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Nieto de Allende y candidato a constituyente: “Este proceso es una grieta en la Constitución de Lagos y Pinochet”

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Interferencia.cl

Camilo Solís

Pablo Sepúlveda Allende va por el Distrito 10 y piensa que el Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre le quita legitimidad a la convención constitucional, pero que es una instancia donde dar la pelea sin dejar las manifestaciones en la calle. Piensa que Allende no se suicidó sino que fue asesinado, y asegura que el rol del PS en esta crisis ha sido una vergüenza.

Nació en 1976 en México DF, debido al exilio en que se encontraban sus padres, a tres años de distancia y miles de kilómetros de las circunstancias en que falleció su abuelo, Salvador Allende Gossens. Desde entonces ha vivido en México, en Chile, donde transcurrió su adolescencia, en Cuba donde se hizo médico, y en Venezuela donde obtuvo formación en psiquiatría. 

Hoy se desempeña en el Centro Comunitario de Salud Mental (Cosam) de Recoleta, luego de instalarse en Santiago definitivamente en 2019, y va como independiente por la lista Movimientos Sociales por un cupo en la asamblea constituyente. 

El estallido social de octubre de 2019 lo encontró en Venezuela, donde vivía durante más de una década trabajando en centros de atención primaria en salud. Al llegar a Santiago,  se unió al trabajo de los brigadistas de primeros auxilios que se desplegaron por la Plaza Dignidad. Allí atendió a varios heridos de la brutalidad policial, circunstancia que poco antes había conocido solamente a través de las imágenes que circularon en redes sociales y los medios de comunicación de todo el mundo.

Sobre la brutalidad policial en Venezuela, dice que condena las violaciones a los Derechos Humanos que han habido allá, pero que al menos allá hay decenas de agentes del Estado condenados, a diferencia de lo ocurrido en Chile.

– ¿El estallido te motivó más a venir a Chile en 2019? ¿Cómo lo viviste desde Venezuela?

– Claro. Recuerdo con mucha claridad la imagen de la muchacha de liceo que tenía un disparo en la pierna y estaba sangrando, o de los carabineros arrastrando a los estudiantes en el metro. Luego en la noche se pudo ver que este estallido se transformó en una verdadera rebelión. 

Los días siguientes vi esto con una mezcla de indignación y rabia por los abusos de los militares y la forma en que lo tomó el gobierno. Pero a la vez sentía que estaba pasando algo inédito, distinto. Se notaba que esto no era cualquier protesta o manifestación, sino que algo mucho mayor. Todo ese mes me la pasaba escuchando radios chilenas por internet para saber qué pasaba con las manifestaciones, la represión, saqueos, heridos. 

Las imágenes eran muy fuertes. Converso con mucha gente que experimentó la dictadura y decía que la sensación se parecía a la de los peores años de Pinochet. Ver a los militares diciéndole a alguien «¡corre!» y luego disparando, o autos de civil que de pronto se detienen y toman a alguna persona secuestrándola. 

En una ocasión la madre de mi hija salió a las manifestaciones en Plaza Ñuñoa y se quedaron protestando hasta tarde a pesar del toque de queda. Su mamá la llamó para regañarla diciendo que cómo se le ocurría, que en el toque de queda pueden pasar muchas cosas. La gente que vivió la dictadura tiene una memoria corporal de cómo fueron esos años, sintieron esa misma sensación para el estallido. Los helicópteros en la noche volando bajo, las luces alumbrando, los militares disparando. 

Los jóvenes no tenían ese recuerdo incorporado al cuerpo, por eso que ellos no tuvieron miedo de seguir protestando. No sintieron ese terror en el cuerpo que los podría haber paralizado. Yo creo que el gobierno implementó una estrategia del terror para así buscar desmovilizar a la gente: Piñera dijo que estábamos en guerra, con militares al lado, mientras rondaban helicópteros, patrullas militares. La intención era paralizar a la gente por terror. Los jóvenes no tuvieron ese terror y bueno, la juventud es así. Por eso Salvador Allende decía que ser joven y no revolucionario es una contradicción biológica. 

– ¿Y cómo participaste de las manifestaciones?

