Arturo Alejandro Muñoz
¿Acaso no hay ya una generación entera que creció bajo gobiernos de la Concertación? ¿Quién ha organizado y desarrollado a plenitud en Chile el sistema neoliberal? ¿La dictadura cívico-militar y la derecha criolla?
Terrible pregunta es esta última, pues su respuesta encuentra un exclusivo derrotero: la Concertación (hoy, Nueva Mayoría). Esa misma Nueva Mayoría que ahora ruega, impetra e implora el voto de los ciudadanos que siempre la criticaron por familisterial, traidora y entreguista.
Los ‘mayordomos’ centroizquierdistas (dirigentes de la exConcertación que fungieron como mocitos del patronaje conservador pinochetista) reconocen que se encuentran ad portas del regreso a la esclavitud política, sometidos de aquí en más por la soberbia veleidad de sus patrones que ahora huelen que también pueden agenciarse el gobierno, junto a la prensa, las empresas, la banca y las fuerzas armadas… verbigracia, el poder absoluto, feudal, monárquico empresarial, y totalitariamente clasista.
A la muy dispersa izquierda-izquierda (esa que no es representada ni siquiera por el entreguismo condicionado del actual gobierno juvenil), que constituye al menos el 12% del electorado nacional, no la van a convencer con promesas inferiores a las exigencias explicitadas por el pueblo durante el estallido social de octubre 2019.
A esa izquierda no le atemoriza ni le asusta una posible victoria derechista pinochetista encarnada por José Antonio Kast o por Evelyn Matthei, pues tiene clara conciencia que esa victoria del ultra derechismo redundaría –insanablemente- en la rearticulación de una estructura antineoliberal, luchadora tenaz por el latinoamericanismo y adversaria decidida del avance imperialista en la región.
¿Y por qué habría de asustarle una victoria electoral de la ultra derecha? Esa izquierda, durante 30 años, ha estado marginada por la derecha y por los gobiernos concertacionistas de cualquier discusión política que procurase acuerdos y consensos programáticos. Pese a haber sido olvidada y ninguneada por los socios del duopolio, ella, aún sin liderazgo común ni programa único, continúa viva… y creciendo. Es posible verla -viva y activa- en las calles, en las poblaciones, en las fábricas, en las organizaciones estudiantiles y sindicales…
Esa izquierda es la que ha recogido la herencia política dejada por Salvador Allende, y en ningún momento ha mostrado siquiera atisbos de renunciar a ella. Su solidez ideológica es indesmayable, fuerte como roca cordillerana.
A ella pertenezco… ¡¡a mucha honra!!
