Inicio Cultura y Arte Mario Vargas Llosa – De novelista castrista a marqués antisocialista

Mario Vargas Llosa – De novelista castrista a marqués antisocialista

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por Isaac Bigio

En la noche del Domingo de Ramos (13 de abril) murió en Lima el letrado peruano más laureado. El único premio Nobel que ha tenido nuestro natal Perú había nacido 89 años antes en Arequipa, el 28 de marzo de 1936. 

Junto a muchos de mis compatriotas recibimos esta noticia con tristeza, pues ha sido una personalidad con cuyas obras hemos crecido y cuya trayectoria siempre hemos seguido. 

Mis condolencias a su familia, en particular a su viuda Patricia, a quien hace medio siglo conocí junto a su finado esposo en casa e mis padres y de mis tíos, y a su hija Morgana, quien llego a festejar un cumpleaños mío en mi departamento y fue una buena amiga cuando estudiábamos juntos en la «London School of Economics.»

Vargas Llosa salió al estrellato con sus tres primeras tres novelas: “La Ciudad y los Perros” (1963), “La Casa Verde” (1966) y “Conversación en la Catedral” (1969). Inicialmente su producción se centraba en su patria, pero luego produjo otras obras sobre otras naciones, como “La guerra del fin del mundo” (1981), “La fiesta del chivo” (2000) y “El sueño del celta” (2010). 

Aún hoy es el único andino cuyo foto aparece en el frontis de la universidad «Kings College» de Londres donde ambos llegamos a vernos y también pasamos clases (en periodos muy distintos), pero él alcanzó una dimensión sobresaliente. En un momento estuve coordinando con Richard Barnes, el teniente alcalde de Londres (2008-12) para hacerle un reconocimiento.

Vargas Llosa llegó a ser miembro de la Real Academia Española, así como de otras en diferentes lenguas: la de EEUU, la de Brasil y la de la lengua francesa. Vargas Llosa supo aprender diversos idiomas extranjeros y llegar a ser uno de los “inmortales” de la francófona, proeza inusual para alguien cuya lengua materna no haya sido la gala. 

No obstante, pese a haber pasado su infancia en dos ciudades quechua-hablantes (Arequipa y Cochabamba), nunca dominó una lengua nativa. Esto fue un marcado contraste con otro gran novelista apurimeño José María Arguedas (1911-69). Tanto él, como Manuel Scorza (1928-83), pudieron haber obtenido un premio Nobel de no haber sido por sus prematuras muertes (el primero solo vivió 58 años y el segundo apenas 55). Scorza ya había sido considerado por la academia sueca pocos años antes de fallecer en un accidente aéreo en 1983 y tres décadas antes de que Vargas Llosa fuese galardonado en 2010.  

A nivel político Vargas Llosa operó una gradual transformación desde haber estado asociado a la extrema izquierda hasta haberse convertido en un portavoz de la extrema derecha. Esto es algo que fue notando en sus novelas. Una de ellas «La Historia de Mayta» (1984), Vargas Llosa intenta tocar al primer levantamiento armado marxista peruano (hecho por el Partido Obrero Revolucionario, ala posadista) buscando los orígenes del senderismo, pero ya habiendo pasado del foquismo al liberalismo. En dicha obra él muestra gran desorientación e incapacidad para entender a los movimientos izquierdistas, como confundir al maoísmo con el trotskismo (pese a que el primero apoya el asesinato que hizo Stalin de Trotsky y a que ambos tienen estrategias contrapuestas para la toma del poder). 

En sus años juveniles simpatizó con la revolución cubana y con el “socialismo militar” del gobierno de Juan Velasco (1968-75), pero paulatinamente fue girando hacia la derecha. Estuvo con el segundo gobierno de Fernando Belaúnde (1980-85), a cuya primera gestión (1963-68) tanto atacó (llegó a apoyar a las guerrillas castristas).

