CLATE
Se cumple el cincuentenario de la Revolución de los Claveles, un levantamiento llevado a cabo por militares antifascistas el 25 de abril de 1974 en Portugal, que permitió el fin de la dictadura conocida como «régimen del Estado Nuevo», que se negaba a convocar a elecciones democráticas desde el año1925.
Portugal vivía una larga dictadura de casi 50 años, la más larga de Europa. Como imperio era decadente y débil, en sus colonias africanas, en especial en Angola desde inicio de los años 60, ocurría un proceso de guerra de liberación anticolonial contra el imperio luso.
Para mantener su dominio, Portugal destinaba cada vez más recursos materiales y humanos en esa guerra colonial, donde había guerrillas con apoyo popular que jaqueaban al ejército opresor. Más del 40% del presupuesto nacional era militar, tenía 150.000 soldados destinados en África.
Los jóvenes portugueses debían hacer un servicio militar obligatorio de cuatro años, de los cuales dos debían ser en alguna de las colonias africanas, en las que se desarrollaban procesos de guerrillas con gran apoyo popular.
En los años 70, dichos procesos revolucionarios y anticolonialistas que se habían desatado en Angola y Mozambique, impactaron en la metrópoli. El Ejército entró en crisis y se dividió: un sector mayoritario quiso salir de la guerra y formó el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas), como expresión de un amplio sector del ejército y de la población que no quería prolongar la guerra colonial. Es así que prepararon un golpe contra Caetano, el dictador que había sucedido a Salazar.
El 25 de abril de 1974 el MFA destituye a Caetano, saca los tanques a la calle y pide a la población que se quede en sus casas. Pero la gente sale en masa a las calles y se unen al festejo por el fin de la dictadura. Alguien le pone claveles a la boca de los cañones de los tanques y bautiza a la Revolución. Y esas son las imágenes que se conocieron en todo el mundo, la de los tanques y los militares apoyados por el pueblo. Pero desde el mismo 25 los protagonistas pasan a ser los trabajadores y sectores medios de todo el país. Comenzaba la última Revolución Obrera en Europa occidental. La nueva clase obrera emergió de forma explosiva después de años de dictadura que implementaba la baja de los salarios.
El 1º de mayo, en menos de una semana, unas 500.000 personas marcharon en Lisboa y otras grandes ciudades. Los trabajadores querían libertad en el país y en sus trabajos, no tenían sindicatos de industria. Se organizaron, ocuparon empresas, llevaron adelante asambleas, eligieron a sus representantes, surgieron las CT (comisiones de trabajadores) que se calculan que fueron unas 4.000 en todo el país, y en particular en las empresas grandes. El proceso no se detuvo, se formaron comités de vecinos y también de soldados. Durante un año y medio, se vivió una situación revolucionaria.
Las imágenes y fotografías de obreros votando en asambleas masivas, vecinas y vecinos recorriendo las calles de sus barrios o soldados con fusiles, se hicieron virales. El fantasma de la revolución provocó el temor de la burguesía.
La reacción buscó contragolpear y el 11 de marzo de 1975 el intento de un golpe derechista fue desbaratado. Los trabajadores pasaron a la ofensiva, se multiplicaron las ocupaciones de fábricas, los campesinos reclamaban tierras, se logró estatizar a centenares de empresas y otras tantas fueron intervenidas, involucrando a más de 300.000 trabajadores. Hubo un doble poder en las fábricas y en los barrios.
Con lo cual, estos organismos creados por los trabajadores adquirieron poder de decisión y fueron contrapuestos a las instituciones existentes, incluso les disputaban representatividad. Al final del proceso con la crisis del MFA también surgieron los comités de soldados y el doble poder llegó a las fuerzas armadas.
Sin embargo, este doble poder no se profundizó ni se centralizó. Cada uno ejerció su poder o control en su empresa, barrio o cuartel. Un proceso muy diferente al de la Revolución rusa donde organismos similares, los soviets, se unieron, se coordinaron y se centralizaron democráticamente.
El impedimento de coordinación de aquellos barrios y empresas bajo control obrero se dio porque tanto el Partido Comunista como el Partido Socialista, que eran mayoritarios en la clase obrera, se opusieron. Ellos frenaban la formación de organismos de autodeterminación, y cuando surgían a pesar de ellos, trataban de controlarlos. Ambos partidos eran enemigos de la revolución que estaba en marcha. Eran defensores de la continuidad capitalista, y solo querían reformas, mejoras menores, pero no que los trabajadores tomaran el poder político. Ellos eran parte de los distintos gobiernos de colaboración que se conocieron como Frente Popular, donde los partidos obreros se integraron a los partidos burgueses para gobernar juntos administrando el estado capitalista.
Después del frustrado golpe del 11 de marzo, la revolución pegó un salto por la decidida acción de los trabajadores. Los reformistas frenaban el proceso pero no lograban detenerlo.
Tras el golpe de Estado de noviembre de 1975 se produjo la desaceleración de las movilizaciones, comenzando un proceso de institucionalización de todos los organismos. Es decir, un proceso de integración y subordinación, directa o indirecta, al Estado. La contrarrevolución democrática, o la transición se impusieron. Este “modelo portugués” fue aplicado en muchos países para pactar la transición de gobiernos militares a gobiernos constitucionales.