– Llegué para quedarme en Chile en noviembre de 2020, acudí a las protestas, pero como médico pensé que debía integrarme a las brigadas de salud. Primero me integré a los cascos rojos, de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, la misma de Gustavo Gatica. Luego estuve en la Brigada Dignidad, que se ubicaba en Pio Nono, donde teníamos muchos implementos y un lugar bien estratégico. Ahí teníamos carpas plásticas que se quemaron porque una bomba lacrimógena las quemó. 

Y actualmente estoy en Movimiento Salud en Resistencia, que además de brigadas y cuadrillas que salen para las manifestaciones, tienen un trabajo más amplio a nivel territorial. Preparan algunas cuadrillas en otras comunas por si hay manifestaciones en territorios, entonces así sepan atender a la gente herida. No me ha tocado ver a alguien con trauma ocular, que fue lo más emblemático, pero si muchas fracturas y lesiones graves. 

– También ha existido brutalidad policial en Venezuela y violaciones a los Derechos Humanos. ¿Qué opinión te merece eso? ¿Qué comparación puedes hacer entre lo que ha pasado acá y lo de Venezuela?

– Así es, pero creo que lo que ha pasado allá es distinto a lo que ocurrió acá. Las manifestaciones en Venezuela fueron más bien manipuladas y no surgieron de la gente con mayores necesidades, sino que en lugares acomodados. 

Aquí las demandas son muy concretas, por la vida indigna, las pensiones, la salud, la educación, la desigualdad social, el saqueo del agua y los bienes naturales. Son demandas sociales de justicia y vida digna. Allá eran más bien los sectores que no tenían esas necesidades los que se manifestaron, si bien es cierto que bajó la calidad de vida con la crisis económica del 2015 debido al desplome del precio del petróleo, lo que es el principal sostén de la economía venezolana. 

En Venezuela las movilizaciones no son espontáneas, sino que son más bien creadas. Hay una oligarquía que intentó un golpe de Estado, y que hizo un paro de petróleo que tuvo inmensas consecuencias en la economía de un país como Venezuela, que siempre ha vivido de ese recurso natural. En esas protestas las personas van con banderas de Estados Unidos e Israel, y le piden por favor a Estados Unidos que hagan una invasión en Venezuela con el fin de sacar a Maduro del poder. Creo que el interés es que se vaya Maduro antes que demandas sociales y reales, como ocurrió en Chile en el estallido.

Condeno la violencia policial en Venezuela, pero pienso que a diferencia de lo que pasa en Chile allá hay más de cien agentes del Estado condenados por violaciones a los Derechos Humanos por las manifestaciones del año 2017, y más de 300 que están privados de libertad en proceso penal. Eso lo dijo el Fiscal Nacional y era la situación al menos hasta 2019, cuando fue Michelle Bachelet en misión de la ONU. El número debe haber incrementado. Entonces en Venezuela han habido violaciones a los Derechos Humanos, pero han sido perseguidas. ¿Aquí quién está preso? Recién el asesino de Catrillanca, pero hay muchos otros que están en total impunidad. No hay condenados por Catrileo, Lemún y muchos otros.

– Vas de candidato a la constituyente, sin embargo la convención se gestó con el acuerdo por la paz del 15 de noviembre de 2019, cuando el establishment de la política nacional se puso de acuerdo para dar una salida institucional a la crisis. ¿Qué opinión te merece el origen de la constituyente y cómo evalúas el rol del Partido Socialista, que es la casa de tu abuelo y otros familiares [Isabel Allende, Maya Fernández Allende)?

– El acuerdo fue un salvavidas para el gobierno de Piñera y para el modelo, los cuales tambaleaban. Pienso que fue un acuerdo de la cúpula política, porque hubo partidos que no participaron, como el Partido Comunista, el Partido Igualdad. En el Frente Amplio, por ejemplo, Boric fue por las suyas. 

Allende se revolcaría en su tumba si viera en qué convirtieron al PS. Lo que han hecho con el cobre, por ejemplo, y también con su imagen.

