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EL CAMINO NOS PERTENECE

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NUESTRA FUERZA RADICA EN NUESTROS PRINCIPIOS.

EL CAMINO NOS PERTENECE.

LA PALABRA Y LA ACCIÓN SOCIALISTA.

Carlos Moya Ureta

1.- No está, no se ve o no se siente la palabra y la acción del socialismo en la política y la cultura del Chile de hoy. Hablamos del socialismo revolucionario, del socialismo anticapitalista, del socialismo allendista.

2.-Al menos no con la presencia ni con la consistencia que lo amerita el tamaño del deterioro político, económico, social y cultural del pueblo. No hay presencia significativa ni proyección histórica del proyecto político popular allendista. En consecuencia, el proyecto político popular allendista no constituye, ─por el momento─ ni puntal, ni soporte a las aspiraciones e intereses de cambio y transformación social. Tampoco una amenaza directa a la brutal hegemonía económica y política de los grupos dominante quienes, a través de diferentes dispositivos del neoliberalismo exprimen y sobreexplotan a nuestra gente y a nuestros recursos patrimoniales.

3.- Sabedores que la fortaleza de la palabra y de la acción transformadora de los socialistas inspiran en el pueblo sueños de pan, de trabajo, de conocimientos y de justicia social; constituyen, al mismo tiempo, un camino certero que conduce, más temprano que tarde, a la derrota histórica del capitalismo neoliberal.

4.- Que el pueblo no vea la palabra y la acción revolucionaria de los socialistas vacia de todo fundamento ético y moral la política popular. Entonces, ¿que ve el pueblo? A suplantadores, que sustituyen y degradan, ─en el esperpento del clientelismo parlamentario─ los principios de clase que nos enaltecen. Que cualquiera mencione hoy en día la palabra “socialismo” sea en una asamblea sindical, estudiantil o social escuchará una rechifla y un repudio generalizado que avergüenza. Porque el pueblo rechaza el sometimiento y la colonización a los grandes empresarios de quienes acaparan con métodos pueriles la escena pública. Por el contrario, intente decir, al mismo tiempo, el nombre del Presidente Allende en voz alta, y la ovación de cariño y reconocimiento será generalizado, porque el pueblo aprecia la consecuencia, el sacrificio  y la lealtad al pueblo mismo.

5.- Lo anterior, se ha hecho evidente durante los actos que recogieron el legado del Presidente Allende en los 50 años de martirilogio popular. Lo dijimos de distintas maneras: “… muchos Allende circulan, en estos días por el país, pero no es el nuestro”. La mayoría corresponden a caricaturas o estereotipos de Allende y la Unidad Popular creadas por la Derecha. Imágenes que genocidas y empresarios quisieran tatuar en la memoria del pueblo.  Mientras que la lucha y el sacrificio del Presidente Allende son patrimonio universal de la democracia popular y el socialismo, los criminales criollos quisieran borrar su ejemplo y su legado, creyendo que con eso podrían ocultar sus crímenes, sus robos y su impunidad.

VIGENCIA Y NECESIDAD DEL PARTIDO.

6.- Sabemos que dos líneas no bastan para asumir y resolver cuestiones históricas relativas a la recuperación del socialismo en Chile. Pero podrían ser suficientes para empezar a enfrentar y resolver el problema de la rearticulación y recuperación del socialismo revolucionario en Chile y del proyecto político popular Allendista. Al menos, nos han bastado para concurrir masivamente a una mesa común, alentando un camino de reencuentro inédito, de convergencia e integración de trayectorias militantes. Largamente esperado, diríamos nosotros.

7.- Expresamos una voluntad colectiva de convergencia y consenso en la rearticulación y rescate del patrimonio histórico del Partido Socialista de Chile. Entendemos que no se trata sólo de ideas teóricas y doctrinarias, también de prácticas políticas, sociales y culturales concretas. Lo que conocemos como militancia. Estas prácticas mantienen vigencia cuando descansan en los intereses, necesidades y aspiraciones de los distintos componentes históricos de la clase, de lo que nosotros reconocemos como trabajadores manuales e intelectuales, de sus familias,  y por extensión de los pueblos.

8.- Una pregunta posible que aparece: ¿podemos saber cuándo, cómo y a qué condición se hace necesario instalarse en una perspectiva refundacional? Pero es una pregunta históricamente engañosa porque supondría que habría un tiempo y una condición especial para la reconstrucción de la alternativa política del socialismo.

9.- También podemos preguntarnos ¿qué de nuevo y qué de histórico tendría este proceso de integración y convergencia militante?

