Margarita Labarca Goddard
El negacionismo es un término inventado en los últimos tiempos,
pues antes no se usaba.
Y negacionismo no sólo quiere decir ignorar o tergiversar ciertos
hechos de la historia. No es la historia de la “conquista” de
América, ni la historia de Napoleón o de Julio César. De esa época
no quedan testigos sobrevivientes y por lo tanto se puede decir lo
que se quiera, una interpretación puede contradecir a otra
interpretación, un libro puede desmentir a otro libro.
Pero de lo que pasó en Chile hace 50 años, entre 1970-1973 y en
los 17 años posteriores, todavía quedamos testigos sobrevivientes.
Y de los actos horrendos del régimen dictatorial, no sólo hay
testigos en Chile sino en el mundo entero.
Entonces, a los tales negacionistas hay que llamarlos mentirosos y
sinvergüenzas, porque quieren tergiversar la historia, negar hechos
que existen todavía en la memoria de muchas víctimas y
victimarios, negar culpas de homicidio, torturas, desaparición
forzada y exilio, justificar a una dictadura sangrienta, cobarde y
ladrona. Y de igual modo, a los que quieren ignorar o mentir sobre
los hechos del gobierno de Salvador Allende, de la Unidad Popular,
el mejor, más digno y más patriota que haya existido en Chile, no
hay que llamarlos negacionistas sino mentirosos, fascistas,
vendepatrias y todos los peores epítetos que uno se pueda
imaginar.
En cualquier otro país a esa gente se la metería presa o si es un país
en que exista la pena de muerte, se les fusilaría, se les ahorcaría o
se les sentaría en la silla eléctrica.
Pero como nosotros somos personas decentes que repudiamos la
pena de muerte, sólo les deberíamos aplicar penas de prisión
perpetua sin derechos a ningún beneficio, por viejos que sean.
En Alemania, después de la segunda guerra mundial, a los nazis se
les sometió a los juicios de Nurenberg, que se han convertido en un
ejemplo y una jurisprudencia obligatoria en el mundo entero,
menos en Chile. Porque en este país, fuera de algunas sentencias
condenatorias que han salido 40 o más años después de los hechos,
contra algunos milicos secundones, todos los miembros de la Junta
de Gobierno de la dictadura, Pinochet y los demás, incluso los que
fueron reemplazados por otros, murieron tranquilamente en sus
camas.
Y es otra vergüenza que ningún civil que haya apoyado o formado
parte del gobierno dictatorial, ha sido procesado ni menos
condenado a nada. Acuérdense de Agustín Edwards Eastman, el
dueño de El Mercurio, que fue personalmente a Estados Unidos a
hablar con Nixon y con Kissinger, para convencerlos de que
intervinieran en Chile a fin de derrocar al gobierno de Allende. Eso,
en cualquier país del mundo se llama traición a la patria y se
condena con las penas más severas.
¿Y Agustín Edwards lo condenaron después de la dictadura? Claro
que no, la mayoría de los dirigentes de izquierda o de la
Concertación lo adulaban, lo reverenciaban. Aquí les pongo una
foto con nombres, en que le fueron a rendir homenaje:
DE IZQUIERDA A DERECHA:1. Marco Enriquez Ominami (MEO) hijo
de Miguel Enriquez. 2. Jorge Arrate, dirigente socialista y ex
candidato a la presidencia de Chile. 3. Alejandro Navarro, ex
parlamentario socialista y después independiente de izquierda.
4.Agustin Edwards Eastman. 5.Adolfo Zaldivar, ex senador
demócrata-cristiano. 6. Eduardo Frei hijo, ex presidente de Chile
cuyo padre fue asesinado por la dictadura.
Margarita Labarca Goddard