Por Javier Pineda, Editor de Convergencia Medios
Fotografía y Registro Audiovisual: Leo Durán y Celeste Muñoz
El año 2020 florecieron las quilas en Wallmapu, mal augurio. Maicol Palacios en semanas cumplirá 18 años. Cuando tenía 15 años su vida cambió para siempre: frente a sus ojos Carabineros asesinaron a Camilo Catrillanca. Pero a diferencia de sus testimonios en relación a ese juicio, donde tuvo que ocultar su identidad para evitar ataques y hostigamiento de las fuerzas policiales, hoy decide mostrar su rostro, dejar de ser M.P.C. y exigir justicia para su padre, Jorge Palacios Cañuta, quien lleva más de un año en prisión preventiva.
La pandemia no ha sido lo peor para muchas familias mapuche, como la de Jorge Palacios Cañuta, quien el 21 de mayo pasado cumplió un año preso en la Cárcel de Angol, a la espera de un juicio dilatado. En la audiencia de formalización, el Ministerio Público le comunicó que está siendo investigado por los delitos de robo con intimidación, robo con violencia, incendio y receptación reiterada.
Pero, la verdadera razón de su detención es otra: es el padre de Maicol, el adolescente que fue testigo presencial del asesinato del weichafe Camilo Catrillanca y cuyo testimonio se transformó en una pieza clave para condenar a los carabineros que lo asesinaron: Carlos Alarcón condenado a 16 años, Raúl Ávila que debe cumplir 3 años y un día, Patricio Sepúlveda condenado a 61 días de presidio, Braulio Valenzuela (3 años y un día), Gonzalo Pérez, condenado sólo a días de presidio, Manuel Valdivieso y Jorge Contreras, condenados a 300 días de presidio.
“Uno por uno”, esa frase le quedó marcada en la memoria a Maicol, un Carabinero le gritó desde una tanqueta cuando fue a buscar a su padre la Comisaría de Collipulli. Esas palabras pronto adquirieron sentido.
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El 21 de mayo era un día de celebración y memoria para la familia Palacios Cañuta. Es el aniversario de cumpleaños de la madre de Jorge, quien los dejó hace unos años y de Pedro, su hermano. Por ello, decidieron realizar una reunión de familiares y amistades en la casa de Pedro, en la comunidad Ignacio Queipul Millanao IV, en el ex Fundo Santa Filomena en la comuna de Victoria, conocida como Temucuicui 2.
Maicol compartió junto a su familia, pero tuvo que regresar a su casa ubicada en la comunidad de Chamichaco, ubicada a unos pocos kilómetros del lugar, cerca de Ercilla. Tenía preparado un viaje a la casa de una tía en Nueva Imperial, por lo cual salió con su bolso con las mejores tenidas para la semana en que estaría fuera de su hogar. El bolso lo olvidó en casa de su tío Pedro, lugar de la celebración. Llama a su padre, avisándole del descuido y diciéndole que volvería a buscar el bolso.
Jorge le ofreció ir hasta su casa a dejarle su ropa, andaba en su camioneta y también debían pasar a Victoria para hacer unas compras que faltaban para continuar la celebración. Su hermano Pedro y su amigo de la infancia, Simón Huenchullán, lo acompañaron en el recorrido a bordo de la camioneta Chevrolet, recientemente adquirida por Jorge.
A unos kilómetros de la comunidad Santa Filomena, por el camino a Tokiwe, ven pasar a toda velocidad a una patrulla de Carabineros. Minutos más adelante, tuvieron la “pana del tonto”, quedándose sin bencina, por lo cual se estacionaron a un costado del camino y llamaron a amistades para que les fueran a auxiliar. Mientras se encuentran detenidos, la patrulla que habían visto pasar regresa con compañía y se bajan efectivos policiales, quienes rápidamente les gritan: “Quédense ahí, indios conchasdesumadre”.
