Porque el miedo ganó.
Los medios, la televisión, y sobre todo las redes sociales llenaron de incertidumbre a la gente. Se repitieron frases como: “te quitarán tu casa”, “el país se va a dividir”, “el aborto será obligatorio”. Eran mentiras, pero se instalaron con fuerza. Se jugó con las emociones: con el miedo al caos, al cambio, a perder lo poco que se tiene.
El primer texto fue rechazado porque parecía muy lejano, radical y desordenado. El segundo, porque parecía escrito solo por una élite conservadora. En ambos casos, faltó lo más importante: que el pueblo sintiera que la nueva Constitución era suya.
Y en medio de la desinformación, del cansancio y la ansiedad, la gente eligió lo conocido. Aunque duela, no fue solo un voto racional. Fue un voto con el corazón temeroso.
¿Por qué el pueblo chileno se merece una nueva Constitución?
Porque la actual Constitución fue escrita en dictadura, sin participación democrática, y aún hoy limita la voluntad popular en temas esenciales: salud, educación, pensiones, recursos naturales, justicia social y dignidad.
Porque el pueblo no puede seguir viviendo bajo reglas hechas para proteger privilegios, no derechos.
Una nueva Constitución no es solo un cambio de papel, es el derecho a imaginar y construir un país más justo, más igualitario, más humano.
¿Cómo lograr que el pueblo se sienta parte del cambio?
Haciéndolo parte real, no espectador.
Ya no basta con que unos pocos escriban para muchos. Hay que preguntarle directamente a la gente. No con tecnicismos. Con claridad. Con verdad.
¿Está usted de acuerdo con que la salud sea un derecho garantizado por el Estado?
¿Está usted de acuerdo con que la educación sea pública, gratuita y de calidad?
¿Está usted de acuerdo con que el agua, el litio, el cobre sean de todos y no de unas pocas empresas?
¿Está usted de acuerdo con que se reconozca a los pueblos originarios como parte viva y legítima de nuestra historia?
Cuando el pueblo responde, participa.
Cuando decide, se identifica.
Y cuando se identifica, defiende y construye.
Una propuesta: Un plebiscito de preguntas vinculantes previas
Muchos países han hecho procesos así. Bolivia, Islandia, Colombia.
Chile también puede. Chile también debe.
Una nueva Constitución no debe partir del miedo, sino de la esperanza colectiva. Y esa esperanza se siembra preguntando, escuchando y respetando la voz del pueblo.