Entonces esto no es una asamblea constituyente, sino que una convención constitucional, que se originó con un acuerdo ilegítimo en gran medida, porque fue acordado por una cúpula que no le preguntó a nadie y puso reglas que no son democráticas: el quorum de los dos tercios y también el impedimento de revisar los tratados internacionales. También está el hecho de que las elecciones de constitucionales se hicieron bajo las mismas lógicas del Servel para elegir congresistas, lo que limita mucho más a la gente que no participamos en partidos políticos, que no tenemos el financiamiento de un partido político ni la maquinaria. 

Pero igual creo que es una grieta que se le abrió al modelo, y que es un triunfo no de ellos, sino que de la revuelta popular que logró poner contra la pared al modelo y la constitución del 80, que derechamente hay que decirlo, es de Lagos y de Pinochet. Entonces creo que es un espacio en el que se puede dar la pelea, aunque esa pelea no está solo ahí, sino que también afuera, porque la movilización social puede ser más fuerte que los dos tercios. 

Sobre el papel del Partido Socialista, es el mismo papel histórico que ha tenido en los gobiernos de la Concertación que es deplorable y vergonzoso. Sobre todo por cómo han administrado el modelo sin transformar sus bases estructurales que fue el que se impuso luego del derrocamiento de Salvador Allende. Entonces es vergonzoso como manosean la imagen de Salvador Allende, pero no buscan los ideales que él quería ni su legado. Jamás los he escuchado hablar de la renacionalización del cobre, por ejemplo. 

Creo que mi abuelo fue asesinado, y que hay intereses muy fuertes por dejar sentado en la historia que fue un suicidio, porque de lo contrario implicaría un magnicidio, y un magnicidio cometido por las Fuerzas Armadas del país implicaría un juicio ante la historia como un acto de traición a la patria imperdonable. .

– Para las elecciones internas del PS, tú dijiste que con Maya Fernández se podía dar un giro a la izquierda en el PS, pero ella iba con Mahmud Aleuy como generalísimo…

– Yo pensaba eso, y le dije personalmente a Maya que tenía la oportunidad de transformar el rumbo de ese partido, de poder sacarlo de los intereses en los que está metido, que son los intereses del partido del orden y no la defensa de la clase trabajadora ni el pueblo, sino que defiende los intereses de los grandes grupos económicos. Por algo está lo del financiamiento que tenían de parte de SQM, lo que es algo antiético por donde lo veas. 

Yo le dije que ella tenía un capital simbólico, político e histórico capaz de hacer eso. Al final se impuso Elizalde por el tema de las listas, aunque Maya sacó más votos que él. Creo que le ha faltado algo de coraje para poder realmente hacer que el Partido Socialista rompa con el neoliberalismo y su alianza histórica con la DC, y así volver a sus orígenes y aliarse con sectores políticos más a la izquierda y más populares. Yo creo que si ella lo hiciera podría ganar adeptos para eso, pero ha sido muy diplomática en su actuar. 

– ¿Qué opinas de Ricardo Lagos. En algún momento se habló del regreso de un socialista a la presidencia?

– Cuando él fue presidente yo vivía en Cuba y pensé que podía ser un cambio, pero al poco rato se notó que no. Privatizó todo, vendió las carreteras dentro de la ciudad, fue el más aplaudido por los grandes empresarios. Es gente que se vendió al poder económico. La clase política dominante en Chile terminó siendo empleado del poder económico. En el caso de Lagos, desembarcaron en Chile muchas empresas españolas a través de las concesiones, la clase política termina siendo lobbista de estas grandes empresas. Otro personaje tremendamente oscuro es Enrique Correa que para mi es el mayor corruptor de la política chilena, porque es quien tiene el vínculo con SQM, Penta y los partidos políticos. Para mi es una vergüenza que él haya sido presidente de la Fundación Salvador Allende. 

El Partido Socialista ha sido eso hasta el momento. Bachelet en su segundo gobierno hizo algunas cosas positivas pero nada estructural. Tuvo una oportunidad histórica porque podía haber captado el movimiento estudiantil del 2011 para hacer transformaciones con las fuerzas de base, y así haber enfrentado a los poderes económicos pero rápidamente la redujeron. Allende se revolcaría en su tumba si viera en qué convirtieron al PS. Lo que han hecho con el cobre, por ejemplo, y también con su imagen. 

– ¿Crees que Allende murió a causa de un suicidio en 1973?