Pedro fue detenido a los pies de la camioneta. Mientras Simón y Jorge trataron de escapar. “Por un instinto de sobrevivencia”, me señala Jorge, quien tiene el vívido recuerdo del asesinato de Camilo y saben que no es segura una detención. Las últimas experiencias con Carabineros han terminado en golpizas, que incluso provocaron una querella contra los efectivos policiales por parte de Jorge. No obstante, la detención se produce igual, a metros de la camioneta.
Las detenciones arbitrarias son pan de cada día en Wallmapu. Sobre todo, para Jorge y su familia, pues el rol de Maicol como testigo clave en el “Caso Catrillanca”, hizo que el hostigamiento se volviera en algo frecuente. Por ello, pensaron que se trataba de una nueva acción de hostigamiento, pero que luego de unas horas podrían continuar con la celebración. Preguntaron reiteradas veces porque los detuvieron, pero solo recibían insultos racistas de vuelta. Sólo después de insistir, ya en la Cuarta Comisaría de Carabineros en Victoria, les respondieron:
– Su caso lo tiene el OS9.
Estas palabras fueron desalentadoras. El OS9 ha estado involucrado en los casos de “violencia terrorista” en el sur y junto a la DIPOLCAR han sido responsables de montajes en el Wallmapu. La esperanza de que esto quedara en una detención por conducir sin licencia se esfumó y tenían que prepararse para algo peor.
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El viernes 22 de mayo pasaron a la audiencia de control de detención, la cual se realizó por zoom. En la formalización, y luego reiterado en la acusación, la Fiscalía señala que cerca del mediodía del 21 de mayo de 2020, Jorge Palacios Cañuta, Pedro Palacios Cañuta y Simón Huenchullán Millanao, concurrieron al km 4 de la ruta 560, sector la Turbina, Victoria, donde interceptaron a tres víctimas que iban en una camioneta Toyota modelo Hilux, de propiedad de la empresa Codiner, de la cual se apropiaron y huyeron, volcando la camioneta al interior del Fundo San Sebastián, a la altura de km 1 de la ruta 560. Este sería el primer delito que les imputaban: robo con intimidación.
Minutos más tarde, sin especificar hora exacta, el Ministerio Público señala que los tres imputados se habrían movilizado en la camioneta de Jorge hasta el sector Tokiwe, kilómetro 2.7, en la comuna de Victoria, donde habrían abordado un camión marca Mitsubishi, en el cual se encontrarían tres víctimas (JMO, PTV y RTV). Según la Fiscalía los tres habrían agredido el camión, desalojando a sus ocupantes, sustrayendo especies del pick up y posteriormente, habrían provocado un incendio que destruyó completamente la cabina. Esto constituiría el delito de robo con violencia y delito de incendio.
Luego, según el Ministerio Público, un patrullaje realizado por funcionarios de Carabineros en compañía de la víctima JMO, avistaron la camioneta, en el mismo camino, pero en el kilómetro 7.4. En este lugar fueron detenidos Jorge Palacios, Pedro Palacios y Simón Huenchullán. Una vez más, el relato de la Fiscalía no especificó horarios.
Finalmente, en la revisión de la camioneta habrían encontrado una salamandra sustraída el día 20 de mayo por la noche de la Escuela Rural Kumun Newen y también un aceite y un anticongelante que habrían sido sustraídos el mismo 20 de mayo desde un Servicentro Copec. Esto constituiría el cuarto delito: receptación reiterada.
Después de 4 horas de audiencia, la Jueza de Garantía de Victoria, Evelyn Zelaya, ordenó un plazo de investigación de 75 días y decretó la prisión preventiva, ordenando el ingreso a la Cárcel de Angol de 3 nuevos presos políticos mapuche, en un momento en que se realizaba una de las huelgas de hambre colectivas más extensas en la historia de Chile, Wallmapu y el mundo.
