Por MARIO AGUIRRE MONTALDO.
Cuando parece que nos doblegamos a la dictadura de los grandes productores agrícolas y las grandes cadenas de supermercados y aceptamos comprar y comer frutos manipulados genéticamente, asoma una primera y esperanzadora revuelta alimentaria.
Han surgido grupos de huerteros orgánicos en Quilpué, Villa Alemana y Limache. Han surgido “Cuidadores” de semillas. Y comienzan a surgir iniciativas para estimular el desarrollo de huertos alternativos urbanos e incentivar el consumo sano. La gente empieza a tomar conciencia de su papel activo en esta tarea desobediente de alto contenido benéfico y saludable.
He aquí algunas evidencias: Tomamos la iniciativa de anunciar por facebook el regalo de semillas de tomate limachino, el auténtico. Ese tomate que al abrirlo inunda las cocinas y mesas con su fragancia, ese tomate jugoso y suave, rojo intenso, generoso en simientes de futuro. La respuesta de la gente fue inmediata y masiva. ¡Hemos entregado centenares de semillas y quedan más! Personas de diversas regiones se interesaron a pesar de no poder acceder debido a las cuarentenas. Algunos mandaron a emisarios a buscar semillas para enviarlas a Calama, Melipilla, Rancagua y otros lugares. El interés que se precipitó con esta simple iniciativa fue sorprendente. Un dato significativo: el mensaje de facebook fue compartido (copiado) por más de 1500 personas. Esto denota que algo tan elemental (pero poco usual) como regalar semillas despierta una curiosidad solidaria y afectiva, y por otra parte, activa un valor anti-sistema.
Cultivar y preservar las semillas originales de nuestros productos de la tierra es una tarea más. Si todos le diéramos la espalda a los frutos manipulados genéticamente y posiblemente cancerígenos, el sistema se caería.
Recoge tu semilla, esa que trae en su núcleo un ligero pero a su vez vigoroso mensaje de liberación.