– Creo que mi abuelo fue asesinado, y que hay intereses muy fuertes por dejar sentado en la historia que fue un suicidio, porque de lo contrario implicaría un magnicidio, y un magnicidio cometido por las Fuerzas Armadas del país implicaría un juicio ante la historia como un acto de traición a la patria imperdonable. Era un presidente electo democráticamente y que tenía un gran apoyo popular. 

También está el tema de los dos disparos que tenía Allende. Yo le pregunté al director del Servicio Médico Legal en el momento de la exhumación e inhumación de mi abuelo el año 2011, para que me explicara lo de los dos tiros, y su explicación no me convenció mucho. Dijo que habían salido dos tiros del fusil AKA porque estaba en forma de ráfaga, pero que solo salieron estos dos tiros porque para que saliera una ráfaga había que mantener el gatillo presionado. 

Pero más allá de eso, hay otros forenses, como Luis Ravanal, que dicen que los dos disparos son de calibres distintos. Creo que más por un interés histórico-político ha quedado para la historia que se trató de un suicidio para evitar que haya un juicio moral hacia las fuerzas armadas como traición a la patria, que fue lo que realmente hicieron. 

– ¿Qué de Allende recuperarías para una eventual labor como constituyente?

– Siempre cito palabras de Allende de cuando era ministro de Salubridad de Pedro Aguirre Cerda. En su libro «La realidad médico-social chilena» de 1938 tiene una concepción de salud maravillosa que pienso que suena muy actual.

En la introducción dice «(…) nuestro país vive un momento de su historia en que busca desprenderse de formas económicas antiguas, autocráticas y de libre competencia para canalizar su vida social por causes de cooperación y bienestar efectivo que abarque a todas las capas populares y clase media, y así reconquistar la riqueza social y potencia económica de la nación, controlarla, dirigirla, fomentarla, al servicio de todos los habitantes de la república sin privilegios». Pero además, y como consecuencia «devolver al pueblo trabajador su vitalidad física, sus cualidades de salud que ayer fueran su característica sobresaliente, readquirir su capacidad fisiológica de pueblo fuerte, recobrar su inmunidad a las epidemias». 

Entonces hablamos de una sociedad en la que el ser humano crezca de manera sana, y para eso tiene que haber condiciones principalmente económicas: alimentación, vivienda, educación, cultura. Porque los pobres mueren más que los ricos, eso se sabe. La discusión de la salud siempre se va solo en hacer más hospitales o formar más personal de salud, lo cual está muy bien, es necesario. Es necesario que haya una atención primaria que actúe de manera realmente preventiva y que no estén municipalizados, porque hay municipios ricos y otros pobres. 

Pero más allá de eso, se trata de recuperar nuestras riquezas, transformar el modelo económico para darle mejores condiciones de vida materiales a la gente, y eso naturalmente repercute en mejores condiciones de salud de las personas. 

– ¿Pero yendo a lo más práctico, en el texto mismo, qué buscarías que quede plasmado en la Constitución?

– Lo primero es la desmunicipalización de la salud primaria, de la educación y de los derechos sociales básicos. Que el Estado se tenga que hacer responsable de todo y no delegue en privados la facultad de hacerlo. Que quede un mandato constitucional hacia cualquier gobierno que venga, de que tiene que cubrir con estos derechos sociales, para lo cual 

El nuevo modelo económico debiera basarse en que el Estado tiene soberanía y control en los recursos o bienes naturales, y que el provecho de estos bienes vayan dirigidos exclusivamente en pos de conseguir el bien común, el progreso de la sociedad. Habrá formas que mandaten a los gobiernos a cumplir con eso, y así que el gobierno no pueda decir que no tiene recursos porque ahí están los recursos. 

Entonces debería abordarse constitucionalmente la recuperación de nuestros recursos, pero no solo para la venta, sino que para darle valor agregado a estos recursos y así sea la punta de lanza del desarrollo del país. El potencial que tiene el litio y el cobre en Chile es inmenso en términos de tecnologías. Además eso puede ser más amigable con el medio ambiente que si lo explotan las transnacionales. Hay que darle valor agregado, ir tecnologizando nuestra economía.

