por Margarita Labarca
Ya escribí un artículo sobre la casa de Guardia Vieja, la casa de toda la vida de Salvador Allende, pero ahora tengo que escribir más.
El compañero Allende tuvo que trasladarse a otra casa durante su presidencia, por razones de seguridad. Pero la casa de Guardia Vieja fue la casa de la familia desde los años 50, y la recuperaron después de la dictadura. Seguramente los milicos asesinos y traidores ni siquiera sabían de la existencia de esa casa y por eso no la bombardearon y se ha podido conservar. Allí vivió la señora Tencha hasta su muerte y también vivió Isabel hasta hace poco.
Y es muy justo y necesario que ahora la conviertan en un museo que pueda ser visitado por todo el pueblo de Chile y también de otros países, pues es un lugar verdaderamente conmovedor y que muestra a un Salvador Allende tal como era en la vida real.
Ahora parece que los asesores ignorantes de este gobierno, decidieron que había que comprar la casa para hacerla museo. Y ofrecieron una suma de dinero muy alta por la compra. Al parecer, la compañera Isabel Allende Bussi quedó fuera del lío porque es senadora y la que apareció como responsable fue Maya Fernández Allende, que para mí siempre ha sido la hija de la queridísima Tati.
Maya no se dio cuenta de que le estaban tendiendo una trampa, o quizás sólo fue un error de parte del gobierno, que está lleno de abogados ignorantes. Aceptó la oferta y la venta de la casa y de repente ¡PAF!, estalló el escándalo, que evidentemente no fue culpa de Maya.
Creo que lo que habría que hacer ahora es donar la casa de Guardia Vieja al pueblo de Chile y a los pueblos del mundo. Que se cree una fundación seria que se haga cargo del museo y lo administre, y que la entrada sea gratuita como corresponde. Lo que iba a gastar el gobierno en comprar la casa, que lo destine a su mantenimiento.
Y así se acaban los problemas creados por pura ignorancia gubernamental, porque ¿Cómo iba a saber Maya que le estaban proponiendo algo indebido?
Y entonces el pueblo de Chile y todos los visitantes que vengan del extranjero, podrán ver esta casa tan emocionante y tan querida, y saber cómo vivía y lo que hacía Salvador Allende durante toda su vida, antes de ser presidente.
Y además, todas las personas que tengan objetos, cartas, fotos u otros recuerdos de Allende, los podrán donar al museo para enriquecimiento del mismo.