por Margarita Labarca Goddard
No me voy a poner a hablar del juicio a Daniel Jadue porque es una cosa muy complicada y habría que ver el expediente. Quienes no conocemos a fondo el asunto, sólo podemos abordarlo desde el punto de vista del sentido común.
Sólo me remitiré a lo que dijo al respecto Álvaro García Linera en un video de hace algunos años. Yo confío mucho en García Linera porque es uno de los políticos más inteligentes y capaces de América Latina. Fue vicepresidente de Bolivia después de haber estado preso más de cinco añas. Estudió en la UNAM, donde conoció bien a Claudia Sheinbaum y cuenta que ella, siendo muy joven, era capaz de dominar a un conjunto de estudiantes que constituían una verdadera “asamblea de talibanes”.
Pues García Linera afirma que el sentido común es el orden lógico para ubicarse en la vida y en el mundo y para entender la diferencia entre lo justo y lo injusto. De ahí se desprende que el sentido común, como todo, es un asunto de clase, pues las clases sociales, sus intereses y sus ideas se manifiestan en todo. Entonces debemos saber que no puede haber una Constitución común, ni una casa común ni un ideario común. Eso lo entiende cualquiera.
En Chile a menudo se ha olvidado esto y de ahí provienen muchos de nuestros infortunios.
¿Y qué nos dice este sentido común de clase en el asunto de Daniel Jadue? Vamos viendo.
Desde luego, la derecha chilena, la prensa y los jueces, estos últimos quizás sin darse cuenta, siempre han querido eliminar a Jadue como político peligroso que podría convencer a mucha gente. Fue candidato a la presidencia de Chile y ganó Boric, pero como Boric no ha dado buen resultado y ha decepcionado a todo el mundo, el nombre de Daniel Jadue reaparece. Digo que los jueces quizás no se han dado cuenta porque ellos están inmersos en una cultura que nos legó la dictadura, según la cual cualquier persona que se pongan al lado del pueblo es un adversario, quizás un enemigo peligroso. De otro modo no se explicaría la medida cautelar extrema que es la prisión preventiva basada en que Jadue es “Un peligro para la seguridad de la sociedad”, según dijo la jueza. Pues esa frasecita es muy conocida, Salvador Allende era “un peligro para Chile”, y Pinochet nunca fue un peligro para nadie, ni para las tres mil doscientas y tantas personas que mandó asesinar, ni para las 28.000 y más que fueron torturados ni para los 200.000 que tuvieron que exiliarse ( Informe de Comisión Rettig). A Andrés Manuel López Obrador le robaron dos veces la elección presidencial porque era un peligro para México.
En suma, cualquier persona de izquierda o que no sea abiertamente de derecha, es peligrosa según el sentido común de las clases dominantes.
Así se va aclarando el asunto, pues a Daniel Jadue lo meten a la cárcel por peligroso, cuando podrían haberle aplicado otras medidas cautelares que señala el Código Procesal Penal de Chile, cuyo artículo 139 dispone textualmente:
“Procedencia de la prisión preventiva. Toda persona tiene derecho a la libertad personal y a la seguridad individual. La prisión preventiva procederá cuando las demás medidas cautelares personales fueren estimadas por el juez como insuficientes para asegurar las finalidades del procedimiento, la seguridad del ofendido o de la sociedad.”
Eso, siempre que hubiera que aplicarle medidas cautelares cuando todos sabemos – y la derecha y los jueces también saben- que Daniel no se iba a escapar porque es un hombre de honor, que no se iba a meter varios milloncitos de pesos al bolsillo e iba a instalarse en Dubai, Quatar y tal vez en México, dispuesto a comprar varios departamentos en Miami para darse la buena vida que nunca ha gozado pues tenía y tiene otros sueños que muchos compartimos.
Todo lo que ha hecho Jadue en Recoleta, como crear una farmacia popular, escuelas, librerías, museos, cursos diversos e innumerables otras cosas, convirtieron a esa comuna que antes era pobretona, en un ejemplo para Chile y para el mundo. Los que estamos fuera, vemos como en todas partes a Daniel Jadue se le conoce, se le admira y se le imita por su obra.
Esto es lo que le da más miedo a la derecha, porque teme que su magnífica actuación en Recoleta se extienda, y entonces ellos, que nunca pagaron los crímenes de la dictadura, por lo menos ahora tengan que pagar con plata. Así sería si se les llegaran a aumentar los impuestos o a nacionalizar nuestras riquezas naturales como el cobre, el litio y otras. A esos crímenes de la dictadura, que ellos, sus padres o sus abuelos promovieron, defendieron y les procuraron el apoyo militar, todavía los defienden. Ahí está Pinochet, que se murió muy tranquilo igual qu su mujer. Y también está Agustin Edwards, dueño de El Mercurio, que fue a EE.UU. a hablar con Kissinger y con Nixon, para que intervinieran en Chile, lo que en toda tierra de garbanzos se llama traición a la patria y merece las peores penas, hasta la pena de muerte que les encanta a los yanquis. Pues a Edwards no le pasó nada en Chile y toda la izquierda le hacía la pata por razones inexplicables.
Y los jueces se demoran 20 o 30 años en emitir una condena definitiva para los asesinatos de la dictadura. Para citar un solo caso, me referiré al de mi querido amigo Arnoldo Camú, que fue uno de los primeros ejecutados por el pinochetismo, en diciembre de 1973, cuya sentencia definitiva acaba de salir, después de 50 años.
Y además, en el caso de Jadue, los jueces se han demorado bien poco en meterlo preso. Tres años solamente, que él y su abogado consideran demasiados. Pero yo, que lo comparo con el caso de Camú, lo encuentro poco. Es que cuando los intereses de las clases dominantes están de por medio, nada va despacio en el palacio de la injusticia.
Margarita Labarca Goddard