por Jano Ramírez
No voy a defender a RT ni a Rusia. Rusia es un país capitalista, conservador, con un gobierno autoritario y una oligarquía nacionalista que no representa ningún proyecto emancipador. Pero dicho eso, lo que está ocurriendo en Chile con la llegada de RT en español a través de Telecanal revela algo más profundo que una simple disputa por las señales televisivas, muestra el verdadero rostro de los defensores de la “libertad de expresión” cuando esta no está al servicio de sus intereses.
La derecha pinochetista y sus voceros en la prensa hegemónica, los mismos que nunca se escandalizaron por las mentiras de CNN sobre Irak, las manipulaciones de Fox sobre Venezuela o los montajes mediáticos en tiempos de estallido social, hoy lanzan el grito al cielo porque un canal con visión alternativa aparece en la parrilla chilena.
El “peligro” de una voz distinta
RT podrá tener sus sesgos, pero no hay canal sin línea editorial. ¿O acaso el duopolio Canal 13-TVN, los medios escritos concentrados en Copesa y El Mercurio, o las radios “independientes” que viven del avisaje estatal y empresarial, son ejemplos de pluralismo real?
Lo que molesta no es que RT mienta, porque todos mienten, sino que diga otras mentiras o verdades incómodas para el relato único del occidente capitalista. Lo que aterra no es que transmita noticias, sino que transmita dudas. Porque las dudas son contagiosas. Y eso, para los que viven del control del discurso, es intolerable.
El papel de los medios hegemónicos
Medios como Radio Bío‑Bío, sin declararse ideológicos, amplifican solapadamente la alarma, repiten con énfasis los dichos de la UDI, hablan de una “inversión rusa millonaria”, citan el temor a “propaganda del Kremlin”, y le dan plataforma a quienes piden que el CNTV intervenga. No editorializan directamente, pero cumplen su rol, instalar la idea de que RT no debería estar ahí.
Este tipo de cobertura no es neutralidad. Es hegemonía por otros medios. Porque en un país donde la pluralidad informativa ha sido sistemáticamente sofocada, hacer eco acrítico de los guardianes del orden no es periodismo, es administración del pensamiento permitido.
La prensa que sí molesta, la del pueblo
Los que hoy chillan por RT jamás han dicho una palabra sobre la invisibilización sistemática de la prensa popular, obrera y anticapitalista. En Chile existen medios sostenidos por sindicatos, asambleas territoriales, organizaciones de derechos humanos, colectivos feministas y partidos revolucionarios, que denuncian día a día el saqueo, la represión, el abuso empresarial y la corrupción estructural del sistema. Pero esos medios no tienen espacio en TVN, no son entrevistados por la radio oficialista ni reciben avisaje estatal.
La verdadera amenaza para el orden no es RT, es la prensa que no necesita de Rusia ni de EE.UU., porque nace de las entrañas del pueblo. Esa prensa que documentó las violaciones a los derechos humanos del estallido, que dio cobertura a huelgas ignoradas por los grandes medios, que cuestiona el modelo extractivista, que expone la violencia policial en las poblaciones y que levanta la voz cuando se reprime en el Wallmapu, en los puertos o en las escuelas.
¿Dónde están los defensores de la libertad de expresión cuando se hostiga y criminaliza a estos medios populares? Silencio. Porque esa prensa no está financiada por embajadas ni corporaciones, sino por las ollas comunes, la autogestión y la voluntad política de quienes hacen comunicación desde la lucha, no desde la comodidad.
La conexión es clara
Lo que molesta no es la “falta de pluralismo” de RT. Lo que molesta es la grieta que se abre cuando el discurso único se quiebra, cuando otros relatos empiezan a hacerse audibles. Por eso, cuando RT aparece, es escándalo. Pero cuando se apagan o marginan las voces de la prensa obrera y popular, no hay noticia.
Defender el derecho de RT a existir no es respaldar a Putin. Es defender el derecho a pensar, a desconfiar, a escuchar más allá del cerco. Y al mismo tiempo, es exigir que esa pluralidad también incluya a la prensa sin dueños, sin embajadas, sin avisaje millonario, la prensa del pueblo.