EL DESCONCIERTO
Por: César Salazar Schneider, médico / Publicado: 15.03.2020
Un ambiente de incertidumbre ha rodeado el contagio por coronavirus en Chile, que sigue creciendo a nivel mundial y nacional, y donde especialistas advierten que estamos próximos a asumir medidas de fase 3. Según el virólogo de la Universidad de Chile, Jonás Chnaiderman, estamos frente a un riesgo real. «Una gran fracción de la población probablemente será infectada, un porcentaje sufrirá enfermedad grave y un grupo fallecerá a causa de este virus”.
¿Cuáles son los riesgos reales del Covid-19? ¿se justifica el pánico mediático?
–El pánico nunca es útil y en particular el mediático fomenta una irracionalidad en la ciudadanía. La pandemia nos pone ante un riesgo efectivo. Otros países han mostrado que probablemente una fracción de la población será infectada. Y ante esa realidad hay que ver cómo encaramos racionalmente esta situación. La amenaza real es que una fracción de la población va a sufrir enfermedad grave y otra menor fallecerá por el virus.
Entonces, los riesgos sí son reales y todas nuestras medidas públicas deben estar orientadas a disminuir el número de infectados y de fallecimientos. Hay que evitar activamente que el número de casos se concentre en poco tiempo, porque si se concentra la demanda a los centros asistenciales, se disparará la mortalidad.
La invitación que hay que hacerle a la comunidad es a fomentar el autocuidado, lavado de manos; al Estado y a empleadores, que entreguen facilidades a sus trabajadores de ejercer en sus casas. Esto debe ser asumido a rajatabla.
De acuerdo al comportamiento del virus a nivel mundial, ¿qué se espera de su tasa de contagio en Chile?
–No hay ningún motivo para imaginar que el comportamiento del virus sea distinto a los otros países. En Chile sí se espera que haya un crecimiento exponencial de nuevos casos todos los días, lo que acumulativamente será un número considerable de la población infectada. La duda es hasta cuándo, es decir, cuándo lograremos empezar a disminuir el número de infecciones diarias.
El sistema público de salud se encuentra en permanente crisis y colapso de sus servicios de urgencia. El año pasado tuvimos quiebres de stock y falta de insumos en distintos servicios, una tasa alta de contagio implicaría una demanda difícil de aguantar por nuestro modelo de salud.
–Si regularmente tenemos una falta de capacidad de respuestas de nuestros centros asistenciales, es evidente que ante esta amenaza nueva la situación se convertirá en una aún más difícil. Esto pone en cuestión el modelo de salud chileno y debe ser una oportunidad para un debate científico serio sobre este modelo mixto de salud, con muchos recursos para el sector privado y escasos recursos para los centros asistenciales públicos que atienden a la mayoría de la población. Lamentablemente esto pone en evidencia que los reales desprotegidos en salud son los que forman parte de la población de menores recursos.
¿Qué medidas son importantes para evitar el colapso de los servicios de urgencia?
–Será importante evitar que la curva más crítica del coronavirus no coincida con la del virus influenza. La simultaneidad puede traernos aún más problemas, particularmente en la población de mayor riesgo que son nuestros adultos mayores.
Respecto a la primera infancia, habitualmente buena parte de la focalización de la campaña de invierno se centra en menores de edad y esto será muy difícil de realizar si estamos en la curva más alta de coronavirus. Aunque los registros actuales indican que la mortalidad del coronavirus es baja en niños y niñas, el colapso de la infraestructura de salud puede implicar una desprotección para ellos. Y aquí hay que aprender, Chile no puede seguir teniendo un sistema de salud pública tan pobre que desprotege al grueso de la población frente a una amenaza como esta.
¿Cuál es su evaluación de la respuesta actual del Gobierno?
–Visto en la totalidad, incomoda la lentitud para tomarse en serio el aspecto educativo para lo que se viene. Hay poca disposición de los gobiernos a educar a la población. Lo mismo se ve, por ejemplo, con respecto al VIH. Y en este momento en particular, necesitamos una inversión significativa para campañas comunicacionales que le entregue herramientas preventivas a la población. Debimos prontamente salir con campañas televisivas enfocadas a reducir conductas de riesgo; saludos de besos, aglomeraciones y que enseñen respecto a la importancia del lavado de manos.
Asimismo, es un serio error que el gobierno dé señales erráticas a la ciudadanía. Es poco claro que diga que no es necesario suspender clases y en horas después decir que sí se suspenderán. En este momento clave es necesario tener orientaciones claras.
Pese a estas críticas, en cuestiones estrictamente técnicas yo creo que todo el país debe alinearse con direcciones únicas que orienten a toda la población, y en este sentido es importante orientar y asesorar al Minsal con expertos que señalen las medidas adecuadas.