Chile tiene las posibilidades de dar un salto en su desarrollo económico y eso sí creo que hay que expresarlo en la Constitución como un sustento para darle respuesta a las necesidades sociales que hay. 

Hoy Chile es un exportador de sub materia prima. Ni siquiera exporta cobre refinado, sino que concentrado, piedra bruta. Harina de pescado, astillas de árbol, frutas. Y viene la derecha y dice que nosotros somos un país desarrollado, sofisticado. Chile tiene ingresos mayores pero porque acá hay inmensas riquezas, y además se distribuyen muy mal por la enorme desigualdad que hay en Chile. 

Lo otro es el tema de la democracia. Creemos que, no solo en la convención constitucional sino que en adelante, cada decisión fundamental para el país deba ser consultada a la nación. Debería haber en la Constitución un mecanismo de consulta vinculante, no solo a nivel nacional sino que también en las comunas y también debería haber un referendo revocatorio. 

En Venezuela, Bolivia y Ecuador está ese referendo, y dice que cualquier persona que haya sido designado en un cargo público por votación popular, desde un alcalde hasta un dirigente vecinal, pueden ser revocados a la mitad de su ejercicio si no han cumplido con sus mandato. Ahí, por ejemplo, hubiera salido Piñera seguramente producto de esta crisis. 

– En el espectro político hay quienes dirían que eso generaría inestabilidad en el país…

– Yo creo que la inestabilidad viene precisamente de no darle participación al pueblo, el poco poder de decisión que tiene el pueblo. Esto es poder pasarle la decisión a la gente, a diferencia de lo que se hace hoy que se toman las decisiones importantes entre cuatro paredes, como fue el caso del acuerdo por la paz del 15 de noviembre y en muchos otros casos. 

También son importantes los presupuestos participativos. Que en los municipios la población pueda participar en qué se va a gastar el dinero de esos municipios. Esas experiencias se han dado en Brasil, por ejemplo. Entonces se trata de ampliar los límites de la democracia, la derecha le tiene miedo a la democracia. 

– ¿Qué status deberían tener los pueblos originarios en la Constitución?

– Chile debería ser un Estado plurinacional. Los mapuche son los más conocidos, pero Chile tiene una inmensa riqueza cultural. Habrá que ver todo el tema de los grados de autonomía territorial que puedan tener. Tiene que haber mucho mayores grados de autonomía. Lo primero que creo que hay que hacer es devolverles  sus tierras ancestrales, en especial todo lo que los han saqueado las grandes empresas forestales en los últimos veinte años y también muchos latifundios. Y también que puedan decidir en esos territorios cómo organizarse y administrarse. 

Eso no es fragmentar al país, sino que es darle autonomía y decisión a las comunidades y territorios para que no tenga que venir la autoridad de Santiago a decirles cómo tienen que hacer las cosas. 

– ¿Hay algún político, hombre o mujer, nacional internacional, que actualmente te genere admiración o interés?

– Pienso en Evo Morales, en Andrés Manuel López Obrador. Y en Chile, está Daniel Jadue, que creo que es la mejor opción presidencial que hay y que es una oportunidad histórica que tenemos de tener un presidente que quiera realizar transformaciones profundas, y que creo que no va a transar en eso. 

Internacionalmente, Evo Morales. Nunca Bolivia había estado tan bien económicamente, o había conseguido tales cifras en términos de crecimiento y desarrollo que con su gestión. Esto lo consiguió siendo un dirigente cocalero, campesino e indígena. Nunca hubo tanta reducción de la pobreza. Son muchos los indicadores de cómo Bolivia mejoró con los 13 años de gobierno de Morales hasta que le dieron el golpe de Estado. 

Nunca antes ningún presidente había levantado Bolivia a ese nivel, con un proyecto claro hacia adelante. Por ejemplo con el litio. Evo no quiso vender el litio a un Ponce Lerou para que lo venda como roca entera o sub materia prima, sino que negoció con empresas alemanas para así producir baterías de litio en Bolivia y así conseguir desarrollo y tecnología que se quede en Bolivia. Evo quería hacer autos a litio en Bolivia, y adquirir el conocimiento para hacerlo en Bolivia, lo cual es un proyecto de nación hacia adelante. 

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