedad es la crisis de esa dirección política obrera y revolucionaria, ese es el escenario en que El Porteño se desarrolla intentando dar voz a los grupos que pretenden desplegar esa tarea, sirviendo como puente entre el activismo y las ideas revolucionarias, con el accionar de los trabajadores.
El Porteño aspira a contribuir en esta tarea. Partimos de la base de que los partidos del régimen están quebrados en su capacidad de manejar los conflictos sociales y ahogarlos en la institucionalidad patronal. Partimos, también, de la base de que las bases de los partidos tradicionales y del Frente Amplio, se sienten interpretadas por los anhelos revolucionarios de redención social, libertad, democracia y antiimperialismo. Creemos que los trabajadores y los explotados seguirán luchando, resistiendo y enfrentando al capital en todos los escenarios que se le planteen.
Por lo expuesto, en tercer lugar y hay que decirlo, el futuro lo han marcado las grandes movilizaciones del período. Ellas nos han señalado un camino. La huelga portuaria demostró que con determinación, intransigencia y lucha callejera el movimiento obrero puede arrancar conquistas. Si el movimiento no logró imponerse ello se deber principalmente al aislamiento del Paro y a la incapacidad de su dirección de fortalecer los nexos de apoyo construidos durante la lucha. La situación de los 22 discriminados por Von Appen es una clara demostración de este problema, si la dirección de Fuerza Portruaria hubiese sido capaz de forjar estas alianzas, el desarrollo del conflicto habría sido muy distinto. Los 22 compañeros discriminados deben ser acogidos por el movimiento y su destino, en buena medida porque habrá que salir a luchar de nuevo, es el destino de los portuarios en general.
La poderosa movilización feminista, llamada Huelga Feminista del 8 de Marzo, debe ser leída como una paso trascendente en la emancipación de la mujer. Tal emancipación la encabezará la mujer trabajadora y esto pudo observarse en este movimiento que logró interpretar a extensos sectores de trabajadoras y trabajadores que encontraron en esta instancia un espacio de participación y lucha.
Es en estos movimientos y aquellos que han sacudidos no sólo al país, sino que a nuestra región donde encontraremos la respuesta política que buscan los trabajadores en todo el país. No en el parlamento ni en las instituciones patronales.
La lucha está abierta, no hay guión ni final escrito. Somos nostoros los llamados a escribir esta historia y a incorporarnos a la lucha con la voluntad de victoria. Juntos construiremos, entre todos, las respuestas políticas que el movimiento demanda. Nuestra respuesta debe ser la acción directa, la lucha de clases. Ese es nuestro escenario, la lucha por la revolución socialista. El Porteño es -de esta forma- un medio de comunicación popular que se propone la lucha revolucionaria, la construcción de un nuevo partido de la clase obrera, de los trabajadores, la dirección que demandan las luchas. Pero es ante todo una trinchera de combate.