Se critica la idoneidad del ministro a propósito de su poca legitimidad a nivel público ¿crees que debiese haber otra figura que lleve adelante el abordaje de esta pandemia?
–Esto es complicado, puesto que Mañalich genera enemistad en buena parte de la población y no ha sido capaz de convencer a la ciudadanía que el modelo de salud está funcionando. Y esto implica un problema de credibilidad para dirigir al país respecto a medidas de cuidado. Lo mismo se replica con el presidente Piñera que con un 6% de aprobación será muy difícil que le pida a la población que se quede en la casa.
En este sentido es razonable pensar en una figura científica que pueda tomar ese liderazgo. En este momento hay muy buenos asesores técnicos que se han sumado al equipo del Minsal y habrá que pensar quién podría asumir esa conducción.
¿Cuáles son las lecciones que nos deja la experiencia internacional estas semanas?
–Las lecciones principales que deja todo esto es que, desde un punto biológico, seguimos como especie habitando el planeta desde un paradigma de devastación tal que nos obliga a irrumpir en la naturaleza, y esto trae como consecuencia exponerse a microbios con los que no teníamos contacto. Asimismo, el modelo de globalización implica que los seres humanos vivamos más aglomerados, más expuestos a contagios masivos, por lo tanto, es esperable que surjan estas amenazas biológicas.
Esto puede ser abstracto, pero lo que implica en términos concretos es que los Estados deben tener una infraestructura adecuada de salud para lidiar responsablemente con estas amenazas. Respecto a esto, sobre cuáles son los modelos sanitarios más adecuados, es importante remarcar que son precisamente los modelos de salud dependientes del Estado los que tienen la solidez para responder a los problemas derivados de una epidemia. Por sus propias definiciones e intereses, es difícil que una empresa pueda dar cuenta de una mirada sanitaria global, más allá de quizás ayudar a complementar este rol.
¿Es este el momento de tomar decisiones drásticas en Chile? En Italia se lamenta tardanza en las medidas preventivas
–Yo creo que debimos tener una etapa inicial agresiva de educación que ya no se hizo. Tempranamente se debió realizar campañas televisivas para la no difusión del virus. La próxima etapa es suspender eventos masivos. Esto debió comenzar ya con los primeros casos y con ello evitar aglutinar a muchas personas en poco espacio. No es sólo de cantidad de personas, es un asunto de densidad y cercanía entre personas.
La suspensión de clases se debió realizar con mayor premura. Y aquí lo que no podemos perder de vista es que si se suspende la educación preescolar y escolar, esto repercute en una demanda de cuidados de padres y madres que ya no podrán ir a trabajar. Y aquí es necesario ser muy claros: El ausentismo laboral de trabajadores y trabajadoras no puede quedar a discrecionalidad de sus empleadores. El gobierno debe dar seguridades laborales para toda la población. En esto hay precedentes internacionales, de una cautela laboral con muy buenos resultados. A la larga es más seguro y económico que la población falte que acrecentar el número de infectados.
Se ha rumoreado la posibilidad de suspender marchas e incluso el plebiscito ¿es esto necesario?
–La medida de impedir la libre circulación no es perentoria. Es posible hacer contención del número de contagiados sin privar la libre circulación. Sin embargo, creo que será necesario suspender marchas, la aglutinación aumenta las probabilidades de contagio.
Respecto al plebiscito es necesario que el mismo mundo social que presionó para hacer viable este hito en Chile defina la conveniencia política de su realización en un contexto sanitario muy dinámico. Los científicos y profesionales de la salud debemos estar dispuestos a asesorar a las organizaciones sociales en esta decisión.
Se ha denunciado en algunos centros de salud la falta de implementos para los funcionarios
–Esto es un tema muy crítico. En lugares donde hay desprotección de los funcionarios se ha visto que el personal de salud termina infectado y esto implica ausentarse de la labor de cuidado. Esto puede derivar que en las etapas críticas del contagio arriesgamos tener menor recurso humano disponible. Además, implica que, a los trabajadores ya exigidos de mayores horas de trabajo, se les agrega inseguridad. Esto se convierte en una presión insostenible.
La responsabilidad de la autoridad sanitaria es garantizar mecanismos de bioseguridad. En Francia se implementó, por ejemplo, una confiscación a empresas de mascarillas y las distribuyó al personal y pacientes que lo necesitaban. Esto podría ser replicado en Chile y con esto el gobierno podrá asegurar un stock de protección a los centros de salud. Asimismo, hay que explicarle al público general que el uso de mascarillas en personas no infectadas tiene una utilidad marginal y al acaparar mascarillas lo que estamos haciendo es que las personas que necesitan esas mascarillas no las tengan y esto es más peligroso para todos y, otra vez, esto tiene que ver con dar señales educativas y de seguridad a toda la población.