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La vida de Maicol ha sido intensa en estos últimos dos años: “Soy hijo de un prisionero político”, me señala apenas comenzamos la conversación a comienzos de junio, en la casa de su padre y su compañera Soledad Millanao. “Esta represión ha comenzado desde el episodio con el peñi Catrillanca”, agrega.
El 14 de noviembre de 2018 cambió su vida. Mientras su padre Jorge ayudaba en la construcción del radier de la casa de Camilo Catrillanca, en la comunidad de Temucuicui, Maicol acompañó en el tractor azul a Camilo al campo: “Ese día nosotros no estábamos molestando a nadie. Lo único que estábamos haciendo era volver a la casa para compartir el cordero que teníamos ahí pa’ comer”.
Al llegar al camino vieron que Carabineros se desplazaban por la zona, por lo cual decidieron regresar rápidamente. Allí fueron interceptados, recibiendo más de 20 balazos por parte de la policía.
“El Estado chileno me dejó marcado. No voy a poder sacarme nunca ese recuerdo de la cabeza. Cuando mi peñi ahí, recibió el impacto balístico… hay personas que están especializadas para ver eso, pero uno está acostumbrado a vivir libre y tranquilo en el campo, y que venga un paco y le dispare a tu amigo y verlo ahí, y no poder hacer nada, cuesta recordarlo”. Su mirada se clava en la cocina, mientras respira profundo para no quebrarse.
Esta historia recorrió al mundo y levantó a un pueblo. El gobierno, desde el ministro del Interior Andrés Chadwick y la Alta Oficialidad de Carabineros, hasta quienes cometieron el asesinato en Temucuicui, organizaron un montaje para decir que fue un enfrentamiento. Pero Maicol fue sobreviviente de estos hechos y testigo clave para echar abajo este montaje. Sería el primer crimen del gobierno de Sebastián Piñera, que luego seguiría manchando sus manos de sangre con la Rebelión Popular de octubre de 2019, un año después.
Pero los tiempos duros para Maicol no se quedarían ahí. Solo marcó el inicio de una tormenta. No solo tuvo que soportar el asesinato de su peñi Camilo, sino que también el hostigamiento policial se volvió frecuente: “Antes nos hostigaban por estar en la lucha, pero desde que el peñi Camilo dejó de estar acá y se fue a otro lado, empezó más fuerte el hostigamiento. El Estado comenzó a estar encima de nosotros”.
– Mi papá varias veces fue controlado por Carabineros, hostigándolo, golpeándolo. Una vez lo golpearon y lo dejaron ahí, no se hacen responsable.
El episodio más duro se registró en el año 2020, cuando Jorge Froilán fue golpeado a tal nivel, que decidió presentar una querella en contra de funcionarios policiales, pero que como gran parte de las acciones judiciales de las cuales son víctimas los mapuche, quedan sin responsables. Pero las querellas también vienen desde el Estado. Hasta Maicol ha tenido que enfrentar varios procesos judiciales en los últimos dos años.
Cuando le pregunto por el día de la detención, recuerda la celebración del cumpleaños de su tío Pedro, a quien fue a visitar por la mañana, pero no se quedó hasta más tarde, pues debía viajar con su tía. Recuerda que llamó a su papá para decirle que se le habían quedado su bolso con ropas y el se ofreció a írselo a dejar a Chamichaco.
— Estaba almorzando con mi tía, cuando escucho en las noticias que habían tomado detenidas a unas personas. Que habían quemado un camión y no sé qué cosa más habían hecho. Y yo quedé pensando. Si yo había estado con mi papá un poco antes. Pero yo me pregunto por qué hacen ese montaje. Si él me tenía que dejar mi ropa, que nunca llegó a su destino y todavía está retenida.
