Escribe: Milciades Ruiz, Perú
La torta económica mundial es una sola y, las tajadas grandes son a costa de reducir a las demás. Bajo el sistema capitalista, la repartición se hace de acuerdo a un orden mundial de poder económico. Los países más poderosos, disfrutan de las tajadas más grandes y el resto, según su ubicación en la pirámide de poder. De este orden capitalista, deriva toda la problemática de la vida mundial, nacional, familiar e individual. Veamos.
En este orden mundial, “el pez grande se come al chico” e impide que crezcan, a fin de conservar por siempre su posición de dominio. Si los chicos crecen, disminuye automáticamente su tajada en la repartición de la torta mundial. Es que, el orden de los factores no altera el total que, será siempre 100%. No hay manera de eludir este principio matemático del universo.
Pero también, el universo dictamina que no hay nada eterno, ni estático y, todo lo que se inicia tiene un final. El orden mundial implantado por EE UU tras la segunda guerra mundial, es ya insostenible porque no ha podido evitar el crecimiento de peces chicos que ahora tienen mayor tajada en esa repartición.
Según el Fondo Monetario Internacional- FMI, esta es la tendencia:
En esta situación geopolítica estamos en el mundo. EE UU se resiste a perder el rango que tenía y trata de recuperar por todos los medios el terreno perdido. En esta desesperación, pateando el tablero aplica un shock de medidas traumáticas como: elevar aranceles a la importación de mercadería extranjera, principalmente la proveniente de China. Esto viene produciendo desbarajustes en el orden mundial, afectando el desempeño del resto del mundo.
Pero, otro principio universal nos dice que, no hay acción sin reacción y cada país, busca reacomodarse a la nueva situación porque las cadenas de reacción se están multiplicando. EE UU ha desatado una guerra comercial contra China, mientras los países adulones de su férula, al decir del presidente Trump, le “besan el trasero”. El asunto es que las medidas traumáticas, chocan y rebotan haciendo daño en cuerpo propio, porque genera contramedidas defensivas impidiendo las exportaciones norteamericanas provocando caídas económicas.
El remedio podría ser más dañino que la enfermedad. La población estadounidense ha empezado a protestar sin que haya marcha atrás en la estrategia de shock. Trump podría terminar como Fujimori, (proveniente de la migración asiática), que aplicó una estrategia mecánica similar, incluyendo la castración y esterilización forzada de la población nativa para evitar que nazcan más pobres, que nos quitan parte de la tajada que nos toca.
El combate a la migración es el otro eje de la estrategia de Trump, pero es el propio sistema capitalista de desigualdad extrema el que generó la doctrina del neoliberalismo basado en la competitividad en el mercado. Esta, ha generado al mismo tiempo dos necesidades en EE UU: Emigración de capitales propios en busca de menores costos para competir manteniendo la rentabilidad, (Se van a México, India y otros) e, inmigración de mano de obra barata que reduce costos internos.
El problema es que, el aumento de migrantes obliga a compartir la tajada de la que disfruta su propia gente que ve disminuir su parte. Y, por otro lado, ha dado oportunidad de crecimiento con capitales propios a China que, tenía los costos laborales más bajos del mundo. Con bajos costos y subsidios, la producción barata china, se expandió por todo el mundo, incluyendo EE UU, ganando competitivamente por menores precios. EE UU ha reaccionado tardíamente a la estrategia de China de utilizar el neoliberalismo en beneficio propio.
En cambio, Trump con su estrategia mecánica, quiere obligar a que regresen sus capitales, protegiéndolos con aranceles altos (impuestos) para eliminar la competencia extranjera. Pero es a costa de encarecer la vida a su población. Los altos costos inflacionarios generados con la subida de aranceles, eleva los costos productivos y desalienta el regreso. Todo esto, ha desencadenado parálisis en la cadena económica, empeorando su situación.
El asunto es que, el sitial económico alcanzado por EE UU es a costa de succionar riqueza a otras naciones. Pero si es succionado por China, entonces pierde parte de la tajada y, automáticamente baja el nivel de vida para todos los estadounidenses. Eso es lo que está en juego, en este pleito. Y si las predicciones económicas se cumplen, el desbarajuste podría provocar derrumbe económico.
Lo que más se menciona son las medidas arancelarias, pero dado que la estructura económica está interconectada con otras bases de sostenibilidad del orden mundial, el desbarajuste alcanza al sector de los negocios de inversión de todo tipo y paraliza el sector financiero que sostiene las inversiones. Cae entonces la producción, comercialización, servicios, etc., rondando el fantasma de la recesión económica, como preludio de un desastre.
En nuestro caso, China ha penetrado nuestra economía en diversos sectores, siendo el principal inversionista en minería y otros sectores. Pero si los productos chinos pierden mercado, reducirán su producción y tendremos menos ingresos presupuestales y mayor déficit fiscal. Somos un país primario exportador y nuestro país aparece como gran exportador de materia prima y alimentos, pero no con capitales propios, pues casi todo es capital extranjero corporativo que produce para el mercado externo, hoy en desbarajuste.
Lo más probale es que este desbarajuste agravará nuestra situación. Nuestra tajada se reduce. A menor producción mayor desempleo y mayor delincuencia. Menores ingresos presupuestales, mayores dificultades económicas, que impiden nuestras aspiraciones. No tenemos injerencia en este pleito mundial, pero pagamos las consecuencias. Son los países dominantes los que predestinan nuestras vidas y condicionan nuestra vida familiar y personal.
¿Qué podemos hacer? Si estuviésemos en el poder, tendríamos que cambiar el sistema político de gobierno para lograr nuestra liberación de la dependencia extranjera. Entonces podríamos aprovechar el momento histórico para empoderar capitales propios, preferentemente comunitarios conforme a nuestra tradición de solidaridad corporativa. Pero eso es soñar.
Lo real es que el empoderamiento político popular es muy bajo y las condiciones para competir por el gobierno son fraudulentas. Si no trabajamos para empoderar nuestras filas, con un plan de lucha efectivo, seguiremos lloriqueando, golpeándonos el pecho ante el muro de los lamentos. Puedo estar equivocado, pero ustedes qué dicen.
12 de abril/2025