Sergio Rámirez
Comité por una Internacional de Trabajadores, CIT en Chile
Durante el gobierno popular que encabezó Salvador Allende, se produjo un proceso revolucionario que movilizó a los trabajadores y los pobres del campo y la ciudad, con el paro patronal de octubre de 1972, los trabajadores y jóvenes de izquierda levantaron los Cordones Industriales y otras organizaciones de Poder Popular, que ocuparon y volvieron a poner en funcionamiento las fabricas y empresas de distribución paralizadas por los patrones. Se consiguieron grandes avances sociales y económicas, se nacionalizó el cobre. El hierro y el carbón, la educación media y superior se abrió a jóvenes de la clase obrera. La cultura tuvo un desarrollo prodigioso, recitales y espectáculos de calidad se pusieron al alcance del pueblo pobre que siempre había sido marginado de este acceso cultural. La Reforma Agraria tuvo un impulso importante permitiendo a los campesinos acceder a la tierra que trabajaban.
Pero esta revolución solidaria y creativa que experimentó Chile hasta el golpe de Estado militar empresarial estaba desarmada.
Por esto es tan importante sacar las conclusiones de la Unidad Popular y hacer un análisis honrado de este período y reconocer los errores para no volver a repetirlos. Entender en suma porqué tuvimos dictadura y no el socialismo que se pensó construir.
¿Fuimos demasiado rápido?
¿Se avanzó demasiado rápido en los cambios? ¿No se transó lo suficiente? ¿Faltó tener la mayoría absoluta de los votos? ¿Se provocó a la reacción para que diera el golpe de estado? Estos son los cuestionamientos recurrentes cuando se habla del tema y que junto a muchos otros hay que tratar de responder.
Una de las frases más usadas es que “avanzamos demasiado rápido”, que queríamos todos los cambios de una sola vez y no entendíamos que las transformaciones de la sociedad tenían que darse en forma gradual, lenta y sin enfrentamientos violentos, es decir a través de la democracia burguesa… paso a paso.
Debemos decir frente a esto que las buenas intenciones no son más que eso. No es posible pensar que la burguesía chilena y el imperialismo norteamericano se iban a quedar tranquilos viendo como “paso a paso”, perdiendo progresivamente sus privilegios y se transformaba la sociedad convirtiéndola en socialista hasta que el último paso se concretara.
En 1970, la burguesía, frente a la posibilidad de que ganara la UP (sólo ante la posibilidad), empieza a mover los hilos de la reacción. Lo primero que hace es intentar un golpe contra Freí Montalva: El “tacnazo” del general Viaux, para impedir el posible ascenso al poder de la UP, maniobra golpista que fracasó.
Posteriormente, una vez que la Unidad Popular había ganado las elecciones en 1970, vino el asesinato del comandante en jefe del Ejército, el general René Schneider, este crimen perpetrado por la derecha se quería usar como excusa para impedir que Allende fuese nombrado Presidente.
Desde el principio la burguesía mostró que su respeto a la legalidad democrática es un mito que termina cuando su propiedad privada y el Estado a su servicio son puestos en cuestión.