LA PUDRICIÓN POLÍTICA
Escribe: Milciades Ruiz
Hay una sensación de frustración política y desesperanza en los sectores populares con respecto a los partidos políticos. Nadie hubiese imaginado ver a la CGTP convocando y marchando conjuntamente con el corrupto ex presidente Vizcarra de ideología derechista, como antes lo hacía con el Partido comunista. Tampoco ver a la bancada parlamentaria de Perú Libre, aliarse por prebendas con grupos parlamentarios de ideología contraria. ¡No puede ser! dirían algunos, pero es la realidad. Veamos.
Los hechos políticos no suceden por azahar. No hay consecuencia sin causa. Pero la protesta popular desfoga su ira contra los gobernantes y no, contra el sistema que ocasiona esa calidad gubernativa. Somos nosotros los que hemos elegido las personas que ahora repudiamos, y nos frustramos de impotencia. De nada sirve este enfoque de lucha popular de buscar el cambio de personas y no del sistema que, seguirá arrojando similares resultados. La lucha es contra el sistema político y, mientras no se le cambie, seguiremos en lo mismo repitiendo la misma cantaleta.
No confundamos la lucha contra el hambre, culpando a los hambrientos. El fujimorismo hizo esterilizar a los pobres para evitar que nazcan más pobres. Pero la pobreza es resultado del sistema y no, al revés. La delincuencia no desaparece aumentando cárceles, o con mayor presupuesto para aumentar policías, fiscales, jueces y locales represivos. La subversión social no se combate matando subversivos ni sospechosos, porque allí no está el foco infeccioso. Lo que es producto del sistema no es culpa de las víctimas de este.
Una democracia podrida es producto del sistema político sobre el que se sustenta. Esto es: la organización administrativa de gobierno en todos los niveles, el modo de representatividad social en las instancias de gobierno, y el régimen electoral que viabiliza las designaciones. Todo este conjunto, responde a la ideología de quienes tienen el poder de decidir nuestros destinos. Así ha sucedido en toda la vida política republicana. La clave está en la posesión del poder.
La concepción dialéctica es que, las condiciones materiales de todo proceso determinan los productos resultantes. Son las condiciones económicas del modelo neoliberal implantado en nuestro país, las que han determinado un reordenamiento jurídico, social, cultural, político y, moral de la sociedad peruana. Todo está podrido dice la gente, porque el modelo ha diseminado su respectiva ideología en toda la institucionalidad nacional. La corrupción y diversas modalidades delictuosas en todos los campos, incluyendo el político, se han multiplicado con el neoliberalismo desde que este capturó el poder.
Es que todo modelo económico, se sustenta en una filosofía conceptual, cambiando los valores vigentes, incluyendo los morales. La competitividad en el mercado está por encima del interés social y de toda moral, porque lo que importa es la rentabilidad. En el mercado político también. Por eso, se cambió la Constitución, para sentar las bases del nuevo diseño capitalista en materia de derechos económicos, sociales, políticos y electorales. De ella, deriva toda la legislación que condiciona la vida política nacional.
Con la misma filosofía económica, la competitividad política está por encima de toda moral, convirtiendo al electorado en un mercado de alta rentabilidad. Los inversionistas políticos, empresariales e individuales, aseguran su rentabilidad desde la campaña electoral con inversiones a cuenta de compromisos pactados. Ya no hay como antes, cuando los alcaldes asumían el cargo como un servicio social, sin recibir remuneración. Ahora postular a un cargo público en todos los niveles es por la marmaja de ingresos altos que permiten recuperar el capital invertido y asegurar alta rentabilidad por cinco años. Eso ha incrementado el oportunismo político.
El tráfico político, transfuguismo y la baja militancia son males que se expandieron cuando se crearon condiciones que la propiciaron, como explosionó el coronavirus al encontrar las condiciones propicias para su desarrollo. Le pasó al PPC, Democracia Cristiana, Partido Aprista, Partido Comunista, FOCEP, Socialista y otros, que enfermaron cuando las condiciones negativas socavaron sus cimientos. Pero las nuevas agrupaciones también están contaminadas por la epidemia. Los nuevos líderes padecen la acción de la justicia porque “En arca abierta, el justo, peca”.
Cuando la universidades y demás organismos estatales reclamaban por mayores recursos al gobierno neoliberal de Fujimori, la respuesta fue que “generen sus propios recursos”. Ni cortos, ni perezosos, florecieron los cursos post grado, doctorados y otros mecanismos de captar ingresos de alta rentabilidad. Pero igualmente todos los organismos públicos establecieron cobranzas que, degeneraron en “coimas” y malas prácticas de tramitación.
Con esta mentalidad es que el partido fujimorista “fuerza popular” ha sido financiado con millones de dólares por grupos empresariales nacionales y extranjeros, que invierten en política a cuenta de compromisos pactados. Lógicamente la candidatura con mayor competitividad financiera ha obtenido las más altas votaciones en primera vuelta, en los periodos en que se tuvo que evitar el peligro, votando por el mal menor en segunda vuelta.
De modo que, no es casualidad que elección tras elección nos equivoquemos siempre eligiendo a nuestros opresores y que, terminemos optando por el mal menor. Así está hecha la trampa electoral para que el pueblo siempre pierda, pues lo que manda es la rentabilidad de la inversión. Ganan los que recaudan mayores aportes pactados ilícitamente. Nadie busca su mal, y no es culpa de los partidos en particular, la decadencia ideológica que afecta a todos ellos, de izquierda y de derecha, hoy desplazados por nuevos grupos sin doctrina política, financiados ilícitamente.
