“La Batalla de Argel” Todavía…
Pepe Gutiérrez Álvarez, Estado Español
Disfrutando estos días con Papicha, sueños de libertad, una alegato feminista argelino y una magnifica película, podemos recordar un momento en el que una anciana combativa evoca con entusiasmo el papel de las mujeres en la Resistencia argelina contra el ocupante francés; una historia que inexorablemente nos lleva al título que mejor la representa. La memoria, incluso la cinéfila se tiene que renovar en cada generación. Sobre todo en una época en el que la abundancia de eventos, de películas vistas y no vistas, se amontonan en el desván de las memoria donde figuran títulos que hemos olvidado. No hace mucho preguntaba a un treintañero sí se recordaba de “Tierra y Libertad” y fue que no.
Le recordé que los del CINE-CLUB la trajimos en el pueblo, que la presentamos en el instituto, que él estuvo conmigo en la mesa supongo que con más de 15 años, pero nada. La tuvo que ver de nuevo. Sí esto sucedía con un título que se ha dado por TVE, que está en FILMIN, sobre el que se ha debatido en “la Tuerka”, ¿qué no sucedería con el filme de Gillo Pontecorvo “La batalla de Argel” (1966)? Se trata de una de las más carismáticas películas sobre la revolución y una de las pocas que desde la simpatía con la propia causa revolucionaria podría incluirse claramente dentro del género bélico, y claramente en el campo anticolonialista.
Memoria necesaria, La batalla de Argel sigue estando disponible, se tendría que revisar en bibliotecas e institutos. Fue rodada íntegramente en Argelia y cuenta las diferentes acciones y atentados que los revolucionarios llevaron a cabo en Argel con el fin de destruir el poder colonizador francés. El interés de la película de Pontecorvo reside tanto en el rigor con el que se describe el proceso histórico -debido en parte a la presencia de Yacef Saadi, personaje fundamental en la movilización argelina, que asumió el papel de protagonista-, como las reminiscencias documentalistas del trabajo de puesta en escena.
A pesar del éxito crítico de La batalla de Argel, la guerra de Argelia ha permanecido como una revolución escasamente visible. Sus ecos se instalaron en el cine de la «Nouvelle Vague» -Le petit soldat (Jean Luc Godard, 1960), o Adieu Philipinne (1962), de Jacques Rozier- y han resucitado esporádicamente en alguna película francesa, como Los juncos salvajes (Les rosseaux sauvages, 1995), de André Techiné. Tal como afirmó Bertrand Tavernier en una gran película documental, la revolución argelina fue una guerra sin nombre -La guerre sans nom (1991)-, que el propio Tavernier realizó hablando de lo que la derecha francesa no quiere hablar, un film importante que no se ha estrenado por aquí.
Se trata de películas que contribuyen decisivamente a hacernos un mapa de la lucha del pueblo contra la opresión y la injusticia, homenajes a los que lo dieron todo. Historias que no acabaron bien, pero que siguen ahí como lecciones insuperables de cine e historia popular, una historia hecha desde abajo como lo fue esta película rodada después de que el FLN con Ben Bella al frente impusiera su libertad.