Escribe: Milcíades Ruiz
En el desastroso gobierno de Alan García, con una inflación galopante y una devaluación de empobrecimiento acelerado, muchos peruanos huyeron a Venezuela en mayor cantidad de lo que los venezolanos han venido ahora al Perú. Pero muchos miran con malos ojos a estos inmigrantes y hasta se muestran xenofóbicos con ellos. Desde una perspectiva de izquierda no debería ser así, si tenemos en cuenta que se trata de un fenómeno social que es producto y no causa, cuyos insumos provienen no tanto del gobierno venezolano sino de fuerzas anti socialistas extranjeras encabezados por el imperialismo norteamericano. Es verdad que agrava la situación laboral de los peruanos pero son gente de pueblo, a los que no se puede culpar irracionalmente.
Actuar sobre sobre el producto final es un absurdo. Las condiciones de vida se han deteriorado allá y eso no es culpa de estos migrantes. Hay una guerra allá pero es una guerra invisible y muchos huyen de esa guerra como los refugiados que llegan a Europa como consecuencia de las guerras en territorio árabe donde se lucha contra fuerzas invasoras extranjeras. No sucede esto con los bolivianos que tienen un gobierno popular con las mismas características antimperialistas que Venezuela pero con un manejo de gobierno diferente. Exitoso económicamente y sin graves problemas de oposición política a pesar de haber expulsado al embajador norteamericano.
Pero a lo que voy es que, detrás del desastre de Venezuela hay gobiernos extranjeros que han invadido la soberanía de ese país e intervienen en sus asuntos internos. EE UU es autor mediato de la migración venezolana pues viene aplicando una serie de sabotajes terroristas de índole económico y político para provocar el derrumbe económico de ese país hermano. Genera desabastecimiento de artículos de primera necesidad actuando en comparsa política con la oposición de derecha mercenaria que se presta a esta estrategia norteamericana por intereses propios.
Esta misma estrategia la utiliza frecuentemente la CIA para provocar el derrocamiento de gobiernos populares en diversas partes del mundo. En nuestro continente lo ha hecho con Cuba y no pudo lograrlo, por el amparo de la Unión Soviética que abasteció con lo que pudo a pesar de lo cual, la escases se veía en los almacenes comerciales. No era agradable la carne rusa pero al menos servía para matar el hambre. Igual estrategia aplicó con el gobierno de Velasco que tuvo que racionar el consumo de carne y otros productos pero la CIA captó a Morales Bermúdez quien le facilitó el trabajo.
Los documentos desclasificados de la CIA han permitido corroborar esta estrategia con directivas oficiales de proceder con sabotajes de toda índole y el bloqueo comercial con el fin de provocar protestas y levantamiento de la población ante la falta de artículos de primera necesidad. Para la CIA, no importa matar de hambre a inocentes porque su objetivo es lograr que la gente le dé la espalda al gobierno popular y así lograr su derrocamiento.
Un gobierno popular en el Perú tendría estos mismos problemas generados por la CIA y por el gobierno norteamericano, si es que no sabe conducirse con inteligencia. Contra Venezuela se han aplicado diversas sanciones abiertas y encubiertas. No solo lanza misiles de bloqueo de abastecimiento de alimentos y medicinas, sino también bombardeo de asfixia financiera que impiden los primeros auxilios de abastecimiento. En noviembre pasado fueron devueltas más de 23 operaciones de pago por 39 millones de dólares en alimentos porque bancos intermediarios de proveedores no querían aceptar recursos desde Venezuela.
Como resultado de tantas zancadillas, el tipo de cambio se ha multiplicado por 1.410 veces desde agosto de 2014 hasta la actualidad; mientras que la cantidad de billetes y monedas se multiplicó por 43. La derecha continental le cierra las puertas y Mercosur busca aislar a Venezuela. Se sabotea el transporte aéreo retirando de Venezuela las líneas aéreas Avianca y Aerolíneas Argentinas. La Unión Europea interviene gratuitamente en el conflicto aplicando sanciones sin tener nada que ver en este asunto, interfiriendo en los asuntos internos de Venezuela.
De nada sirve la libre determinación de los pueblos cuando el gobierno venezolano es sometido por los países poderosos a un intenso sabotaje todos lados y a toda hora. La resistencia tiene un límite pero este acoso linda con lo delictivo porque se trata de un abuso de poder y tiene las características de crimen organizado y asociación ilícita como la OEA para tramar ataques contra víctimas inocentes que son sometidas a carencias alimenticias y de medicinas. En estas condiciones, ¿Cómo no comprender el fenómeno de la migración venezolana?
El poder mediático de la derecha nos hace ver que todo es por culpa de Maduro y está comprobada la intervención de la CIA en la presión de la prensa que tergiversa los hechos cuando se trata de sabotear a un país. Siendo así, no deberíamos ser xenofóbicos con los migrantes venezolanos. El Perú paga las consecuencias del crimen organizado dirigido por EE UU y por la desatinada política del gobierno pro norteamericano de Kuczynski que para agradar a su jefe; gratuitamente rompe relaciones con Venezuela sin que nos hayan hecho nada, apoya toda acción de sabotaje contra este país y naturalmente acoge a los refugiados solo por darle la contra a Maduro. Esta es una injerencia abierta en los asuntos internos de otro país.
Entonces pues, tenemos que ser racionales con este problema.
Maduro solo tiene una parte de la culpa. Hay que ver el cuadro completo para entender cualquier problema. A quien debemos reclamar por este fenómeno social es a EE UU, al gobierno peruano y a la intromisión de las potencias extranjeras cuyas políticas de agresión contra el gobierno venezolano nos afecta indirectamente. ¿Ustedes qué dicen?
Enero 2018
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/