10.- Si fuéramos Eugenio González ─a quien todas y todos conocemos muy bien─ diríamos que obedece a una imperiosa necesidad de Época. Al menos lo pensó, lo escribió y lo publicó en 1952 en un folleto de entonces[1],

 “Un partido político nuevo aparece en el seno de una sociedad democrática cundo responde a los intereses y a las aspiraciones de un sector social que carecía de cabal expresión en los organismos existentes”

11.- ¿Existimos en un Chile donde el pueblo trabajador carece de voz, de presencia y de respeto en las acciones políticas y culturales, en el gobierno, en la realidad legislativa, en el imperio del salvajismo neoliberal y sus abusos y despojos por doquier? ¿Vivimos en un Chile que reserva al pueblo trabajador y sus familias la exclusión del trabajo y el pan, la exclusión de derechos de vida como salud, vivienda, previsión social; la exclusión de la educación escolar y la formación universitaria? ¿Vivimos en un Chile donde su pueblo es, al mismo tiempo, excluido del conocimiento y la producción de cultura pero sometido a la barbarie de la avaricia de los usureros de la banca, del crédito y de los servicios familiares? Como ingeniosamente lo dijo Gabriel Salazar, vivimos en un país de pulperías pero con Tarjetas de Crédito. Podríamos agregar, con “innovadores” contratos comerciales y programas computacionales que indexan deudas y cobranzas exponencialmente.

12.- Lo que piensa Eugenio González de la época de la historia de entonces, que le tocó cruzar:

“… Al fundarse en Chile el Partido Socialista, en abril de 1933, se daban las condiciones objetivas para que los trabajadores intelectuales y manuales actuaran de consuno en una colectividad política propia, puesto que ninguno de los partidos tradicionales representaba cumplidamente sus intereses económicos y sus aspiraciones sociales, dentro de una doctrina que concordara con el sentido del movimiento histórico”.

13.- Según el autor, un partido político nace no sólo porque emerge de las aspiraciones y necesidades de la clase que lo inspira, también porque esa fuerza política que emerge es capaz de proyectar una capacidad inédita en la producción, de lo que llamaríamos “patria-popular”, de cultura, de conocimientos propios, y de una ética social que lo instituye como fuerza de transformación social. En palabras de Eugenio González, en ese contexto,

“…el socialismo representó la proyección hacia el futuro inmediato del proceso creador de valores que constituye la cultura”.

14.- Aquí por lo menos aparece recogido un aprendizaje. Necesario, para lo que creemos necesitar en las circunstancias de hoy. Si pensamos en el Presidente Salvador Allende y en el “proyecto-político-popular-allendista” tenemos que darle la razón. ¿Qué representa sino la República Democrática de Trabajadores? ¿Qué representa la República Democrática de Trabajadores en el seno del proyecto y la acción de gobierno de la Unidad Popular? El Presidente Allende lo sabía muy bien. Mejor que muchos.

15.- Hay una convicción, en lo que escribe Eugenio González, pero también hay más que eso. Los socialistas chilenos les hemos rendido prueba a la historia, y la hemos superado satisfactoriamente. La doctrina de los trabajadores manuales e intelectuales ha sobrevivido los avatares de la historia. Ha sido enriquecida en devenir social, la realidad de la lucha de los pueblos y en el avance de las ciencias y el conocimiento emancipador y humanista. Y el mundo ha estado con nosotros y seguirá estando con nosotros. El Presidente Allende representa el emblema reconocido por los pueblos del mundo. Al imperialismo no le gustó y nos destruyó. Pero entre nosotros está vivo, palpitando y lo reconstruiremos. Ahora, o cuando sea. Cuanto antes mejor.

16.- Representamos un proyecto de transformación histórica anticapitalista, autónomo, indoamericanista, encaminado a forjar desde las manos del pueblo una democracia de trabajadores y el socialismo; que en Chile será a la chilena. Que nadie diga que hablar de socialismo en Chile no es sino un camino inédito de democracia de trabajadores, de justicia social e igualdad en el conocimiento, de libertad social y cultural, en el camino del humanismo socialista y el máximo bienestar de nuestros pueblos. Tenemos el privilegio de ser Chile, y este Chile nos pertenece, a todos. Es de todos quienes debemos sustentar nuestra vida y nuestros sueños en los vastos recursos que la naturaleza y la historia nos han entregado. De esta arcilla somos. En esta arcilla nos modelamos y modelamos a los nuestros, y de esa arcilla seremos.

