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Uruguay – La mitad de la población no posee riqueza

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Natalia Uval

La Diaria, Montevideo, 13-1-2016

https://ladiaria.com.uy/

La riqueza financiera y la riqueza empresarial son las que explican en mayor medida la desigual distribución de la riqueza en Uruguay. La riqueza inmobiliaria, aunque mejor distribuida, se alcanza en edades tardías, y las mujeres concentran menos riqueza que los hombres en todos los tramos de edad. Estas son algunas de las conclusiones de la tesis de maestría en Economía defendida por Mauricio De Rosa a fines del año pasado en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, que estudia la distribución de la riqueza en Uruguay a partir del método de la capitalización.

El trabajo hace una estimación del nivel, la composición y la distribución personal de la riqueza neta en Uruguay en 2012 a partir de los ingresos provenientes de la riqueza que poseen los individuos. Como fuentes de información se utilizaron los registros tributarios y fuentes de información secundaria que combinaron registros administrativos de propiedades y encuestas de hogares.

Una de las primeras conclusiones que surgen del estudio es que en Uruguay la riqueza está mucho más concentrada que el ingreso. Mientras que en 2012, la distribución de ingresos arroja un índice de Gini de 0,5 -según un estudio de los economistas Gabriel Burdin, Andrea Vigorito y De Rosa-, la distribución de la riqueza presenta un índice de Gini de 0,8, según el análisis realizado por De Rosa.

La mitad de la población no posee riqueza. El 10% más rico acumula 62% de la riqueza neta total, el 1% concentra 26%, y el 0,1% acumula 14%. Esto significa que aproximadamente 25.000 personas poseen más de un cuarto de la riqueza neta total, y que 2.500 personas poseen casi 14%. De Rosa señala que, en términos de comparación internacional, estos resultados son similares a las estimaciones realizadas para Reino Unido, donde el 1% más rico acumulaba entre un quinto y un cuarto del total, y sustancialmente menores a las relativas a Estados Unidos, donde ese 1% acumulaba el 60% de la riqueza.

En cuanto al nivel de la riqueza, según las estimaciones realizadas por De Rosa, los integrantes del 0,1% más rico acumulan en promedio cinco millones de dólares, los integrantes del 1% más rico poseen cerca de un millón de dólares, y el 10% de la población tiene una riqueza de aproximadamente 250.000 dólares.

La desigualdad en la distribución de la riqueza está explicada en gran medida por la posesión de riqueza empresarial y financiera. La riqueza total está compuesta en 87% por riqueza inmobiliaria (que incluye tanto viviendas como tierras), en 7% por riqueza financiera, en 5,5% por riqueza empresarial y en 0,5% por incrementos patrimoniales. De Rosa señala en su tesis que este resultado es esperable, en parte, por el peso que tiene en general la riqueza inmobiliaria en la riqueza total, pero también por las características de Uruguay como país agroexportador, “donde en el factor productivo la tierra es particularmente relevante”.

Cuando se observa la distribución de cada uno de estos tipos de riqueza por percentiles de riqueza, se observa que la riqueza inmobiliaria está mucho mejor distribuida que la empresarial y la financiera. Para 99% de la población, prácticamente la única forma de riqueza poseída es la inmobiliaria, mientras que el 1% restante, y en particular el 0,1% más rico, acumula las dos formas restantes de riqueza. El 1% más rico acumula sólo 17% de la riqueza inmobiliaria y concentra, en cambio, 99% de la riqueza empresarial y 79% de la riqueza financiera. El autor concluye que la desigualdad de la riqueza empresarial y la financiera explican más de tres cuartas partes de la desigualdad total observada.

Hombres, y veteranos

El análisis de la distribución de la riqueza muestra las mismas desigualdades entre sexos que se registran en estudios realizados sobre distribución de los ingresos. La riqueza neta total de las mujeres es siempre inferior a la de los varones, en todos los grupos de edad. “Resulta interesante apreciar cómo la diferencia entre varones y mujeres se acrecienta conforme crece la edad, hasta aproximadamente los 60 años, donde comienza a reducirse. Esto puede deberse, por ejemplo, a que, en virtud de las diferentes tasas de mortalidad entre los sexos, las mujeres viudas vean incrementado su patrimonio ante la muerte del esposo”, señala De Rosa en el estudio.

La balanza de la riqueza también se inclina en favor de los más viejos frente a los más jóvenes. La desigualdad en la distribución de la riqueza cae a medida que la edad crece, con excepción del intervalo de 60 a 70 años. “Parte de la explicación de esta marcada tendencia se encuentra asociada a que el número de poseedores de riqueza aumenta conforme crece la edad”, sostiene De Rosa.

Los poseedores de riqueza inmobiliaria son en mayor medida quienes se ubican en los tramos etarios de entre 55 y 59, y mayores de 70. Recién en los tramos etarios a partir de los 55 años se registra que casi la mitad de la población de esos segmentos es poseedora de riqueza inmobiliaria. En el caso de los menores de 40 años, menos de 2% de esos segmentos es poseedor de riqueza inmobiliaria.

Los poseedores de riqueza financiera se ubican mayormente en los tramos etarios de 45 a 64 años, al igual que sucede con la riqueza empresarial, aunque esta última también se registra en importante medida en el tramo etario de 40 a 44 años.

Finalmente, el estudio compara la distribución de la riqueza con la distribución de los ingresos, y concluye que, en promedio, los grupos de altos y muy altos ingresos poseen también los niveles de riqueza más elevados. En el 1% de mayor riqueza, 85% se encuentra en el percentil de mayores ingresos, y más de la mitad en el 1% superior. “Es decir, la mitad de los miembros del 1% de mayor riqueza son también miembros del 1% de mayores ingresos”, señala De Rosa.

El autor concluye subrayando que el 0,1% de la población de mayor riqueza en Uruguay tiene control sobre más de la mitad de la riqueza financiera y más de 90% de la riqueza empresarial. “Estas formas de riqueza (especialmente la empresarial) dan cuenta de control sobre procesos económicos. Es decir que un conjunto muy acotado de personas, que en el caso del 0,1% supera apenas los 2.500, posee control sobre la mayoría de la riqueza uruguaya asociada directamente con el poder de decisión sobre la economía”, advierte De Rosa. “Si consideraciones tan antiguas como las de Adam Smith respecto de la asociación entre riqueza y poder siguen siendo ciertas, entonces los resultados aquí presentados sugieren que el poder económico está fuertemente concentrado en Uruguay”, agrega. De Rosa también cita al padre del liberalismo económico al comienzo de su tesis, con una frase de La riqueza de las naciones: “La riqueza, como dice Mr. [Thomas] Hobbes, es cierta especie de poder”.

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