Luego cuando el primer gobierno de Alan García (1985-90) estadizo a la banca, Vargas Llosa se convirtió en la primera figura pública para organizar a los empresarios y la clase media en contra de dicha medida. Con Hernando de Soto creo el Movimiento Libertad, el cual se asoció a la derecha histórica (Acción Popular y PPC) para formar el Frente Democrático (FREDEMO nombre similar al que en ingles significa “libertad”).

En las elecciones de 1990 él se convirtió en el primer peruano en ganar una primera vuelta para luego perder en la ronda final. Entonces, el APRA y la mayor parte de la izquierda llamaron a votar por Alberto Fujimori, quien al final terminó haciendo un shock económico mucho peor al que plántelo Vargas Llosa.

Durante la década fujimorista, Vargas Llosa criticó el autoritarismo y el autogolpe de 1992. Para evitar devenir en un apátrida sin pasaporte (pues Fujimori amenazaba con quitarle el peruano), Vargas Llosa adoptó la ciudadanía española.

Luego, el novelista estuvo junto a Alejandro Toledo, quien fue presidente en 2001-2006. Más adelante apuntaló a su ex enemigo García ante el temor de que pudiese ganar Ollanta Humala, a quien él considerada como un castro-chavista. Sin embargo, en el siguiente balotaje (2011), Vargas Llosa acabó tejiendo un pacto con Humala para apuntalarle contra Keijo Fujimori.

Para evitar que la exprimiera dama e hija del dictador llegase a palacio, Vargas Llosa endosó a su viejo amigo Pedro Pablo Kuyczyinski en 2016.

Empero, en la última segunda ronda peruana (2021), las familias Fujimori y Vargas Llosa se re-amistaron para impulsar la candidatura de Keiko. 

Esto último fue una suerte de “hara-kiri” político, por lo cual la gran mayoría de la gente que antes respetaba su trayectoria en defensa de libertades le fue dando la espalda. Para culminar dicho proceso, Vargas Llosa devino en el principal intelectual que apoyaría a Dina Boluarte (pese al golpe y a las matanzas con la que llego al poder). La dictadora, a su vez, le premiaría en palacio.

El antiguo castrista castró todas sus raíces “marxistas”. Devino en allegado al post-franquista Partido Popular y en marqués del rey Juan Carlos. No quiso escribir alguna novela sobre los pueblos andinos originarios y menos aún sobre cualquiera de sus antiguas civilizaciones. Su hispanismo le hizo reivindicar la castellanización de las Américas aduciendo que ello implicó la unificación continental y también oponerse a cualquier referendo por la independencia catalana. Nacido en las faldas del volcán Misti, tierra de tantas revoluciones, Vargas Llosa acabó bajo las faldas de la aristocracia feudal de Madrid. 

En todas las últimas elecciones presidenciales sudamericanas hizo campaña por la derecha dura: por Jair Bolsonaro en Brasil y por José Antonio Katz en Chile, ambos admiradores de antiguas juntas miliares. En 2021 sostuvo “lo importante no es que haya libertad, sino votar bien”. Con ello se aceptaba poder derrocar a un gobierno (como uno izquierdista o tipo Pedro Castillo) porque no se votó bien. 

En el domingo en que él falleció, en Ecuador reeligió a Daniel Noboa en medios de graves acusaciones de fraude (es el primer balotaje en el cual uno de sus finalistas saca menos votos de los que sacó en la primera vuelta, pese a contra con el respaldo de la tercera fuerza electoral). Vargas Llosa, de haber estado vivo, hubiese celebrado tal triunfo y rechazado cualquier posibilidad de manipulaciones electorales. Por supuesto, si hubiese pasado lo contrario, como fue el caso peruano del 2021, bien pudo haber hablado de «fraude». 

El literato monarquista ha fallecido en su república natal donde sus novelas van a ser leídas durante muchas generaciones más y sus cambios de posiciones políticas van a seguir generando constantes cuestionamientos. Por Llosa el Misti llora «tristi». 

Isaac Bigio

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