por Celso Calfullan
El acuerdo al que llegaron Chile Vamos, la ex Concertación y el Frente Amplio desde un principio fue elaborado como una trampa para que el pueblo no pueda realmente participar y solo lo pueda hacer formalmente.
Toda la casta política quería frenar la posibilidad que los que salieron a las calles durante la revuelta popular pudieran llevar a cabo los cambios que requiere este país. En lo primero que pensaron para ponerse de acuerdo fue precisamente en cuál era la mejor forma para frenar las demandas que tiene el pueblo.
Uno de los principales puntos del acuerdo fue que todas las normas deben ser aprobadas por dos tercios de los integrantes de la Convención Constitucional, en lo concreto esto significa que un tercio de los integrantes tiene derecho a veto, este poder de veto fue entregado conscientemente a la derecha pinochetista, por parte de los partidos de la ex Concertación y el Frente Amplio, esto no fue un error o una ingenuidad por parte de estos partidos, sino que lo realizaron conscientemente.
Esto nos demuestra que tanto la ex Concertación, como el Frente Amplio no tienen la menor intención de realizar los cambios que el pueblo está exigiendo en todo este último año y por eso acordaron el quorum de los dos tercios, para luego usar esto como excusa para no realizar los cambios, el quorum de los dos tercios es completamente antidemocrático por donde se lo mire. Por otro lado ni siquiera pueden decir que fueron presionados o usar el tema del temor a la dictadura, como lo hicieron a fines de los años ochenta.
La Convención Constitucional no cumple las reglas básicas de la democracia como ellos mismos la definen, donde supuestamente la mayoría define los cambios que se requieren en esta sociedad.
Esto nos viene a confirmar una vez más el carácter poco democrático que tenemos en Chile, desde la dictadura hasta nuestros días, donde la derecha siempre ha tenido derecho a veto con apenas un tercio de los votos y que nos ha llevado a las situación de crisis que tenemos ahora, porque realmente las mayorías nunca han sido tomadas en cuenta en los últimos 30 años.
Por esto mismo es fundamental seguir denunciando la trampa llamada Convención Constitucional por antidemocrática y porque será poco representativa de los anhelos que tienen las grandes mayorías en Chile.
Además de lo anterior, hay que mencionar que los candidatos independientes están en completo desmedro con respecto a los partidos, la cancha está completamente inclinada en favor de los partidos que llevaron a cabo este acuerdo, finalmente todo muy conveniente para ellos por supuesto.
Pero a pesar de estas limitaciones igual hay que intentar presentar candidatos realmente independientes que no obedezcan a los intereses de los partidos que han defendido este sistema en los últimos 30 años, ellos siempre han estado muy cómodos con la constitución que heredaron de la dictadura y si no hubiera sido por las grandes movilizaciones y la revuelta de octubre 2019, jamás hubiéramos tenido un plebiscito para saber si queríamos o no una nueva constitución.
Pero está claro que no podemos tener ninguna confianza en un sistema ideado por la casta política para escribir una nueva constitución, esta no puede ser acordada y negociada en una convención constitucional antidemocrática, por eso mismo tenemos que seguir exigiendo una verdadera Asamblea Constituyente, donde participen las organizaciones sociales y comunales realmente representativas de los sectores populares que han luchado por realizar los cambios que el pueblo requiere para tener una vida relativamente digna y no como ocurre ahora.
La lucha por una Asamblea Constituyente debe seguir siendo central en el próximo periodo que se nos avecina, junto con la necesidad de impulsar también la lucha por tener un gobierno de los trabajadores.
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