Las especies incautadas en la camioneta son propiedad de Maicol. Un bolso con su ropa y una cámara fotográfica que le había regalado Santa Feria unos meses atrás y que constituía uno de sus hobbies en el campo. “Mi ropa estaba limpiecita, yo la tenía lavadita para irme donde mi tía”, me comenta con cierto dejo de rabia, pues la cámara está en manos de Carabineros y lleva más de un año sin poder tomar fotografías como venía haciéndolo antes de la detención de su padre.
“El día en que mi papá cayó preso me tocó duro. Nació mi guagua al poco tiempo, un mes después. Se ha hecho difícil. A veces igual falta un papá que esté aquí. Que me enseñe a ser papá”, nos dice mientras mira a su hija, Camila, quien pronto cumplirá un año y su abuelo aún no la ha podido conocer. La prisión de Jorge Palacios no solo ha golpeado económicamente a su familia, sino también emocionalmente.
Maicol destaca las enseñanzas de su padre, las cuales le han permitido seguir firme hasta la fecha:
“A mí me tocó dejar la escuela a temprana edad. No porque uno quería. Porque uno no tiene recursos. Dejé el colegio y me puse a trabajar con él. A mí me enseñó todo lo que es trabajar, junto al peñi Camilo. Me enseñaron todo lo que hoy se”.
Este conocimiento y trabajo le ha permitido ganarse la vida en el campo, para mantener hoy a su familia que está formando junto a su polola y su hija, en la misma casa hasta donde hace un año atrás vivía con su padre en la Comunidad de Chamichaco. La dureza de la vida que le ha tocado enfrentar contrasta con la ternura con la que levanta en sus brazos a su hija Camila, quien ya dice “papá”.
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María Soledad Millanao es la lamgen compañera de Jorge Palacios hace unos años. Nos hace pasar rápidamente a su casa, pues la lluvia pega fuerte. Los animales están guardados, con excepción de los gansos que al parecer disfrutan el día. Hay alarmas en varios lugares del Wallmapu por el posible desborde de ríos.
Nos invitó a su hogar. Nos esperaba con sopaipillas, ají y mate, mientras el calor de la cocina a leña se expandía por toda la casa. En el techo se podían ver las planchas de zinc, en las murallas, la madera ligera era el principal componente. El sonido de la intensa lluvia retumbaba una y otra vez, en medio de ese simple y profundo calor de hogar, siempre presente entre las familias que viven en el campo y las comunidades mapuche.
“Mire como vivimos acá. Si fuéramos terroristas no tendríamos una casa así”, señala mostrándonos su casa. La prisión de Jorge ha sido muy dura también para ella y para sus hijas. La mayor tiene cuatro años y la menor un año y diez meses. “Mis niñitas cuanto no sufrieron, lo echan mucho de menos. En la noche lloraban porque se acordaban de él”, nos comenta mientras toma confianza en la entrevista, relatándonos con toda sinceridad lo que sufre. Sabe que este es el precio que pagan quienes luchan por su pueblo.
Soledad, al igual que Maicol, tiene claro el motivo por el cual Jorge está en prisión preventiva: “A Jorge lo persiguen por la lucha en que hemos participado y por el Maicol, por su hijo, por lo que pasó con el lamgen Camilo. Están persiguiendo a toda su familia, incluso a su hermano que también está preso”.
La frustración y rabia de Soledad refleja el sentimiento de todas las familias de un pueblo.
“A mí me da impotencia por todos los lamgen que están presos. Todos tienen familia detrás”. Pero también lo siente por su familia: “No pensaron en la mujer, en los hijos, en la nieta”.
Y las familias se resienten, emocional y económicamente.
“¿Dónde pillo plata para comprar mercadería? ¿Dónde trabajo? Si no puedo salir a trabajar porque tengo dos chiquititas. Él era lo único que tenía, llegaba con mercadería y con plata. Es muy mala la justicia. Nos está haciendo daño. Psicológicamente a su hijo. Psicológicamente a mí y a mis hijas. Eso es lo que está haciendo la justicia, el Gobierno. No sé… el Estado”.