17.- Que nadie piense que haremos un partido apoyado en las espaldas de muchas generaciones y de muchos sacrificios personales y colectivos para responder a las lógicas de domesticación y colonización de clases. Es histórico y moralmente incompatible el socialismo con toda forma de servilismo.

18.- Aprendimos dolorosamente, en la post dictadura, que cuando la lucha de clases se instala al interior del partido, las ideas de la lucha de clases vienen con ella. Hasta algunos llegan a creer que es democrático que conviva o cohabite el pensamiento emancipador con quienes disfrazan en moderación las ideas de la dominación. Conocemos públicamente el caso de quienes se hacen llamar “socialistas democráticos” como signo que han cedido a la voluntad de cohabitar y someterse a la colonización del modelo capitalista neoliberal, autoritario y antidemocrático, y renunciar a su destrucción.

19.- Cuando la oligarquía de banqueros, empresarios, y la casta militar (tan amplia que llega a Punta Peuco) domina en los asuntos del país, el gobierno se transforma en una oligarquía, el parlamento se transforma en una oligarquía, y también el sistema electoral y la gestión pública es oligárquica. Y cuando quienes dirigen o representan al partido se convierten en funcionarios o clientes aprovechadores de ese régimen oligárquico trasladan y reproducen la oligarquía al interior del partido. No a la oligarquía en el país, no a la oligarquía en el gobierno, no a la oligarquía en el partido.

20.- Por ello la vida y la cultura de los socialistas debiera estar en adelantar en sus modos de vida, en sus niveles de cultura y conocimiento, en las condiciones de trabajo, en la ciencia, en el arte, en la economía, en las relaciones sociales, en los modos de trabajo, en fin tanto en el universo de la vida cotidiana y la familia como en la vida social y pública, los valores y principios de vida que imponen la ética socialista emancipadora.

21.- El Partido Socialista, a diferencia de los demás partidos del acomodo capitalista, representa un proyecto histórico. Es decir una propuesta que reposa sobre la acción transformativa, en todos los ámbitos de la política, la cultura y el conocimiento. De pueblos que se habilitan por sí mismo; también en valores de solidaridad de pueblos para dibujar futuros posibles, que nos liberen de las condiciones opresoras que oprimen y nos mantienen en el fondo social de la historia. Convivir con los partidos del capitalismo no significa que acomodamos nuestra condición revolucionaria a los vaivenes de la política de los acomodos en el estatus quo. Por el contrario, vamos a transitar allí donde los caminos verdes nos llevan al Poder.

22.- Producir ideas para el mundo que vivimos, producir ideas para el mundo que se nos viene, producir saberes para el mundo en el que queremos vivir. Anticipar la historia, anticipar la propia historia para que las nuevas generaciones sigan ocupándose de  las herramientas que nos da el conocimiento para el porvenir.

23.- Parece sensato que no eludamos una cuestión que no era sencilla en nuestra juventud militante. No volveremos a cometer la tontería reduccionista de comprometernos a que será nuestra generación – la todo poderosa “nuestra generación”─- la que lograra la transformación definitiva. Alguien puede pensarlo, y estará bien. Pero cada generación asume su propia tarea de construir la patria que quiere y que necesita, siempre que no abandone el timón ni el rumbo de la historia, ni la liberación de la opresión de clases, ni el engrandecimiento del humanismo socialista universal, ni la paz. No cometeremos el error que cometen ciertos capitalistas de creerse el “fin de la historia”. El socialismo tampoco será el fin de la historia, toda vez que vivimos, probablemente, una terrible prehistoria de la civilización humana. El socialismo es el proyecto histórico más hermoso y el más avanzado en el cual reposa el humanismo social y cultural, el único posible hoy que nos conduce a ser parte de un planeta de los justos, de los solidarios, de los sabios.

24.- También, el desafío de levantar partido nos pone al frente situaciones problemas que no podemos dejar de considerar. Por ejemplo. En la lucha popular nos somos los únicos. No estamos solos, ni somos los únicos que aspiramos a representar el pueblo. La traición de los socialistas funcionarios y clientes, ha hecho que una parte del mundo popular no crea ─por ahora─ en los socialistas históricos, porque cuando le hablan de socialistas piensan que se trata de los pungas disfrazados de socialistas. Legítimamente, mucho de las nuevas generaciones de luchadores sociales han creado sus propias expresiones políticas y militantes que los representen. Se ha producido una fractura que será necesario asumir. La única manera de volver a la confianza total del pueblo es ser como Allende. Es hablar con el ejemplo. Defender los intereses, representar las necesidades y enarbolar las aspiraciones del pueblo. Actuar con ética y con rigurosidad moral, y sobre todo leer, formar y transformar la realidad desde los intereses del pueblo.

