El régimen del presidente Recep Tayyip Erdoğan en Turquía ha intensificado la represión contra todos los activistas de la oposición, apuntando contra sindicalistas, socialistas, periodistas y activistas kurdos. Entre el 14 y el 18 de febrero, más de 282 personas han sido detenidas.
Entre ellos se encuentra el presidente del sindicato de trabajadores textiles BİRTEK-SEN, Mehmet Turkmen. Su «delito» fue apoyar la acción de los trabajadores contra los bajos salarios y las malas condiciones de trabajo. En la ciudad está prohibida de forma antidemocrática la celebración de manifestaciones.
Otras detenciones tenían como blanco organizaciones de izquierda, como el Partido Laborista (EMEP) y el Partido Socialista de los Oprimidos (ESP), así como el partido pro kurdo DEM.
Esto sigue a una serie de arrestos y destituciones de alcaldes elegidos democráticamente en toda Turquía, supuestamente acusándolos de tener vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización prohibida.
El alcalde de Van fue destituido de su cargo. Cuando el gobierno de Erdoğan intentó anular los resultados de las últimas elecciones locales de Van en 2024, el gobierno se vio obligado a dar marcha atrás tras las protestas en toda la ciudad.
Las acusaciones contra el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, miembro del partido opositor CHP, podrían acarrearle cuatro años de prisión y una prohibición política. Es probable que se presente a las próximas elecciones presidenciales.
Sin embargo, estos ataques a los derechos democráticos no provienen de una posición de fuerza, sino de debilidad. El programa de austeridad aplicado por el gobierno, con recortes brutales del gasto público, ha hecho mella en el país y ha contribuido a aumentar la impopularidad de Erdogan.
El magro aumento del salario mínimo nacional a principios del nuevo año, mientras los súper ricos ganan miles de millones, ha demostrado de qué lado está realmente Erdoğan: ciertamente no del lado de los trabajadores.
Crisis del costo de vida
Erdoğan está intentando utilizar la intimidación contra todos sus oponentes en un intento desesperado por evitar cualquier posible disturbio futuro. Su gobierno no tiene respuesta para la crisis del costo de la vida.
Temen las consecuencias de enfrentarse a cualquier movimiento de masas similar a las protestas del Parque Gezi en 2013. Un nuevo movimiento de masas puede sacudir los cimientos fundamentales del régimen de Erdoğan y del propio capitalismo, si la clase trabajadora se pone al mando del movimiento.
Es urgente que todos los sindicatos, socialistas y activistas se preparen y construyan un frente unido de organizaciones obreras y socialistas. Un movimiento como ese podría unir a la gente para desafiar los ataques de Erdogan a los derechos democráticos y el empeoramiento del costo de vida por parte del régimen.
Un frente unido de trabajadores podría ofrecer una salida socialista: luchar para poner los bancos y otras empresas gigantes que dominan la economía, como las textiles y las siderúrgicas, bajo el control democrático de la clase trabajadora, planificando la sociedad en nuestro interés.
Los mensajes de solidaridad se pueden enviar a birlesiktekstilsendikasi@gmail.com y etiquetar a @birlesiktekstil en las publicaciones de las redes sociales.