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Problemas de espíritu, de frente y de perfil

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POLITIKA

Nos permitimos lamentar que el tan cacareado «método Bukele» no le sea aplicado al sector bancario, tan prolífero y creativo en materia de delincuencia…


escribe Edmundo Moure


Es difícil entender que la mayoría de las fotos de perfil sean imágenes tomadas de frente. Eso sería poca cosa, pero que «su perfil esté con problemas y restricciones en su cuenta de Fb», resulta inquietante para un escriba viejo como yo, de torpe manejo digital y de visión algo precaria.

Me dicen que Fb es propiedad de una familia estadounidense, sionista y acaudalada, dueña de una gigantesca transaccional de las comunicaciones y plataformas cibernéticas, llamada Meta. Una sugerente palabra castellana, asociada al verbo meter, introducir (vulgo, «mandar a guardar», léxico urbano chileno).

Al parecer, mi posición en torno al genocidio que se está llevando a cabo contra el pueblo palestino y su consecuente denuncia, protesta y reclamación, frente a la inmisericorde blitzkrieg del estado de Israel, me han transformado en un peligroso «antisemita».

Los SS de la censura no han considerado mis atenuantes: ser un lector asiduo de Fernando de Rojas, Miguel de Cervantes (sefarditas); de Franz Kafka, Max Weber, Sigmund Freud, Walter Benjamin, Primo Levi, Isaac Bashevis Singer, Stefan Zweig, Hanah Arendt, Simone Weil, Gertrude Stein… Sí, de Gabriela Mistral, amante del pueblo judío, hebrea de corazón, ella.

Estos maniqueos se parecen mucho a los nazis de los años 30 y 40 del pasado siglo, que llamaban «antigermanos» a quienes abominaban de Hitler y sus secuaces. Como si tuviéramos que sentar a la misma mesa a Goethe, Hegel, Beethoven, junto a Goebbels, Hess o Ribbentrop.

Admiro al pueblo hebreo, a los judíos y también a los israelitas civilizados, cultos y de grande corazón. Mis escritos de medio siglo lo refrendan, sin necesidad de un extemporáneo acto de contrición. Hace poco, releí las terribles peripecias padecidas por Benjamin, en 1940, cuando huía de las persecuciones de nazis y de franquistas, con el trágico desenlace del suicidio en un hotelucho de Portbou, portando el tesoro de un maletín con sus escritos postreros. Asimismo, Stefan Zweig y su compañera, en Florianópolis, en 1943, yacente y sumidos en el sopor del veneno, como refiere su amiga chilena, Gabriela Mistral. Perseguidos por la locura homicida de un mundo que parecía precipitarse en las hogueras del apocalipsis.

Sí, ante la invasión del estado militarista de Israel, tomo partido por la martirizada Palestina.Y hago mías las palabras del argelino-francés, Albert Camus: «El escritor debe ser, ante todo, testigo insobornable de su tiempo».Lo demás es paja muerta, de frente o de perfil.

1 COMENTARIO

  1. Yo también escribo pero no para el Nobel. Hay cosas que resultan simples de entender, pero que algunos las complican a propósito para que la gente que lee no entienda. Por ejemplo el genocidio de Gaza, también se puede explicar de la siguiente forma: Cobarde es el ejército que armado hasta los dientes asesina niños, cobarde son los países que testigos de aquellos crímenes no hacen nada para ayudar a esos niños, y más cobarde son los países que son cómplices al apoyar a un ejército infanticida. Mirado de un punto de vista judicial tenemos tres figuras: el asesino, el testigo y el cómplice. El problema es que el juez no aparece por ninguna parte.

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