por Bruno Bimbi
“¡Nuestra bandera jamás será roja!”, gritó Jair Messias Bolsonaro para cerrar su primer discurso como presidente ante la multitud reunida en Brasilia para su asunción. Y, cuando parecía que había terminado, agregó: “Sólo será roja si precisamos derramar nuestra sangre para mantenerla verde y amarilla”. Ya había dicho, en campaña, que iba a “barrer del mapa a los rojos”, que tendrían que elegir entre la cárcel y el exilio, y no han sido pocos los seguidores suyos que agredieron por la calle a personas que vestían remeras de ese color, aunque, en general, no las habían elegido por ninguna preferencia ideológica, sino para combinar con alguna otra prenda.
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