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La resiliencia de la familia Trotsky

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Nora Volkow ha asistido recientemente al I Congreso Internacional sobre Patología Dual que se ha celebrado en Madrid bajo la dirección del profesor Néstor Szerman

Por Pepe Gutiérrez-Álvarez

En  JOT DOWN, una revista de divulgación cultural conectada con “El País”, apareció hace unos días (2-06-2017) e una entrevista “Publicado por Juanjo M. Jambrina and Jordi Bernala” a Nora Volkow que ha asistido recientemente al I Congreso Internacional sobre Patología Dual que se ha celebrado en Madrid bajo la dirección del profesor Néstor Szerman. El trabajo se lee con muchísimo interés ya que Nora es una científica de pensamiento riguroso y fuerte que nos habla de temas como la droga, la eutanasia o las depresiones con la mayor seriedad, temas de interés general tratados con amplitud de miras.

Hasta ahí el rigor se mantiene al mayor nivel, los periodistas saben de lo que hablan. El problema comienza en la presentación en el que incluye someramente este comentario: “Como apunte curioso, es bisnieta de León Trotski, héroe de la Revolución rusa, de la que se cumple el centenario este año. Fue una tragedia mundial”.

Cabe suponer que esta conclusión es cuanto menos unilateral. Tragedias mundiales ha habido de todo tipo, siguen sucediendo todos los días, la creciente desigualdad, la geografía del hambre, las guerras con sus correspondientes desastres humanitarios, son noticias de cada día. Pero aquí suene como una sentencia sumaria, escrita además como una suerte de requisito que no representa para nada a la entrevista, parte de la única familia de bolcheviques de primera línea que lograron sobrevivir. Su propio padre Esteban Volkow sobrevivió “milagrosamente” al atentado liderado por David Alfaro Siqueiros al mando de una cuadrilla en la que figuraban varios españoles. Se pensaba que toda la familia había sido exterminada en la URSS de Stalin, incluyendo la anciana madre del fundador del Ejército Rojo…

Valga un botón de ejemplo: en sus memorias, Serge efectúa una vibrante evocación (en forma de obituario) de Alexandra Lvovna Sokolovskaia (1872-1938): «Embarnecida, con un rostro bondadoso bajo los cabellos blancos, Alexandra Lvovna Bronstein era el buen sentido y la lealtad misma. Alrededor de treinta y cinco años de vida militante detrás de ella, el exilio en Siberia; había sido la compañera de los primeros años de Trotski, la madre de sus dos hijas Nina y Zina (que iban a morir las dos…) Ya sólo le permitían enseñar elementos de sociología a menores de quince años, y aun eso no habría de durar mucho. He conocido a pocos marxistas con un espíritu tan libre como el de Alexandra Lvovna!».

El caso de Nin se recoge en el documental Operació Nikolai. Los ejemplos son interminables, bastaría anotar lo siguiente: las familias de Trotsky y de Serge fueron las únicas que sobrevivieron en una pequeña parte al exterminio programado por Stalin de los viejos boklcheviquez.

Aunque Trotsky escribió que no entendía lo de “tragedia personal”, eso fue años antes de lo peor. Pero en el caso, lo representativo es la existencia de una condena obligatoria, la misma que hizo que una compañera investigadora y miembro de la FAN, tuviera que retirar sus elogios al marxismo en el terreno del psicoanálisis porque esta era una condición innegociable para el mecenas.

Al final de la entrevista (insisto: totalmente recomendable), los periodistas concluyen: “No he querido preguntarle por León Trotski, su bisabuelo, pero es inevitable. Supongo que es una presencia muy constante en su vida. “Es cierto. Estoy al día de lo que se publica sobre él. Acabo de leer un libro que me ha gustado mucho. El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura. Muy divertido”. Luego añaden: “¿Es consciente de que muchos españoles fueron en su momento seguidores de las doctrinas de su bisabuelo? Sí, es algo que me llama mucho la atención. Mucha gente me cuenta anécdotas muy curiosas y que demuestran que seguían sus obras con mucho interés”, que acierta ya que la parte central de la obra de Trotsky fue publicada en castellano gracias a amigos suyos como Andreu Nin, e incluso “La revolución traicionada” estuvo a punto de serlo cuando en traducción de Juan Andrade (de la edición francesa de Víctor Serge) la represión desencadenada contra el POUM lo impidió.
Parece que la soledad de ruso exiliado y lo de ser “mal visto” por el estalinismo, hizo que durante muchos años Esteban se mantuviera en una plano discreto, lejos de declaraciones y testimonios (que ahora abundan en el youtube), hasta que apareció para los medios con ocasión de la celebración en la UNAM del Centenario de Trotsky (Octubre 1979). Esteban tuvo cuatro hijas: Verónica Volkow (1954), poeta mexicano, crítico de arte y traductor; Nora Volkow (1955) neuróloga y experta en adicción que se instaló en los EEUU; y las gemelas Natalia Volkow (1956) y Patricia Volkow (idem), esta doctora y experta en SIDA. Los restos de la familia que sobrevivió en la URSS lo hizo ocultando totalmente su identidad. En estos casos aparecen con otros apellidos familiares.

En los últimos días he podido revisar “El elegido” en FILMIN (se encuentra ya en youtube), y no puedo menor que reconocer que me he emocionado hasta el desmelene con la escena del asesinato. Aunque la película (que ya hemos comentado) no está a la altura, consigue crear una cierta atmósfera, establecer un principio de veracidad en el proceso de aproximación del “comunista” al que el estalinismo de su madre (desdibujada en la trama), le traduce por una fe incondicional. Pensar que todavía quedan rincones de las juventudes comunistas sevillanas que todavía bromean con lo del piolet me parece sencillamente nauseabundo. Y es que resulta en verdad difícil comprender y explicar lo que significó el estalinismo.

Pero el estalinismo no pudo con la capacidad de resiliencia que Esteban atribuía a su abuelo y que sin lugar a dudas, él mismo heredó como muestra la lucidez y la vitalidad de la biznieta.

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