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Roque Dalton: crimen sin castigo

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Por Renán Alcides Orellana

Contrapunto, 1 mayo, 2021

Con este título publiqué, en mi libro “Allá al pie de la montaña” (San Salvador, 2002), un capítulo sobre la vida, obra y muerte de Roque Dalton. Título que sigue vigente. Y su realidad  únicamente desparecerá cuando el crimen, más allá de esclarecido, logre salir de la impunidad. Según informaciones de la época, Roque Dalton murió asesinado en San Salvador, el 10 de mayo de 1975, a los 40 años de edad. Había nacido en la misma ciudad, el 14 de mayo de 1935.

Un día después de la muerte del poeta, el 11 de mayo, la noticia nos golpeó fuertemente a varios compañeros de oficio, reunidos para analizar y profundizar sobre la realidad socio política imperante y las posibles consecuencias de intranquilidad social, producto de la represión, persecución, cárcel y destierro que desataba el gobierno de turno, contra profesionales, estudiantes, obreros y campesinos de pensamiento opositor. Roque  Dalton era uno de los más perseguidos. Y, precisamente por eso, dentro de la temática abordábamos el pensamiento y la obra de  Dalton, de quien, quizás todos, ignorábamos que, desde mucho antes y para entonces, ya estaba residiendo clandestinamente en el país. Lejos estábamos de imaginar que un día antes, el 10 de mayo, fuerzas oscuras habían truncado la vida del poeta, amigo y compañero de afanes literarios.

Ese día, la noticia nos llegó escueta, sorprendente e increíble, pero ambigua, sin mayores detalles. En medio de aquella incertidumbre, para suavizar el impacto, y para generar conformidad, se me ocurrió expresar al grupo que era preciso esperar confirmación, pues mientras no hubiera alguien que afirmara haber visto el cadáver, y el lugar donde quedó Roque, no debíamos darlo por muerto… ¡y hasta ahora!…

Pero la noticia se reconfirmaba con los días: Roque Dalton había sido asesinado acusado de traición y otras falsedades, “ajusticiamiento” ejecutado por sus mismos compañeros de organización, los para entonces dirigentes del grupo guerrillero Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Si bien estos señalamientos sobre los ejecutores han sido secreto a voces, lo cierto es que el crimen sigue rodeado del misterio que causan la indiferencia, los enredos jurídico-políticos o la falta de evidencias claras. Es igual.

Recordaba mi última charla con Roque. Fue por 1964, en las gradas del entonces edificio en construcción de la Biblioteca de la Universidad de El Salvador (UES). Yo buscaba información para mi columna cultural “Voz universitaria”, que mantenía en el periódico Tribuna Libre. Roque, a pesar de que para entonces era presa de un andar muy sigiloso, no perdía la visión y el compromiso de impulsar la labor literaria, como una contribución al desarrollo cultural del país. “Es necesario intentar un trabajo más amplio y sostenido sobre la poesía- me dijo. No están demás los recitales que se vienen realizando, pero se precisa de algo más. Andá donde Tirso (Canales), ahí en las barracas de Humanidades. Platicá con él; tiene algunas ideas sobre la necesidad de que los escritores nos vayamos agrupando, para impulsar nuestro quehacer. Platiquen y me contás…”.  No pude contárselo. La misión que le imponían su vocación y convicción poético-revolucionarias, habría de llevarlo más lejos de lo que todos imaginábamos. Hasta el desenlace fatal que nos fue comunicado aquel día de mayo, en 1975…

Roque Dalton con Ernesto Cardenal, en una playa cubana 

Roque Dalton García -como ha quedado dicho- nació en San Salvador, en 1935 y murió en mayo de 1975. En Panorama de la Literatura Salvadoreña, el escritor Luis Gallegos Valdés, en una amplia nota, apunta que Roque: “hizo sus estudios de bachillerato en el Externado San José, con los padres de la Compañía de Jesús. Va a Santiago de Chile a realizar estudios de Derecho. Vuelve bastante politizado y se incorpora al grupo literario conocido como Generación Comprometida, escribiendo artículos, cuentos y poemas…”.

En orden cronológico, la siguiente es parte de la producción literaria de Dalton, desde la publicación de Dos puños por la tierra, en coautoría con Otto René Castillo, poeta guatemalteco exiliado en El Salvador, para continuar su obra individual con Geografía de mi vozPoemas personalesVengo desde la URSS amaneciendoMía junto a los pájaros, San Salvador, 1958; La ventana en el rostro, México, 1961; El mar, La Habana, 1962; El turno del ofendido, La Habana, 1963; Los testimonios, La Habana, 1964; Poemas, Antología, San Salvador, 1968; Taberna y otros lugares, La Habana, 1969; Las historias prohibidas de Pulgarcito, México, 1973… hasta la publicación de Pobrecito poeta que era yo, San José, Costa Rica, 1976; es decir, un año después de la muerte del poeta; aparte de una abundante obra dispersa que, con giros universales, se ha esparcido por el mundo.

En ese contexto podría enmarcarse la vida literaria de Roque Dalton, con característica especial, no sólo por su vasta producción, a pesar a su corta edad, sino por los avances cualitativos y cuantitativos de una concepción altamente poética, cada vez más identificada con su responsabilidad frente al mundo. Un proceso admirable y creciente, truncado es cierto, pero con suficiente trayectoria literaria para ubicarse entre los grandes del continente. Parte de esa trayectoria la define el propio Dalton en una entrevista (“Una hora con Roque Dalton”, 1974) con Mario Benedetti, poeta y escritor uruguayo fallecido recientemente.

“… Al igual que un gran número de poetas latinoamericanos de mi edad, partí del mundo nerudiano, o sea de un tipo de poesía que se dedicaba a cantar, a hacer loa, a construir el himno, con respecto a las cosas, el hombre, las sociedades. Era la poesía-canto. Si en alguna medida logré salvarme de esa actitud, fue debido a la insistencia en lo nacional. El problema nacional en El Salvador es tan complejo que me obligó a plantearme los términos de su expresión poética con cierto grado de complejidad, a partir por ejemplo de su mitología. Y luego, cierta visión del problema político, para lo cual no era suficiente la expresión admirativa o condenatoria, sino que precisaba de un análisis más profundo. Esto me obligó a ir cargando mi poesía de anécdotas, de personajes cada vez más individualizados. De ahí provienen ciertos aspectos narrativos de mi poesía, aunque llegado a determinada altura, tampoco resultaron suficientes y debieron ser sustituidos por una suerte de racionalización de los acontecimientos. Viene entonces mi poesía más ideológica, más cargada de ideas…”

Roque con su esposa Aída y sus hijos, en Praga

De aquella concepción poética que Roque Dalton expresara a Benedetti, arrancan sin duda los testimonios de toda una producción literaria, conocida dentro y fuera del país, aunque quizá más lo segundo que lo primero, dado el carácter de universalidad que se advierte en toda su obra, aun cuando nunca perdió, al contrario sostuvo y defendió, las raíces que lo identificaran con su patria. Por todo lo anterior, la figura de Roque Dalton, antes proscrita y vilipendiada “por su tendencia socialista”, ahora a la inversa ya ha sido recogida por la historia literaria de El Salvador; y ha llegado para quedarse y continuar en ella, por esa condición indiscutible de poeta auténtico y universal.

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