Muchos partidos participan en las elecciones con el “vientre de alquiler” de otro partido supérstite con inscripción vigente que, tiene la marca, pero no masa electoral. Los extorsionadores negocian listas de candidatos con elementos nocivos. El oportunismo finge hasta alcanzar la curul, pero luego se separan en bancadas distintas al partido que los llevó al poder. Este transfuguismo traicionero lejos de ser condenado, está legalizado. Tenemos entonces así, inversionistas directos y testaferros empresariales que formulan proyectos de ley de interés particular y no social.
Pero la pudrición, empieza mucho antes en los partidos políticos que, son manejados de manera neoliberal o deshonesta. De este manejo provino la plancha presidencial de Perú Libre con Pedro Castillo y Dina Boluarte a los que, la izquierda apoyó enteramente en segunda vuelta. Estos candidatos no estaban identificados con la doctrina del partido Perú Libre, ni con su plan de gobierno y ambos lo dejaron de lado, impunemente.
Lo mismo pasó con algunos invitados a la lista congresal. Es que dicho plan solo se presenta para cumplir un requisito, sin estar obligado a cumplir lo prometido. Este delito contra la fe pública está legalizado en el régimen electoral. En estas condiciones, no solo tenemos partidos y movimientos regionales débiles, sino numerosos que “pescan a río revuelto”.
Ya tenemos más de 30 partidos inscritos por emprendedores oportunistas. Los 130 escaños del Congreso actual se distribuyeron entre 10 partidos políticos con muy baja representatividad. Perú Libre obtuvo la primera mayoría con 37 escaños (28.46%) de los cuales solo quedan 11 porque han formado bancadas distintas. Entonces su representatividad se ha reducido al 10%.
No cabe duda de lo atractivo que es, el cargo de congresista. Aunque tenga bajo rendimiento, tiene sueldo básico de S/15.600, más dos gratificaciones de igual monto en julio y diciembre de cada año. Además, una asignación por función congresal (S/ 11.000) y, viáticos semanales de S/ 2.800. Se les paga asesores, varios celulares gratis, seguros de salud para sus familiares, y cuatro pasajes al mes para visitar sus regiones en semana de representación. En total, en diciembre pasado, recibieron una mensualidad de S/53.217,20, siendo mil soles el sueldo mínimo para el pueblo. Todo esto, sin considerar los “diezmos” por contratos de obras conseguidas y tráfico de influencias.
Lo mismo sucede con otros cargos por elección en los tres niveles de gobierno. Ni hablar del presidente del ejecutivo que al retirarse tiene sueldo vitalicio, aunque sea corrupto y genocida. En fin, es muy amplia la gama de males del diseño político en el estamos encasillados. Muchos lo sabemos, pero lo permitimos resignadamente sin reaccionar como corresponde, porque se espera que, con el cambio de autoridades todo se arreglará. Muchos han muerto luchando desesperadamente con un enfoque equivocado, que, desvirtúa los objetivos de lucha.
¿Qué hacer frente a esta situación?
De ser acertado que, la situación que afrontamos ha sido generada por el neoliberalismo que, ha desquiciado todos los campos, con amarres jurídicos constitucionales y legislativos, lógicamente de lo que se trata es de cambiar el modelo en su totalidad. Pero, no basta decirlo. Corresponde a cada organización política hacer el diagnóstico de la situación mundial y nacional, así como, un diagnóstico interno de su trayectoria y condiciones en que se encuentran, para poder proyectarse en la perspectiva del corto, mediano y largo plazos.
La lucha sin estrategia, es suicida. La metodología organizativa, de funcionamiento y de lucha directa, debe ser encaminada estratégicamente. Sea como fuere, la puntería deberá estar dirigida contra el neoliberalismo en todas sus dimensiones. Pero, lo dicho para el caso peruano, sucede en todos los países sometidos por el poder global ya que, la estrategia neoliberal está globalizada como mecanismo de dominación mundial.
Esto nos obliga a luchar conjuntamente con los pueblos de otros países por la liberación de la humanidad. Sin embargo, quienes lucran desde poder no lo harán y los bloques populares no han desarrollado resiliencia o capacidad de contrarrestar adversidades de dominación social. No han adquirido la fortaleza orgánica para ganar batallas que obliguen a tranzar y derrotar a quienes se han adueñado del poder.
Pues de eso se trata precisamente. Tenemos que fortalecer nuestras filas, para que adquieran la fuerza que obligue a los adversarios a conceder logros populares. Nuestro pliego de negociación colectiva debería ser claro y sin retrocesos, alcanzando metas progresivas hasta alcanzar el poder. Podemos empezar peleando por el autogobierno de valles y cuencas, como en nuestras sociedades andinas del pasado y ascender hasta lograr los cambios requeridos.
Hay quienes quieren cosechar sin haber sembrado. Buscan aliarse con centristas para ser más competitivos, pero comprobado está que, cederles el liderazgo conduce a la decepción y “más vale solos que mal acompañados”. Hay que cultivar la ideología, con prácticas de productividad política. La lucha contra el oportunismo debería ser estricta para evitar desviaciones nocivas. La honestidad es fundamental para la vida orgánica. Las escuelas políticas aseguran la buena formación de las nuevas generaciones de militantes.
Por lo pronto debemos trabajar en crear las condiciones para el empoderamiento popular. Hay muchas opciones a emprender según las oportunidades de cada cual. Lo principal es extender la lucha contra el sistema político imperante y lo más urgente, la lucha contra el sistema electoral vigente. Túpac Amaru, está entre nosotros y ahora somos millones. Llevamos los genes de quienes hicieron la grandeza de nuestro pasado andino. Podemos vencer. ¡Ánimo jóvenes y viejos! Algo podemos hacer desde donde nos encontremos. De muchos algos, se forman los ciclones.
29 julio 2024