por Isaac Bigio
A fines de los setentas cuando se daban las luchas que tumbaron a la dictadura militar y dieron paso a la actual democracia, muchas veces se destacaba el rostro color café oscuro de una alta mujer. Ella fue la octogenaria Delia Zamudio, una de las importantes luchadoras afroperuanas, la cual se nos acaba de ir cuando terminaba septiembre.
Ella fue una gigante por los derechos de su clase, su raza y su sexo. Delia fue debutando como dirigente barrial en Rímac y como lideresa del gremio de laboratorios. Fue allegada a Hugo Blanco, incluso desde antes que en 1978 él se convirtiera en la primera figura electoral de la izquierda peruana. El caudillo campesino cuzqueña solía referirse a Delia como triplemente explotada por ser obrera, mujer y negra. Ambos cofundaron el Partido Revolucionario de los Trabajadores en 1979, el cual quedó primero entre las 5 listas presidenciales en las cuales se atomizaron los socialistas peruanos en 1980.
Delia nunca dejó de militar en la izquierda, aunque se formó criticando a los sectores que ella tildaba de reformistas, burocráticos o socialdemócratas y también a quienes sembraban el terror al margen y en contra de las organizaciones populares.
Ella fue parte de una generación de valiosos cuadros clasistas. Dentro de sus camaradas se encuentran muchos lideres, como Roberto Chiara (asesinado por senderistas) y otros que llegaron al parlamento (como Enrique Fernández Chacón, Magda Benavides e Hipólito Henríquez, todos los cuales destinaban sus sueldos congresales y sus energías a promover las luchas populares, y no al inverso como ahora acontece)
Además de haber organizado a las bases sindicales contra las burocracias laborales, ella se destacó como feministas que impulsaba casas de refugios y defendía el derecho de las mujeres a disponer de sus cuerpos y confrontar la violencia doméstica.
Sus restos vienen siendo velados este domingo 29 y lunes 30 en el centro Flora Tristán, Parque Velarde 42, Lima 1 (queda entre las avenidas 28 de julio y Petit Thouars.)