Pero no solo queda ahí. Tener a un preso es un tremendo sacrificio. Las visitas a la Cárcel de Angol pueden tomarle el día completo, pues no hay transporte directo desde su comunidad. Más de 3 horas puede estar en camino para ida y tres más para la vuelta. Tiene que encargar a sus niñas y preparar las encomiendas, que también tienen su costo.
Es difícil mantener eso por más de un año, más aún cuando no hay injusticia. Soledad sabe que Jorge es inocente. Recuerda que Jorge se encontraba en Santa Filomena, donde ella también tiene a familiares. Esperaba a que Jorge llegara después de la celebración de su hermano. Se quedó esperando.
“Menos mal que no iba yo con mi niñita el día que lo detuvieron, sino yo también estaría presa y no estaría conversando con usted, porque me acusarían igual por terrorista”.
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El próximo hito en la causa de Jorge Palacios Cañuta es la Audiencia Preparatoria de Juicio Oral. Estaba agendada para este viernes 04 de junio de 2021, pero que no se realizó, por lo cual deberá ser reprogramada. Su familia realiza un llamado a todas las comunidades mapuche en resistencia y al pueblo chileno a solidarizar con Jorge Palacios, Pedro Palacios y Simón Huenchullán.
En este caso, como en todos aquellos que enfrentan los presos políticos mapuche, hay vidas de familias en juego. La Fiscalía pide para cada uno de los imputados más de 30 años de presidio, mientras que el Ministerio del Interior, querellante en esta causa, pide penas superiores a 55 años para cada uno.
Romper con el cerco informativo es fundamental. La prensa que sirve a los poderosos ha hecho su trabajo y en varios portales de noticias se ha señalado que Jorge Palacios Cañuta está investigado por delitos terroristas, aun cuando ninguna de las acusaciones penales sostiene ello.
“Quemar un camión es terrorismo aquí en Chile, pero matar personas eso no es. El paco puede matar miles de mapuche, no lo ven como a un terrorista”, dice Maicol al recordar las acusaciones contra su padre.
Pronto a cumplir 18 años, pero con la sabiduría de un pueblo en lucha, Maicol es portador de la voz de quienes resisten en el Wallmapu y luchan por la recuperación de sus tierras y la reconstrucción de su pueblo:
“El Estado está caracterizado por hacer montajes contra el pueblo mapuche. No somos el primer ni el último caso. Nosotros como mapuche tenemos que seguir luchando. Hay que seguir en lucha. Esto no va a terminar aquí. Esto viene hace años, la represión contra el pueblo mapuche. Y cada vez con los años, el Estado va agarrando más poder para poder meter al mapuche en la cárcel y cuando lo tiene ahí, lo tiene bajo la represión que ellos tienen. Por eso uno debe seguir luchando. Esto quizás va a costar, pero algún día va a terminar. Y voy a volver a estar con mi papá. Y hasta ese día no hay que bajar los brazos”.
Los malos tiempos pasan, al igual que los efectos de los brotes de las quilas. Mientras las nuevas generaciones tengan claros los motivos de su lucha y de estos tragos amargos, el sol brillará para el pueblo mapuche. Las recuperaciones territoriales, aunque sea otoño, florecen en Wallmapu y el proceso que se vive en las comunidades no tiene tanto sabor a empanadas y vino tinto, sino que a sopaipillas y mate. La noche más larga del año vendrá en unos días, pero no es señal de lamentos, sino de preparación para un nuevo año. El kürruf resuena entre valles y montañas, llevando el afafan y las voces que anuncian que mil veces vencerán.
Nota del editor: El lugar donde realizamos la entrevista a Maicol y Soledad Millanao, es la casa de ella, la cual está ubicada en el camino que une Victoria con Curacautín. Esta casa se incendió este domingo 06 de junio. Aparentemente, el incendio habría comenzado por el sobrecalentamiento del cañón de la cocina a leña por falta de mantenimiento.