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Lo que la derecha quiere y lo que no quiere

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Arturo Alejandro Muñoz

 Es un hecho indesmentible que el poder económico está en manos de aquellos que se han agenciado (y no con buenas artes) los recursos naturales de mayor importancia para el desarrollo del país, como minerales, bosques, océano, glaciares, lagos, ríos, carreteras, hidro y termoeléctricas, comunicaciones, prensa, la banca, previsión social, salud, educación…pero ello parece no bastarles. Quieren aún más, mucho más.

Son, en efecto, dueños de todo Chile, además del comercio, el turismo, el deporte y el entretenimiento. Amos y señores del fútbol, de la TV, de los casinos, de los festivales, de los cementerios, de las encuestas, de las iglesias y de las fuerzas armadas (donde ascienden como oficiales sus propios hijos/sobrinos/nietos/ahijados/yernos, etc.).

Todo ese grupo no alcanza a superar el 5% de la población nacional…pero son los que mandan, los que imponen a voluntad las reglas generales y pueden cambiarlas a placer cada vez que así requieran hacerlo.

Lo demostraron en noviembre 2019 cuando amañaron las exigencias del estallido social, y hoy millones de chilenos creen que aquello era lo correcto, que “estaba bien” que así fuese porque la TV y la prensa de los amos lo aseguraba, y esa era y sigue siendo para ellos la “verdad objetiva”.

Ellos son, políticamente hablando, “la derecha”, la cual siempre se ha esmerado en dar a conocer lo que desea para nuestra sociedad, cuestión que de una otra forma esconde lo que realmente <<no quiere para el país>>.

Entonces, ¿qué es lo que la derecha no quiere para Chile?  Básicamente, no quiere la existencia de oposición -de ningún tipo- a sus ideas y a sus posibles gobiernos; no quiere ser parte de Latinoamérica, sino más bien constituirse en una especie de colgajo privilegiado del imperio estadounidense (algo así como un sirviente con ciertos beneficios); no quiere la existencia de etnias originarias dueñas de territorios, las desea sometidas, silentes y derrotadas; no quiere, en fin, un país con diversidad cultural ni quiere ni soporta  un pueblo educado, informado, ya que ello lo ve como potencial enemigo.  

Sin ideologías y con la prensa cooptada completamente por los poderosos y enriquecidos amos del país, resulta fácil convencer de cualquier cosa a un desavisado electorado que olvidó no sólo sus raíces ideológicas y el grado de expoliación a la que es sometido rutinariamente, sino también olvidó la secuela de masacres y matanzas contra la gente de trabajo realizadas en los últimos doscientos años por quienes eran (y siguen siendo) sus adversarios, y a veces enemigos.

Es tan sólido el triunfo del totalitarismo neoliberal de la derecha, que millones de chilenos olvidaron (e incluso muchos desconocen) el sangriento listado que cae cual fardo de muerte y odio clasista sobre los corazones, mentes y cuerpos de toda la dirigencia de la derecha y de la mayoría de sus simpatizantes y seguidores.

La lista de aquello que la derecha no quiere que se siga sabiendo

1830, batalla de Lircay

1881 genocidio del pueblo mapuche en la Araucanía

1900 exterminio pueblo Selknam en Tierra del Fuego

1903, violenta represión huelga portuarios Valparaíso

1905 matanza de trabajadores en mitin de la carne

1906 matanza de obreros en Plaza Colón, Antofagasta

1907, matanza de obreros escuela Santa María en Iquique

1919, matanza de obreros frigorífico de Magallanes

1920 matanza de obreros salitrera San Gregorio

1938 matanza del Seguro Obrero

1946 matanza de manifestantes en Plaza Bulnes

1962 matanza de hombres y mujeres en la población José María Caro

1967 matanza de obreros en mineral El Salvador

1969 matanza de chilenos ‘sin casa’ en Pampa Irigoin, Puerto Montt

1973-1989 genocidio cometido por dictadura cívico-militar, el cual dejó 2.500 fallecidos (asesinados), más de 35.000 torturados y 230.000 exiliados.

Esos chilenos del 5% de nuestra población viven felices y forrados merced a la explotación ‘democrática’ del 97% que jura estar viviendo en una especie de ‘Jauja’, ya que los dueños de la férula se encargan de mostrarles solamente las sombras de la verdadera situación a la que se les permite acceder mediante el endeudamiento permanente, creciente e inmutable.

Definitivamente, aquella frase que escribí hace doce años, y que nunca ha sido desmentida, retrata de manera fidedigna lo que somos: “En Sudamérica hay un país llamado Chile, donde nada es de Chile”.

Y eso es lo que la derecha NO QUIERE QUE CAMBIE.

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