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Nuestro columnista Arturo Alejandro Muñoz recibió una importante distinción del Diario La Voz Internacional en Nueva York

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Nuestro columnista y compañero Arturo Alejandro Muñoz recibió una importante distinción del Diario La Voz Internacional de la comunidad Latina en Nueva York.
Werken Rojo se suma al merecido reconocimiento a Arturo Alejandro Muñoz.
Su importante obra y trabajos trascienden nuestra Patria Latinoamericana y Caribeña.

Werken Rojo
Noviembre de 2021.

NY…thanks a lot and God bless you
Por : Arturo Alejandro Muñoz

Fue un viaje deseado y necesario con una estadía breve, pero fructífera. Para nadie resulta fácil llegar a Nueva York, menos aún para un chileno cuya ciudad capital –Santiago- se encuentra ubicada a más de ocho mil doscientos kilómetros de distancia en línea recta, pero mediante vuelos comerciales la distancia supera los nueve mil kilómetros (ya que las líneas aéreas eligen rutas que no son precisamente rectas entre ambas metrópolis).
El viaje en cuestión obedecía a varios objetivos y propósitos, uno de ellos era recibir el reconocimiento a la humilde labor escritural del suscrito por parte de algunas insignes personalidades de la magnífica comunidad latina de la “ciudad que nunca duerme”·.
Otro objetivo era departir gratos momentos con quienes tienen la enorme responsabilidad de mantener en alto la presencia y prestigio del medio informativo “La Voz Internacional”, verdadero canal de unión y expresión del mundo de habla hispana de la zona Tri-Estatal: Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut.
Nueva York abrió para nosotros sus puertas y fue posible recorrer sus bondades y bellezas. Es la “capital del mundo”, aunque a más de alguien pueda disgustarle el título. No por nada la ONU se encuentra instalada en el corazón de esa urbe. En definitiva, una ciudad que todos los habitantes del planeta deberían conocer alguna vez para vivir e internalizar la multiculturalidad que germina y florece en ella.
Doña Martha Aparicio, Presidente/CEO de “La Voz Internacional”, fue no sólo nuestra anfitriona sino también nuestra magnífica guía que allanó caminos e iluminó senderos. Una grandísima amiga sin condiciones ni miriñaques.
El momento de las mayores emociones lo viví en el edificio donde se encuentra la oficina del congresista Adriano Espaillat, en Harlem, líder indiscutido de la comunidad latina neoyorkina, y prestigioso hombre público respetado y admirado incluso por sus adversarios políticos.
En ese lugar se produjo el círculo virtuoso conformado por el congresista señor Adriano Espaillart, la Presidente/CEO de ‘LaVozInternacional’, doña Martha Aparicio y el asistente principal del congresista, señor Rolando Céspedes, quienes unieron en un todo magnífico al Congreso de los Estados Unidos, al Partido Demócrata, a la comunidad latina y a la prensa de habla hispana de Nueva York, para amalgamar la presencia de cada una de ellas plasmándola en un reconocimiento –simple y directo (como deberían ser todos los reconocimientos oficiales)- a la labor escritural de quien redacta esta nota –Arturo Alejandro Muñoz- privilegiándolo con conceptos como “líder comunitario”, “aporte a la cultura”, y otros de similar valía.
Fue aquel un instante mágico y oxigenante. El diario “LaVozInternacional” premiaba de esa manera la contribución (humilde sin duda) que este servidor ha venido realizando en beneficio de ese querido medio de prensa, del cual se siente hoy plenamente orgulloso por formar parte de su plantilla de articulistas. Un honor y una satisfacción difícil de ocultar.
Y el reconocimiento de marras llevaba la impronta del congresista Adriano Espaillat, quien siempre se ha jugado el alma en beneficio de la cultura y del arte, quehacer que cuenta con el trabajo leal y de calidad de su irreemplazable asistente Rolando Céspedes y, por cierto, cuenta también con el empuje y colaboración de la comunidad de habla hispana que resulta ser el motor principal que mueve a todos los mencionados en la ciudades de Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey.
Pero, esos momentos gloriosos conllevan para el autor de esta nota compromisos y desafíos indelebles e imbatibles, como por ejemplo, continuar aportando a ‘LaVozInternacional’ y procurar a la vez elevar la calidad de lo que se aporta. Lo peor sería defraudar al congresista Espaillat, a doña Martha Aparicio y a don Rolando Céspedes, con lo cual se estaría defraudando nada menos que a los lectores de ‘LaVoz’, y a la propia conciencia.
Los días siguientes, siempre con la presencia y guía de doña Martha Aparicio, lanzamos las redes de pescador para recoger las mejores experiencias en nuestras visitas a lugares íconos como Central Park, Museo de madame Tussaud, Iglesia de San Patricio, Rockefeller Center, Wall Street, Radio City, Brooklin Bridge, Time Square, Empire State, Harlem, Ellis Island, Estatua de la Libertad, etc., etc.
Es posible que algunos lectores consideren un exceso lo que se ha escrito en estas líneas, pero puedo asegurarles que no lo es. El receptor de esos reconocimientos procede de Chile, país que ocupa la última frontera del continente, región que se funde con los hielos antárticos y es barrida por las olas del majestuoso Pacífico. Además, cual si ello no bastara, su “patria chica” es Coltauco, bello y rural lugar que carece del ruido infernal de las grandes metrópolis y, con ello, pasa desapercibido incluso para muchas autoridades y para gran parte de la prensa nacional.
Ahora bien, lograr que en Nueva York destaquen a un escritor chileno es asunto difícil, y que lo hagan con un escritor chileno que además vive en zona campesina y rural, puede rozar el milagro.
Así entonces, tales reconocimientos oficiales provocan en quien los recibe una alegría enorme…y ello no es un exceso. Por supuesto que no lo es.
Afortunadamente, personas como el congresista Adriano Espaillat, su asistente Rolando Céspedes y, muy en especial la Presidente/CEO de ‘La VozInternacional’, doña Martha Aparicio, lo saben y lo expresan de la mejor de las formas: consolidándolo en premios y reconocimientos como el relatado en estas líneas.
Al abordar finalmente el avión que nos llevaría de regreso a Chile, y mirando la ciudad en lontananza mientras atesorábamos los documentos del reconocimiento oficial, sólo pudimos murmurar casi como una plegaria llena de sentimiento: “New York…thanks a lot…God bless you”.







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