por Rómulo Pardo Silva
Un electorado rabioso hizo ganar a Javier Milei.
Las modificaciones al modelo de estado que desea el gran empresariado argentino estaban en la candidatura de Patricia
Bullrich, confiadas en Mauricio Macri.
El discurso del nuevo presidente que aprobó el 55% de los electores fue privatizar la mayoría de las empresas estatales,
reducir impuestos, hacer un gran ajuste fiscal, dolarizar la economía, eliminar el Banco Central, acercarse a Estados Unidos,
alejarse de Brasil, China, Rusia…
Como distractor los medios se enfocan en el poder del nivel político pero el poder lo tienen los magnates.
Las afirmaciones de Milei sobre cambios drásticos, no al gradualismo, dependen de lo que decidan los patrones.
El electo podrá hacer lo que le permitan o digan.
Algunas afirmaciones de la campaña parecen poco convenientes para oligarcas como los de la poderosa Asociación
Empresaria Argentina.
Acercarse a Estados Unidos contra el comercio de los empresarios con China y Brasil. La producción agrícola de más de 12,5
millones de hectáreas es de empresarios extranjeros que hacen negocios con quienes les parezcan. Lo mismo ocurre con los
nacionales.
Tampoco provocar una ruptura con una base peronista que logró el 44,3% de los votos a pesar de una inflación de 140%.
No ser parte del BRICS arriesga a Argentina a un aislamiento.
La posición que ganó la elección no se corresponde con la del Sur de liberarse del poder hegemónico de Occidente.
El fascismo es una de las herramientas políticas de la cúpula de propietarios pero nadie en el país amenaza su poder.
El peronismo sirve a los empresarios también la relación con rusos y brasileños. El gobierno comunista china se limita al
comercio con los oligarcas.
Varios especialistas están optando por esperar.