Rómulo Pardo Silva
El poder empresarial alemán apunta de nuevo contra los rusos.
Es solo un inicio.
Sus políticos presentaron la primera Estrategia de Seguridad Nacional de Alemania. Allí se define a Moscú como una fuerza que amenaza el orden tanto regional como global.
Moscú en Ucrania ha “puesto fundamentalmente en tela de juicio el orden de seguridad europeo”.
Su «guerra de agresión» es una «violación del derecho internacional». Rusia lleva a cabo una política imperialista que buscar establecer una esfera de influencia en el continente.
“Con esta ruptura histórica del orden de paz europeo, Rusia amenaza directamente nuestra seguridad y la de nuestros aliados de la OTAN y la UE”, “en el futuro previsible, la Rusia de hoy es la mayor amenaza para la paz y la seguridad en la zona euroatlántica”.
La Bundeswehr.
Un punto de inflexión que Alemania asume como una oportunidad para equipar suficientemente a sus fuerzas armadas, la Bundeswehr, creando un Fondo Especial del 2% anual del PIB.
La oligarquía germana no oculta del todo sus ambiciones de supremacía.
El gobierno ve la Bundeswehr «como piedra angular de la defensa en Europa», con la misión central de defender a sus aliados y entrar en conflictos de otros como asistencia mutua.
Al afirmar que ni Berlín ni la OTAN «buscan la confrontación» con Moscú aparece la voluntad alemana como independiente del bloque atlántico.
El documento mira hacia la situación de Alemania en el mundo.
Su entorno de seguridad se encuentra en una situación turbulenta, se trata de «un punto de inflexión».
«Vivimos en una era de creciente multipolaridad. Algunos Estados están intentando remodelar el orden internacional existente de acuerdo con su percepción de la rivalidad sistémica».
La Estrategia de Seguridad considera a China «un rival sistémico».
«China intenta de diversas maneras remodelar el orden internacional existente basado en normas, reclama cada vez con más agresividad la supremacía regional y actúa repetidamente en contra de nuestros intereses y valores».
En este contexto el poder en Alemania se fija líneas políticas.
Mantener un compromiso «inquebrantable» con la OTAN y la UE.
El bloque militar «está preparado y es capaz de defender su soberanía y libertad y las de sus aliados».
Hacer de la Unión Europea un actor geopolíticamente capaz de garantizar su seguridad y soberanía.
Lograr una mayor integración del bloque y su ampliación con nuevos miembros, Ucrania, Moldavia y, en perspectiva, Georgia.
Buscar una cooperación más estrecha con Estados que no comparten todos sus valores pero están comprometidos con el orden internacional occidental.
Trabajar contra gobiernos.
«Allí donde los gobiernos socavan la seguridad y el Estado de derecho, centraremos más nuestra cooperación en los actores no estatales, el nivel local y los enfoques multilaterales».
Fomentar “la fuerza innovadora de las empresas» de sus privados.
Alemania va a tener otra vez un ejército amenazante como lo tuvo hace decenios.
Las explicaciones que dan sus políticos tienen un lenguaje distinto al que se usó para ir a la segunda guerra mundial. El poder fáctico empresarial es el mismo.
Nada es completamente nuevo: contra Rusia y China, sobre Francia, a alguna distancia de Estados Unidos, relaciones con dictaduras en el modelo, conspiraciones contra gobiernos soberanos…
No hace falta un actor útil.
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