25.- El proyecto político popular allendista debe instalarse en las conciencias, en los modos de actuar, en la formación política y sindical, y servirnos de guía, tanto para el día a día como para su proyección histórica.

26.- ¿Podemos inspirar entre las fuerzas sociales y políticas del cambio un proyecto político unitario que, puesto en la perspectiva de futuro, represente la proyección hacia el futuro inmediato la creación de valores que constituyen la cultura, la economía, lo social y político en su conjunto?

Sin duda, entendemos bien: es el programa.

27.- ¿Esta nueva fuerza política tendrá el sustento necesario para emprender, sin frustrar, el cambio definitivo en Chile? ¿De qué disponemos a favor de estas ideas? Tenemos la profundidad de la crisis. Innegable. Tenemos las urgencias económico-sociales, el hastío del pueblo ante el engaño crónico “que viene el cambio”, y lo que es más apremiante, las necesidades en el día a día de los hogares. No esperemos que la desesperación del pueblo nos siga empujando, fragmentados o desunidos, a emprender nuevas luchas (a veces heroicas) que resultan inútiles, conducen a derrotas, y refuerzan al régimen.

28.- Pensemos también en lo inmediato. El aquí y el ahora. Vivimos una regresión ultraconservadora comandada por empresarios, transnacionales y el ideario militar fascista, que está usando la política autoritaria y de dominación para vengarse del pueblo.

Le tienen miedo al pueblo. Están aterrados, le temen al pueblo. No por lo que les hemos hecho sino por lo ellos creen que les vamos a hacer.

Y se han amparado en los recursos de la política y la corrupción para imponer, a través de un GOLPE DE ESTADO CONSTITUCIONAL, ─representado por un engendro constitucional infame y antipopular─ un modelo político y jurídico, que refuerza todas sus aspiraciones a robarse todo lo de Chile que no les pertenece. Creyendo que lo harán con total impunidad.

29.- El periodo que estamos viviendo se parece, en cierto modo, al periodo de la Reconquista. Recordemos que cuando las fuerzas españolas obligan a los patriotas a dejar Chile, los reconquistadores actúan con una enorme crueldad con las familias que apoyaron la lucha por la libertad. Los de extrema derecha militarista y fascistoides actúan con crueldad en contra de los derechos y aspiraciones de los chilenos pobres y desamparados. Eliminan derechos, ponen cerrojos nuevos al cambio democrático y constitucional y se creen que pueden dibujar un país para ricos y un infierno para pobres. Que ilusos.

30.- En esta regresión conservadora, ha llegado la Intendencia del Pinochetismo a imponer con excesiva violencia estas propuestas aberrantes que significan una “involución civilizatoria” de derechos, como lo ha marcado la Comisión Chilena de Derechos Humanos en su denuncia a organismos internacional. Creen que ahí termina la historia. Al contrario de todo, aquí comienza todo, y nuestro re-emergente partido está llamado a ser parte y dirigir las principales batallas de nuestro pueblo.

31.- Hay resistencias al nuevo partido. Estamos convencidos, ─al contrario de los que se oponen a la transformación política de la fuerza social─, que existen desde hace rato condiciones objetivas y subjetivas para fundamentar y sostener la viabilidad histórica inmediata para la construcción de una fuerza política popular. Unitaria en su diversidad. Históricamente rica y expresiva en sus matices culturales y sociales. Una fuerza política que esté de manera urgente presente y enraizada en todos los territorios y pueblos de nuestra geografía humana y social.

32.- Para recuperar, nada más ni nada menos, lo que es nuestro. Claro, una fuerza política y social única, que acoja la diversidad y la encauce a la liberación de Chile. Con un programa único, ─porque debe ser un programa que contenga todo lo que le hace falta a Chile y a sus pueblos.

33.- Así será muy fácil de elaborar porque ese programa ya está en las calles, está en los muros, se escucha en las voces de Altivos, que las pregonan por las esquinas y plazas todos los días! Porque ese programa representa cada angustia y cada derecho arrebatado, y también cada dignidad por recuperar.

Ese programa lo es todo. No es una lista de supermercado. Probablemente, una parte significativa de él es una NUEVA CONSTITUCIÓN INSTITUYENTE, forjada en el crisol del poder popular soberano originario de cada territorio.


[1] Eugenio González Rojas, (1952) La crisis chilena, Ediciones Espartaco, Santiago, Imprenta San Diego, 32 págs.

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