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«..Mañana será domingo día de descansar, mi jornada de trabajo por fin se va a terminar..»
canta Rolando Alarcon
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1.- Compartí días de cautiverio con hombres muy valientes, que marcaron mi camino hasta hoy. Este es el relato de la noche en que nos encontramos «…
Se abre de golpe la puerta de nuestro cuarto – celda y varias personas son arrojadas a él. Pasados algunos momentos y cuando estuvieron seguros que sus aprehensores se habían retirado, comenzaron a llamarse por sus nombres
– Arturo, Ramón, Manuel, Pedro….
– Aquí estoy, yo también, y yo ,un poco apaleado pero entero, dice uno más allá.
Al lado mío quedó Raúl Castro según supe posteriormente. Le hablé con desconfianza al principio, la misma que dijo sentir él, al preguntar. Dónde estamos?
-En el cerro Chena le respondo. ¿Hay mucha gente aquí?
-Somos como sesenta, pero han estado llevando y trayendo gente todos estos días.
¿Cómo están, los han tratado muy mal?
-Aquí la cosa esta bien dura, pero tratamos de sobrevivir dándonos fuerza entre todos.
¿Quién eres tú?
- – Me llamo Manuel Ahumada
– Oye viejo, dice entonces alzando la voz, aquí está el hijo del perro.
– Puta cabro , tu taita lleva días buscándote y no tiene idea donde te tienen, como estas?, dice uno por mi izquierda.
– Bien, preocupado por todos allá afuera, pero bien.
– Manolito, soy Ramón Vivanco, ¿como está hijo?
– Hola Tío Vivanco, que pena que nos vengamos a encontrar en este lugar. (Ramón Vivanco y su esposa eran los padrinos de bautizo de mi hermana Rosa Margarita. Con mis hermanos lo llamábamos tío ).
– Oye cabro ,y no te dije que anduvieras con cuidado si te metías en guevadas? La voz de Manuel González era inconfundible
– Pucha que eres porfiado hombre, si esta cuestión esta re’ mala oh. Cuando sepa el perro que estás aquí le va a dar un ataque, guevon. Me estaba llamando la atención y seguramente se sonreía.
2.- Es contradictorio sentir alegría al encontrarse con gente a la que se estima en un lugar como este. Nos han tratado duro y a ellos seguramente les darán lo mismo o mas que a nosotros. Sin embargo hay algo que reconforta. No están, ni estamos solos en este difícil momento. Nos tocamos con alegría, reconociéndonos como los compañeros que éramos, la mano en el pelo, el apretón en el hombro que da el padre cuando esta orgulloso del hijo.
Las vendas eran una cosa sin importancia que acomodábamos como podíamos para darnos al menos una rápida mirada.
Aquí estábamos, de aquí saldríamos, era la palabra de aliento que nos dábamos unos a otros.
El destino diría otra cosa para ello
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MANUEL AHUMADA LILLO
Presidente CGT Chile
Nuestra fuerza la Unidad,
Nuestra meta la Victoria